Never shall me down

El triple de Morgan fue un aviso. La Penya es joven, pero proviene de una institución orgullosa. Los problemas en los despachos no empañan a un histórico que es parte vital del basket español. Con más o menos plantilla, cualquier escuadra de Badalona merece respeto y prudencia. El Barcelona, salido del parón, empezó cabalgando, con físicos como el de Víctor Claver demostrando que pueden tener una marcha más que el resto en la pista mientras ocurre la desescalada. 

Una abertura en la fase de grupos donde se evidenciaron los graves problemas que, en eliminatoria copera, el Valencia Basket ya infligió al Barcelona. En los tres primeros cuartos, los pupilos de Pesic lograron imponer ese supuesto favoritismo que es tan bonito sobre el papel y luego tan relativo cuando se da el salto inicial. 

Todo le salió al Joventut en los últimos diez minutos, incluyendo asistencias surrealistas de Oliver Stevic. Cuando más arreciaba la tormenta, Adam Hanga, en una tónica que tendría toda la semana, decidió ser el principio y el final de todas las jugadas blaugranas. Un comodín que permite a su staff técnico ponerlo donde tengan apuros sin preocupación. Mirotic y su sangre fría cerraron un triunfo con señal de advertencia. Fiarse de cualquier equipo en este formato era una invitación a hacer las maletas.


Defense, defense... 



Si Shields fue la pesadilla la anterior jornada, Adam Waczynski hizo lo propio en la tercera jornada para complica la vida a los de Pesic. Fue una jornada para revindica a un talento croata siempre puesto bajo sospecha. Por coyunturas deportivas, Ante Tomic se marchó del Madrid cuando los blancos empezaron un ciclo ganador, mientras que en la Ciudad Condal la dinámica era inversa. Eso hace que muchos ojos hagan escrutinio celoso de su figura, pese a las buenas estadísticas individuales.



Pesic no dudó en en la fórmula: defensa, defensa y, si era posible, un poquito de presión defensiva. Mirotic, dosificado al milímetro por el Barcelona, volvió a ser la primera espada ofensiva, dejando recitales de una clase digna de la NBA. Quedaba la cuestión de Leandro Bolmaro y su falta de minutos en un torneo que, era el objetivo, debía ser largo.



Cuando Gal Merkel empezó a coger el ritmo que más beneficiaba al conjunto andaluz, la plenitud física de los blaugranas impuso un nivel más de intensidad que terminó garantizando un 84-73 que obedecía a los intereses de no depender de terceros ante hipotéticos cruces de resultados en la última jornada.


Adam Hanga



Le necesitaban y no tuvo dudas. Entre los muchos favores del staff técnico blaugrana, pedir a Hanga que pueda ejercer de base es una de las tareas más delicadas. De cualquier modo, la faceta distribuidora no impidió al húngaro anotar 15 puntos para su cuenta personal en un día que comenzó con la noticia de la sorpresa del combativo Burgos ante el poderoso Real Madrid de Laso. Una señal de advertencia para otro de los presuntos favoritos.



Como de costumbre, el Barça no lograba despegarse del Baskonia. Shields estuvo particularmente brillante con una puntería, por momentos, infalible. El plan en las barricadas provenía de Dusko Ivanovic, general de hierro que no regala elogios ni escatima esfuerzos para que su plantilla se exija el máximo. Pesic tenía marcado este duelo del grupo en rojo.



Shengelia pudo prolongar el drama, aunque el triple no fue convertido. Mirotic, fiel a su tradición, tuvo sangre fría en los vitales tiros libres. La Fonteta empezaba a acostumbrarse a esos enfrentamiento físicos donde nadie se detiene siquiera a mirar por el espejo retrovisor.

Sería unos pocos días después, pero ya se intuía. Pese a estar desierta de pública por el coronavirus, La Fonteta rendiría tributo a uno de los suyos. Rafa Martínez es un histórico del Valencia Basket y un involuntario sufridor de haber compartido generación con extraterrestres en el combinado nacional. Un capitán excepcional y alguien que imprime orgullo a cualquier club que tenga la suerte de tenerle entre sus filas. 

Hubo rumorología absurda sobre si el Barça subestimó al Bilbao por no poner a Mirotic. A título personal, suposición absurda, puesto que la intensidad de ambos fue mayúscula desde el inicio del partido. Mucho más justas fueron las quejas de Álex Mumbrú, jugador de carácter y técnico prometedor, de que, en ocasiones, los colegiados tienden a lo fácil cuando les tocan ciertos equipos en eclosión. Lo de las antideportivas este torneo no ha sido siempre ecuánime. 

En lo demás, el Barça siempre respetó a los bilbaínos y la feliz noticia del renacimiento de Heurtel, un base con ángel para los encuentros importantes. Con todo, el más respaldado fue Pierre Oriola, guerrero bajo tableros campeón de liga con el Valencia Basket, quien, como señaló su mister, no puede hacer las cosas de Mirotic, pero puede ser imprescindible en los intangibles que aporta. 

El día que se podía fallar

Era el día para hacer pruebas. En una fase final excepcional, se podían ganar tres encuentros en fase de grupos y ganar el torneo. De igual forma, con cinco triunfos en el casillero, cabía la posibilidad de no lograr nada. El Iberostar Tenerife salió con hambre, buscando brindar un triunfo de prestigio, marcharse de Valencia con un sabor agradable en la pista. Controlaron desde el principio, mientras el Barcelona podía emplear sus rotaciones. 

Txus Vidorreta vio el camino allanado para imponer un entusiasmo que lograse ese objetivo. Fran Guerra iría tomando los ribetes precisos para ser el héroe de la velada. Los suplentes blaugranas vieron el orgullo herido fueron remontando los parciales previos para hacer acto de presencia. Se podía perder, aunque no así la imagen o el respeto. 

Abrines y Kuric lograron poner emoción hasta el final con su puntería exterior. Lundberg sembró el terreno para que Guerra pudiera sellar el encuentro. Vista la tensión que se vivía en el otro grupo, Baskonia (partidazo ante Unicaja incluido) y Barcelona pudieron tomarse un respiro ante unas semifinales históricas.


Desde 2014



Ha pasado mucho tiempo desde la última ACB del club. La oportunidad de ponerse a un partido del título era tan seductora como presión añadida de morir en la orilla. Se sabía que el Burgos saldría a morir, fiel a su estilo. Habían puesto contra las cuerdas al Valencia Basket y sorprendido al Real Madrid, exhibiendo un basket inteligente, intenso y con nombres como Lima en plena explosión. Pese a un inicio con pretensiones culé, lo burgaleses lo arreglaron todo en un segundo cuarto impecable, con Peñarroya marcando con inteligencia el terreno para que nadie pensase que su excelente conjunto venía de carabina.



Pesic se lo tomó tan en serio que cerró antes del descanso con una pizarra magistral que acabó en canasta fácil para Mirotic. El arte de anotar en pocos segundos con magníficos movimientos. A la vuelta, hombres como Higgins, campeón europeo con el CSKA, buscó y encontró galones. Por momentos, parecía probable romper la goma.



No obstante, el Burgos jamás se quebró. Nombres como Pablo Aguilar no lo permitían, si bien el Barça tuvo la seriedad que le faltó en campañas anteriores para trances similares. Acababa la epopeya de ensueño de Fitipaldo y compañía, aunque ya poseían la receta para el futuro: volver a esa instancia y pasar de ronda con esas señas de entidad. Pesic, con dos copas del Rey bajo el brazo, tiene legítimos y merecidos sueños de recuperar un cetro liguero que en el Palau se anhela.



Frente al Barcelona, estará nuestro protagonista de mañana, el formidable Baskonia de Dusko Ivanovic que se merece una entrada para él solo.