domingo, junio 21


Pride and Passion (1984)




Magic Johnson buscaba refugio. El largo y cálido verano de 1984 acababa de arrancar y él estaba en el peor sitio posible. Una Boston teñida de verde; la urbe celebraba el épico triunfo en el séptimo encuentro de los orgullosos verdes sobre Los Ángeles Lakers. Dos buenos amigos, Isiah Thomas y Mark Aguirre acudieron a verlo. Aprovechar las comodidades del Sheraton en aquel trago amargo. Sin duda, Jerry West le habría hablado a Magic de la maldición de jugar en el Garden luciendo la elástica californiana, pero el mago de la pista no notó realmente el dolor hasta que lo experimentó en sus carnes. Los suyos fueron asfixiados en una agotadora serie donde la imagen del gran Kareem Abdul Jabbar necesitando una mascarilla de oxígeno pasó a los anales del recuerdo. 



Incluso Jack Nicholson reconoció que los Celtics fueron capaces de sobreponerse en una gran final y acudió a felicitar a la plantilla de K. C. Jones, un genio de los sistemas. Si el Forum de Inglewood brillaba con el Showtime vertiginoso, en el Garden, el mítico Red Auerbach había construido los cimientos de una nueva dinastía que, igual que en los días de Bill Russell, amenazaba con ser una pesadilla para Hollywood. Un basket estático, inteligente, de suma generosidad en los pases y, sobre todas las cosas, con un jugador privilegiado. 



En el pasado, Larry Bird compartió invitación con Magic en el World Invitational Tournament, aunque los Estado Unidos pusieron realmente la mirada sobre los dos jóvenes durante la final de la NCAA en 1979. Si bien Bird logró ir de milagro en milagro con sus imbatidos Sycamores de Indiana, su adversario dio un paso al frente para que los Spartans de Michigan cortasen las redes de la victoria en Salt Lake City. Cinco años después, la deuda competitiva estaba saldada y con intereses, aunque los objetivos del dorsal 33 de los Celtics distaban mucho de haber terminado.


"Todo el mundo le daba crédito a los Celtics por ser un equipo duro e inteligente. Con nosotros había más dudas" - Magic Johnson.



Conviene intentar dejar un poco al margen el futuro resultado final. Incluso Juan Francisco Escudero, una de las mejores plumas que han narrado el baloncesto en castellano, se ve tentado de dejarse llevar por la nostalgia de ¡Qué verde era mi valle! (1941) para evocar aquel intento, más que factible, de reeditar el anillo de los brillantes campeones de 1984. Hoy podemos vislumbrar mil síntomas y causas de que algo les faltase en una película perfecta, pero un hecho es innegable: los Celtics entraron a la campaña 1984/85 dando miedo: quince victorias en los primeros dieciséis choques.



Red Auerbach había logrado, mediante magia irlandesa en los despachos, conseguir un Big Three de antología: Larry Bird, Robert Parish y Kevin McHale. El tercero era un fenómeno de la naturaleza, un gran intimidador con unas peculiaridades físicas que lo hacían casi indefendible. Comenzó como sexto hombre de K. C. Jones, pero esta temporada sería la de su consagración, incluyendo algunas exhibiciones memorables ante oponentes como los Pistons, Knicks, etc. Parish, apodado El Jefe, era referencia interior y uno de los mejores pívots del campeonato.



Bird era mención aparte. Magic Johnson, en la otra conferencia, se levantaba cada mañana, se tomaba un zumo y miraba con admiración las estadísticas del dorsal 33 de los verdes. Su obsesión no debió ser menor que la de Montgomery con el mariscal Rommel. Bill Bertka, fiel ayudante de Pat Riley, escribía en la pizarra del vestuario los números de Bird y un joven llamado Michael Jordan para espolear la competitividad de Magic en cada práctica. Pese a que el de Michigan era un prodigio de técnica y versatilidad, la influencia de su Némesis en el Garden era tan alta que iría derecho a su segundo premio de MVP consecutivo. Junto con exhibiciones anotadoras de gran puntería, era capaz de hacer unas cifras de asistencias dignas de un base, además de dejarse la piel en la pista para recuperar cada bola perdida.


"Si tuviera que elegir a un jugador para el último tiro y ganar el partido, diría Michael Jordan. Si fuera mi vida la que está en juego con el lanzamiento, elegiría a Larry Bird"- Pat Riley.



Si Dominique Wilkins, estrella de los jóvenes Atlanta Hawks de Mike Fratello, firmaba 47 puntos en el Garden, Larry Bird contestaba con 48 tantos para su casillero personal. Incluso el Doctor J, leyenda de la NBA y hombre intocable en lo Sixers, cayó en las provocaciones de uno de los maestros del trash talking durante una visita a Boston en el mes de noviembre. Varias semanas después, el dorsal 33 se quedaría muy cerca del triple doble ante los Mavericks. El dominio, por momentos, parecía insultante.



Sin embargo, 1985 comenzó con algún pequeño aviso. Gerald Henderson, el autor del heroico robo en el segundo partido de las anteriores Finales, volvió como jugador de los Seattle Supersonics. Fue ovacionado e impresionó al respetable con 16 puntos y otras tantas asistencias. Tipo querido por el vestuario gracias a su rapidez defensiva y don para no cometer errores en ataque, Auerbach lo sacrificó en aras de dar más minutos al joven Danny Ainge. El patriarca céltico no andaba errado y Ainge mejoró sus estadísticas, aportando mucho, si bien la química de la plantilla se resintió un poco, sobre todo porque Ray Williams, el recambio procedente de la Gran Manzana, nunca encontró el juego que sí desplegó en el Madison con su nueva escuadra.



Tal vez por ello, M. L. Carr fue convencido por la franquicia del trébol para permanecer un curso más. Hombre excelente de banquillo, su canto de cisne fue el título de 1984, ya sentía que tenía poco que ofrecer en la pista. El propio Auerbach le insistió, si bien fue una decisión que el jugador lamentó por no tener ya ese fuego de pasadas campañas. K. C. Jones seguía poseyendo un quinteto titular virtualmente imbatible, pero en febrero de 1985 no solamente cayeron en el Forum de Inglewood, Cedric Maxwell se lesionó definitivamente. MVP de las Finales de 1981, Bird notó que aquel alero "cojonudo" se encontraba saciado y sin esa sangre inyectada en los ojos que los Lakers temían. Periodistas afines a Auerbach en el Boston Globe señalaron que ya no se cuidaba como antes. Verdad o mentira, el rubio tirador de Indiana no se dejaba engañar por el dubitativo inicio de LA, estarían a punto en junio... ¿y ellos? ¿Tendrían todas las armas?


WE WANT BIRD- Richfield Coliseum de Cleveland.



Una victoria. Los 63 éxitos de Boston les permitían ponerse con ventaja de campo en cualquier situación, algo que encantaba a Red Auerbach, experto en deformar la pista a su antojo para asolar a los rivales: desde el diminuto vestuario visitante a las partes traicioneras para botar en la pista. Los Lakers estuvieron cerca, 62 victorias en temporada regular. Nuevamente, parecía que la magia céltica les daba una pequeña zancada para distanciarse. En este sentido, Bird consideraba que, en aquellos días, la Conferencia Oeste era un cuadro más fácil, lo cual daba gasolina una LA  que despachó a Suns, Blazers y Nuggets sin grandes apuros. De hecho, la suerte pareció sonreír a los pupilos de Riley con varias lesiones de hombres claves en Denver.



Ante la perpleja mirada de los fans de Cleveland, Bird estuvo sin jugar todo el tercer choque. No era arrogancia por ir ganando 2-0. Tampoco un intento de animar a Scott Wedman, un gran tirador puro y perfecto suplente para El Pájaro. Simplemente, su codo había dicho basta. Incluso una breve participación en una carrera benéfica en Boston reveló que el MVP se estaba llevando al límite. Era el ejemplo que Joe Bird mostraba en casa cuando volvía del trabajo y su legendario retoño pagaba el peaje de no dar una bola por perdida o, según sus palabras, en una noche donde no estaba especialmente brillante, firmar 60 puntos en New Orleans.



"Quieren a Bird y lo van a tener" contestó en rueda de prensa el astro ante los cánticos de la entusiasta grada de Cleveland. El día siguiente acabó la serie: 34 puntos y 14 rebotes. La gran diferencia de las bravatas ante los medios del jugador céltico con respecto a otros era su capacidad para cumplir las amenazas. Ya fuera arrebatar el récord de anotación a McHale o pinchar a Frank Layden en una visita en Utah sobre si no tenía defensas capaces de pararle, sus palabras solían cumplirse. K. C. Jones, pese a su inmensa habilidad técnica, no se hacía ilusiones. Sobrevivir en la postemporada dependería mucho de que su hombre franquicia siguiera siendo capaz de hacer milagros cada noche.


"Kevin me dijo una cosa el año pasado [temporada 1988-1989], cuando logramos eliminar a Boston. No estéis contentos con haber llegado. Id a ganarlo. Le dije que sí, pero no lo he entendido hasta ahora"- Isiah Thomas.



Eran los días del Silverdome y no del peligroso Palace. Todavía, el talento de Isiah Thomas era visto con simpatía, incluso la madre de Larry Bird era una reconocida fan de aquel muchacho de mirada angelical que deslumbró a Indiana como universitario. Bill Laimbeer, originario de Boston, era un pívot de buena muñeca que no suponía una real amenaza. A la altura de 1985, los todopoderosos Celtics podían permitirse ser condescendientes con los jóvenes Detroit Pistons. Larry Bird exigía mucho a Tripucka en el poste bajo, si bien era Kevin McHale quien siempre miraba en el calendario cuando tocaba la Motown. Simplemente, en aquellos instantes no tenían respuestas al versátil ala-pívot.



Con un cómodo 2-0 a favor, la situación parecía controlada. Pese a las exhibiciones de Isiah, el Big Three del trébol podía imponer su ley. Desde el banquillo azulado salió Vinnie Johnson, un reputado tirador al que algunos apodaban "El Microondas" porque necesitaba muy poco para calentar su brazo nada más salir de la banca. Volvió locos a los célticos. A la desesperada con el 2-2 inminente en la serie, Carr mandó un auténtico obús que no iba a ninguna parte. Siempre punzante, Bird le felicitó: "Lo que has hecho es muy inteligente. Íbamos perdiendo de tres puntos y has buscado una jugada de cuatro".



El quinto día, el Garden respiró con los 30 tantos de su héroe, aunque el MVP tenía mal el codo y estaban desgastándose más de la cuenta ante un aspirante del Este al que habían subestimado. En el sexto choque, Isiah salió a hacer lo que pocos bases del mundo podían (37 puntos, 9 asistencias y 12 rebotes). K. C. Jones uso escuadra y cartabón para perder muy pocos balones y eliminar al fin a aquellos molestos muchachos. No lo sabían, pero los de Michigan irían dando los pasos para ser cada día menos simpáticos y más peligrosos. Y a McHale dejó de gustarle tanto que les tocase en los Playoffs aquel equipo.


"Where Everybody Knows Your Name"- (Tema principal de la serie Cheers).



Si van a Boston, quizás tengan suerte. Tal vez el azar les lleve a una esquina entre Merchant´s Row y State Street. El local es Chelsea´s. Puede que alguna persona veterana que presenciase el hecho siga pensando que fue aquella noche, en algún momento entre el segundo y el tercer partido de las Finales de la Conferencia Este, donde el sueño de ser los primeros en reeditar título desde 1969 se esfumaron. Los Sixers estaban teniendo mala suerte. Charles Barkley habría debido nacer un poco antes. Una máquina reboteadora para el Spectrum que conoció apenas los (gloriosos) resquicios de la sociedad formada por Moses Malone y el Doctor J. Era mera cuestión de tiempo que los Celtics diesen la estocada.



Quinn Buckner, suplente de habilidades defensivas muy apreciadas por K. C. Jones, acompaña a Larry Bird a una velada de desconexión. No van solos, en el plan está incluido un viejo amigo de la estrella céltica, Nick Harris. Ambos tienen un fuerte vínculo, si bien Harris podría ser catalogado de amistad peligrosa para una persona con tanta exposición al ojo público como el dorsal 33. Ha tenido sus roces con la ley y, según algunas fuentes, esa velada iniciará una trifulca que arrastrará a los otros dos implicados.



Al parecer, Harris había importunado a la acompañante de Mike Harlow, Camarero en el lugar, Harlow había jugado en el pasado a fútbol americano y supo defenderse. Aunque para un sector imaginario popular céltico se convertiría en un nombre maldito, cuesta poco empatizar con su actuación, no por tener un compañero famoso se debe permitir a nadie sobrepasarse. Auerbach y la directiva verde se preocuparon mucho más por la influencia que ejercía Harris en su mega-estrella. Bog Woolf, agente de Bird, logró un acuerdo pacífico y sin demandas que no trascendiesen a la prensa. En Chelsea´s se recordaría la tangana y ni siquiera el más declarado fan del dorsal 33 podía negar el estado del índice de su mano derecha. El arma más efectiva de la NBA estaba dañada con el peor rival posible intuyéndose en el horizonte.


Memorial Day Massacre 27/05/1985



Sin saber los motivos detrás de ello, Los Ángeles Lakers eran optimistas con el descenso del porcentaje en tiros de campo de Larry Bird. Pat Riley no se dejó impresionar en su segunda visita al Garden en Finales por viejos fantasmas del pasado. Avisó a los responsables de hoteles de que no quería ver ningún banderín verde o nada relativo al Celtic Pride. Tendrían ventiladores preparados para los trucos con las altas temperaturas de Auerbach. Sus jugadores recibieron instrucciones de descolgar el teléfono para no ser molestados por fans rivales a horas de madrugada. En resumen, estaban más preparados que nunca.



Por ello, la creencia en la maldición se extendió aquel día. Sin un Bird especialmente fino, cada cético aportó algo. Danny Ainge dio las primeras ventajas, confirmando la fe de la directiva en él. Parish vigilaba al veterano Kareem de un modo exquisito. Con todo, fue Scott Wedman quien deslumbró con sus rachas de lanzamiento sin fallo. El 148-114 estableció varios récords en las Finales. El trébol se sentía más fuerte que nunca y algunos miembros de la plantilla local empezaron a hablar de "Tragic Johnson".



Visto en perspectiva, muchos habrían cambiado su diagnóstico. Veteranos como Carr consideraban que una huelga de rotativas en Massachusetts habría dato automáticamente el título de 1985. Se faltó gravemente al respeto de una leyenda como Jabbar, mientras que Riley dirigió el siguiente entrenamiento sin pitar altas. "Fakers" y otras lindezas estaban clavadas en el corazón de una escuadra campeona que no quería bajar los brazos. Hubo un gesto fantástico por parte de Johnson. Tras la mano dura de Riley, todos se encerraron en sus habitaciones. Parecía que el odio era la única medicina para dar la vuelta a maleficio. Al poco, llamó a sus mejores amigos del equipo para salir a cenar. Su legendaria mano izquierda no le restaba ni un ápice de competitividad.


"Dennis Johnson es el mejor compañero con el que he jugado" - Larry Bird.



El Comisionado David Stern y la CBS se frotaban las manos. La renacida rivalidad de Lakers y Celtics era gasolina para el campeonato. El segundo día, Jabbar salió a comerse el Garden. Más allá de sus ricos fundamentos, no se puede obviar los frecuentes problemas de migrañas que tuvo en las Finales de 1984. Incapaz de quejarse, Magic sabía que el veterano astro era el mejor asociado que se podía tener. Una exquisita bandeja del base sobre Larry Bird fue otra declaración de intenciones. En ocasiones, Pat Riley gritaba "Nada de bandejas" para asegurar los puntos con mates, pero el mágico 32 era capaz de ser obediente e independiente cuando quien movía al Showtime era él.



Con problemas de codo y mano, Bird se medía con una de sus peores pesadillas. Michael Cooper llevaba pensando en ese enfrentamiento desde hacía un verano. Tenía vídeos sobre el 33 céltico que su abnegada familia habría visto con él mil veces. Dotado de un paso lateral hacia la izquierda sin precedentes, el defensa angelino fue su sombra. Un Bird en plenitud de condiciones admitía lo mucho que le exigía su oponente, mentalizado por Riley para dar el máximo. Esta versión privada de poder quedaba casi asfixiada.



Con 1-1- el tercero fue el show de Magic, repartiendo asistencias y chocando las manos con MacAdoo, otro tipo curtido en mil batallas, y su socio predilecto: James Worthy. En 1984, Bird provocó a sus compañeros con unas incendiarias declaraciones tras una paliza similar. Ahora, se convocó una reunión de la plantilla verde para dirimir cómo reaccionar. La mitad se presentaron en el Forum. La otra, en el hotel. Maxwell y el capitán apenas se hablaban. Corría un tupido velo sobre las causas del desperfecto de su mano derecho. Con todo a favor de LA, los viejos fantasmas resucitaron. En un partido memorable e igualado, Dennis Johnson dejó sin aliento a la grada con una suspensión que daba a los Celtics la victoria por un punto.


"El gancho del cielo de Kareem es el tiro más bonito en la historia del baloncesto"- Kareem Abdul Jabbar.



Problemas físicos al margen, no existía en la NBA ninguna mente más afilada que la de Larry Bird. Previamente a las Finales, había torcido el gesto al saber que el Comisionado anunciaba un cambio de formato de la lucha por el anillo: 2-3-2. En su opinión, eso privaba al conjunto con ventaja de campo de disputar ante su afición un duelo que solía ser bisagra en series igualadas: el quinto. Además, con la inyección del tiro de Dennis Johnson, a unos Celtics agotados de minutos, les habrían venido bien días de descanso entre medias volvían al Garden. Mientras Pat Riley combinaba de forma espectacular a pilares como Jamess Worthy y suplente combativos del tipo Mitch Kupchak, quien elevaba el nivel físico bajo tableros.



El quinto partido es digno de videoteca. Un primer cuarto de dos quintetos mágicos intercambiando golpes de poder a poder. Antes del descanso, el devastador estilo del Showtime. Más allá de la diversión que proporcionaban a la audiencia, ese ritmo de circulación de balón era un potro de tortura para todas las otras franquicias. Después del descanso, un ejercicio de supervivencia de Boston, con Dennis Johnson recordando por qué había sido MVP de unas Finales y "El Jefe" Parish espoleando el juego interior verde.



Con todo, fue un truco del maestro Auerbach el que puso en funcionamiento K. C. Jones, quien forzó su expulsión con dos técnicas para levantar a sus aletargados pupilos. Sabida la eficacia céltica en duelos igualados, con Bird dando varios chispazos de su clase, Kareem asumió todas las responsabilidades, ayudado de forma admirable por Magic, incluso reboteando, y un James Worthy con el mejor primer paso adelantado de la historia del basket. Un triunfo memorable y la incómoda sensación para el 33 de que su mano derecha no estaba ni se la esperaba en un lapso breve de tiempo.


"La pelea del bar fue culpa mía. Estaba en el sitio equivocado en el momento inadecuado"- Larry Bird.



Simpáticos quiosqueros locales se convertían en maliciosos profetas cuando le veían. Incluso quienes revisaban su documentación en el aeropuerto le recordaban que Larry Bird iba a destruirle aquella noche. Impertérrito, Magic avanzaba sereno y sonriente. Era una persona que había pasado por un torbellino de críticas y su gesto alegre permanecía intacto. Aquella jornada jugó de quarterback, inventándose unos pases picados de esquina a esquina solo aptos para genios. Kareem hizo el resto (29 tantos y 7 rebotes).



Bird estuvo extraño, como en casi toda la serie. Seguía teniendo cuatro o cinco jugadas absolutamente magistrales, pero no el ritmo y la intensidad que exigía el mejor adversario posible. El último tributo de su abnegada afición, junco con McHale, fue ayudarle para llegar 55-55 al descanso en el marcador. Jamás habló de aquella noche como excusa. En rueda de prensa alabó que Kareem era el mejor jugador que había visto y en privado fue a felicitar a Pat Riley por sus ingeniosos sistemas y ajustes. El técnico angelino acabó tan agotado de aquella campaña redentora que huyó con sus seres queridos a las Bahamas para desconectar del basket.



El viejo Garden estuvo a la altura de su reputación y, tras dedicarles todas las lindezas del mundo en cada cuarto, se rindieron a la evidencia y aplaudieron. Veteranos como Elgin Baylor tenía puesto su viejo uniforme. Las leyendas angelinas se sentían redimidas. Hacía tiempo, tras su primer anillo, Bird pensó que se avecinaba una catarata de títulos, tenían todos los ingredientes. Les entrenaba Bill Fitch, un magnífico entrenador conocido por sus métodos espartanos. El 33 se adaptaba bien a él (en realidad, El Pájaro era tan bueno que podía encajar en cualquier sistema), pero siempre pensó que algunos de sus compañeros propiciaron un motín que ayudó a unos salvajemente buenos Bucks a apalizarles.



Ahora, el índice de su mano derecho le indicaba que había dejado escapar otra oportunidad asombrosa. Por mil maravillas que poseía el Show Time, el rubio pistolero de Indiana sabía que las cosas pudieron ser bien diferentes en el Garden. Maxwell, uno de los grandes artífices de los dos primeros anillos, abandonaba Boston de una forma triste para lo bonito que fue su periplo de verde, la hemeroteca rescataría sus heroicidades.



Conscientes de necesitar ayuda, Auerbach y Bird se enteraron de que Jerry West, el cerebro detrás de los fichajes del doctor Buss, había desechado a la veterana estrella Bill Walton. Se estaba gestando una de las temporadas más felices de la comunidad céltica. Pero eso es ya otra historia. Y habremos de esperar a otro día para contarla.



BIBLIOGRAFÍA:



- BIRD, L. y RYAN, B., Larry Bird Drive: The story of my life, Bantam Books, New York, 1990.



- ESCUDERO, J. F., Larry Bird: Una mente privilegiada, Ediciones JC, Madrid, 2014, pp. 165-190.



- BIRD, L., JOHNSON, E. y MACMULLAN, J., Cuando éramos los mejores, Contraediciones, Barcelona, 2015, pp. Traductor: Javier Gómez Vázquez.



- RODRÍGUEZ, A. y ESCUDERO, J. F., La leyenda verde: Historia de los Boston Celtics, Ediciones JC, Madrid, 2009.



- SENABRE, D., Celtics & Lakers: La rivalidad que lo cambió todo, Sombra, Barcelona, 2010. 



ENLACES DE INTERÉS:



Larry Bird Says Bar Fight Was His Fault [Propiedad de la noticia: Los Angeles Times] [Consultada el 20/06/2020]



Scott Wedman destroys Lakers: Memorial Day Massacre [Propiedad del artículo: A. Sherrod Blakely] [Consultado el 20/06/2020]



Dennis Johnson canasta ganadora cuarto partido Finales 1985 [Propiedad del vídeo: NBA] [Consultado el 20/06/2020]



Quinto partido Finales NBA 1985 [Propiedad del vídeo: Fletcher Thomas] [Consultado el 20/06/2020] 



Sexto partido Finales NBA 1985 [Propiedad del vídeo: Fletcher Thomas] [Consultado el 21/06/2020] 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.sportscasting.com/larry-bird-revealed-the-best-celtics-team-he-ever-played-on/ [Propiedad de la fotografía: Getty Images, Ronald C. Modra] [Consultada el 15/06/2020]



https://www.despachoceltics.com/robert-parish-jefe-boston-celtics/ [Propiedad de la fotografía: Juan Camilo Quintero Rivera] [Consultada el 16/06/2020]



https://thesportsdaily.com/2015/11/19/ainge-mchale-has-a-standing-offer-to-work-here/ [Propiedad de la fotografía: Red´s Army] [Consultada el 17/06/2020]



https://www.youtube.com/watch?v=l2PQbPjNpM0 [Propiedad de la fotografía: Crazy Cav] [Consultada el 18/06/2020]



-https://www.wacotrib.com/sports/college/mcc/vinnie-johnson-ex-mcc-star-joins-juco-hoops-hall/article_8d78aee4-145f-5ca1-a539-6f1ab0b4cce8.html [Propiedad de la fotografía: Waco Tribune-Herald] [Consultado el 20/06/2020]



http://www.celticslife.com/2012/08/thanks-mike-harlow-for-blowing-1985.html [Propiedad de la fotografía: Celtics Life (Blog)] [Consultado el 20/06/2020]



https://www.nbcsports.com/boston/celtics/celtics-playoff-rewind-scott-wedman-destroys-lakers-memorial-day-massacre [Propiedad de la fotografía: NBC Sports] [Consultada el 20/06/2020]



https://www.youtube.com/watch?v=Is2W2DAVvjc [Propiedad de la fotografía: MerkinMuffly] [Consultada el 20/06/2020]



http://www.pivotworld9.com/nbafinals85/ [Propiedad de la fotografía: thegrio.com] [Consultada el 20/06/2020]



http://www.celticslife.com/2013/12/larry-birds-33-greatest-passes.html [Propiedad de la fotografía: Celtics Life (Blog] [Consultado el 21/06/2020]