domingo, mayo 24

El maestro de danza




Cualquier excusa es buena para volver a hablar de Michael Jordan. Sin embargo, Netflix y ESPN han tenido el acierto de hacerlo en un momento de explosión de las series, máxime en la coyuntura de confinamiento por el coronavirus. The Last Dance (2020), dirigida con buen pulso por Jason Hehir, entra por los ojos. Un fino ejercicio de marketing habilidoso, el mismo olfato que el Comisionado David Stern tuvo para saber que aquel muchacho procedente de la universidad de North Carolina debía ser el eje vertebrador de una NBA que habría de ser universal. El campeonato necesitaba una imagen global, ¿quién mejor que aquella lengua desafiante en pleno vuelo sin motor, luciendo la elástica 23 de los Chicago Bulls? 



Mientras nos recuperamos del maremoto que han representado sus episodios, deberíamos reflexionar, ¿por qué ese título? La respuesta es sencilla: Phil Jackson. El maestro de ceremonias en una plantilla ganadora, aunque heredó buena parte del trabajo por parte de Doug Collins; de hecho, incluso el Maestro Zen ha reconocido que nunca sabrá cómo hubiera reaccionado de haber tenido una primera campaña con más derrotas que victorias en una franquicia modesta. Cosa que podría matizarse, puesto que en Puerto Rico hizo grandes trabajos con menos recursos. En la Ciudad del Viento recibió una escuadra ambiciosa, al mejor atleta del mundo y se mostró genial para el cargo de principio a fin. En muchos sentidos, fue la apuesta de la primera polémica en el capítulo uno: Jerry Krause. 



General Manager de olfato fino, su peculiar personalidad le condenó a estar muy enemistado con las dos figuras intocables en Chicago: Michael Jordan y Scottie Pippen. En el último año del proyecto, la campaña 1997/98, había anunciado que Phil Jackson no seguiría. Meterse con el triunvirato de Craso. Pompeyo y César en Roma le habría resultado menos dañino que tocar a esos ídolos en la Ciudad del Viento. Bill Wennington hace honor a las cualidades personales de Krause, héroe en la sombra de muchas decisiones en los despachos para Jerry Reinsdorf. Ocultando su complejo de inferioridad con declaraciones altisonantes, sigue causando embarazo la forma en la que Jordan, Pippen o el propio técnico se mofaban de la apariencia física de su rival dentro de la institución. Condenados a convivir en el Bert Center, el estratega cerró filas y presentó, con interrogación, un título para aquel curso: ¿sería el último baile de una de las dinastías más apabullantes del deporte?


"Si fuera un jugador joven que recién llega a la Liga, me concentraría en la defensa. Y la mejor forma de hacerlo es a través del estudio de Scottie Pippen. Ese tipo era un genio"- Scottie Pippen.



Es la eterna injusticia. Un titular jugoso vende más que un análisis minucioso. "Sean Bean muere siempre en las pelis" es más rápido que señalar a un actor excelente que no descarta a sus personajes porque caigan en la pantalla. Scottie Pippen es la figura del segundo episodio de The Last Dance. Pese a las imágenes inéditas y de increíble interés, sigue sin haber justicia para el segundo mejor jugador de la NBA, cuyo único pecado fue jugar en el mismo equipo que el número uno. Y lo hizo en un 99% de las ocasiones sin queja. No obstante, ese 1% es muy jugoso televisiva y literariamente.



Hijo de familia numerosa, humilde y con problemas de salud relevantes en algunos de sus miembros, Pippen fue una de las grandes sorpresas del draft de de 1987, elegido por... los Seattle Supersonics. Allí esperaban Jerry Krause y la franquicia de Chicago para un cambio de cromos inmediato. Talento oculto de Arkansas, su increíble estirón en la última fase de juventud le hizo un multiusos en la cancha. En cuanto llegó, descubrió que los Bulls eran el show de un solo hombre, Michael Jordan rompía todas las barreras hasta entonces concebidas de la ley de la gravedad.



Una de las cuestiones que más revuelo causaron del documental ha sido la forma en que MJ reconocer la cantidad de droga y malos hábitos que había en la escuadra cuando llegó. Visto en detenimiento, no da nombres concretos y es un hecho innegable la época en que se movían, el desconocimiento del verdadero impacto de las mismas y no era ninguna falta a la verdad. Jordan fue un profesional ejemplar y no privó al mundo de su gran talento, exprimiéndolo al máximo. Con todo, el pegamento era Pippen, puesto que los resúmenes del arranque de la NBA de Chicago en el 97 , sin él, exhiben mucha debilidad que les alejaba del prometido sexto anillo.


"No se ensilla a un caballo salvaje"- Chuck Daly.



Enfadado por los intentos de Krause de traspasarlo por piezas más jóvenes, con un salario inferior al de muchas estrellas de la liga con menos anillos que él, Pippen retrasó su cirugía del pie izquierdo, provocando que faltase el jugador que mejor interpretaba las necesidades de Jordan en la pista. Reinsdorf explica muy bien que Scottie aceptó un contrato a largo plazo por la estabilidad que le daba a su familia, sin ser consciente de que iba a explotar como un futuro Salón de la Fama. Igual que con el lanzamiento de Kukoc ante los Knicks, incluso compañeros reprocharon el egoísmo del dorsal 33. Afortunadamente, hay muchos testimonios de cómo su versatilidad salvó a la franquicia en innumerables Playoffs.



Con Jordan empezando a descargar su frustración con piques verbales, logró encontrar en el motor del tercer episodio a su mejor socio: Dennis Rodman. Discípulo aventajado de Madonna en hacer las cosas a su manera, El Gusano había sido uno de los verdugos más odiados de los Bulls en la década de los 90. Para equilibrar la visión que da The Last Dance, es recomendable el monográfico de la ESPN sobre los Bad Boys de Detroit. Aparte del juego duro y malas artes, fueron un equipo surgido de un mercado muy pequeño que cuestionó los designios de la NBA de reducirlo todo a las grandes estrellas. De hecho, como en Kill Bill, el cruel tutelaje de Detroit forjó al Jordan definitivo, quien a partir de entonces fue capaz de desarticular cualquier defensa.



Errático desde la marcha de Chuck Daly, fue un héroe sin tantos laureles públicos como Jimmy Stack, consejero de Krause, quien convenció al equipo de darle una oportunidad. Era una bomba, pero con sus idolatrados Jordan y Pippen, además de la vigilancia Zen, funcionó como un guante de seda. De hecho, se multiplicó en ausencia del mejor socio de Jordan. Cuando al fin regresó, solicitó permiso para marcharse a Las Vegas. Lo cierto es que son escenas muy potentes y populares, con nombres como Carmen Electra, si bien es una pena que pocas entrevistas incidan en la verdadera genialidad de Rodman. Algo se esboza cuando habla de cómo sabía que tipos de rebotes producían los tiros de Larry Bird, Magic, etc. Bajo su máscara dionisíaca, únicamente Bill Russell le discute el título de reboteador más astuto de la Historia.


Blackballed



Suele pasar cada cierto tiempo. Un nuevo libro perfectamente montado sobre figuras icónicas: desde Jesucristo a Gandhi, pasando por Cleopatra. "La biografía definitiva". Nunca lo es, aunque puede ser excelente en su desarrollo. The Last Dance, producida con mimo por Michael Tollin, también tiene sus ausencias. A pesar de tener el acierto de intercalar con coherencia la campaña 1997/98 con flashbacks de la dinastía de los Chicago Bulls, hay omisiones notorias. Nada de Craig Hodges, especialista en los triples durante su días con Jordan. Activamente comprometido en sus declaraciones socio-políticas, es la antítesis de un ídolo deportivo que siempre cuidó al máximo caer o mejor posible al espectro más amplio de público.



Sixto Miguel Serrano, uno de los pioneros de la prensa deportiva en castellano al otro lado del Atlántico, recuerda con infinito cariño al joven Michael Jordan, un atleta de matrícula de honor y eterna sonrisa. Jamás perdió ese don, totalmente perfeccionado en el 98, siempre maestro de ceremonias y la estampa que nunca pudo soñar el Comisionado para exportar su producto. A diferencia de Ali, no buscó el compromiso y tampoco se puede censurar por ello. De la misma forma, el famoso veto a Isiah Thomas del Dream Team cada vez se revea como algo más generalizado, incluyendo a Magic, quien sí compartía una amistad de altibajos con el genial base de los Pistons, cuando fue achacado únicamente al dorsal 23.



Esa corrección política del mito lo hace fascinante en cada palabra que dice sobre baloncesto. Como se ve en los recuerdos del All Star de su último año en Chicago, dio inmejorables consejos a un alumno aventajado: Kobe Bryant. Usar los pies para adivinar defensores al poste bajo y diseñar los movimientos. Por contra, siempre será más jugosa una entrevista a Steve Nash o Manu Ginóbili, por ejemplo, si hay que hablar de algún tema que se salga de su disciplina. No desde el punto de vista morboso, también se echa en fata la presencia de la primera esposa del astro, Juanita Vanoy, si bien podemos observar a los hijos de la pareja durante la visita a París en el Open McDonald.


"Si tengo que escoger al equipo más duro al que nos tocó enfrentarnos, dejando fuera a Detroit, probablemente serían los Pacers"- Michael Jordan.



Pocos eventos deportivos son tan intensos como una serie de la NBA a siete partidos. Si la persona aficionada tiene fortuna, cuando llegan al último cuarto igualados, es que han pasado muchas cosas. Animaría a Netflix y otras productoras a intentar a hacer algo con eso. Es decir, dos escuadras de élite llevan semanas compitiendo frente a frente, sin que ninguna se haya desembarazada de la otra. Nuestro mundo actual potencia solo al ganador, pero el agradecimiento que dejan dos franquicias que se han llevado al abismo debería ser mutuo. Si The Last Dance hubiera dedicado dos capítulos al enfrentamiento entre Bulls y Pacers, no habríamos tenido ningún problema.



Larry Bird, la leyenda céltica que vio a Dios disfrazarse de jugador de baloncesto en el Boston Garden, ya era un entrenador sorprendente. Tan inteligente como lo era en la cancha, disfrutó a MJ en el All Star, pero en las Finales del Este sería un adversario. Pese a estar ante Phil Jackson, Bird ayudó a Indiana (con Jalen Rose, los Davis, Rick Smits, etc.) a rodear el talento mortífero de Reggie Miller para intentar evitar una coronación anunciada y auspiciada por Stern y cía. El resto de la NBA quería el final soñado para MJ y Chicago, fans por todo el planeta también... El Pájaro decidió que buscaban competir.



Un salto entre dos, gana Indiana, si bien el rechace acaba en manos de los Bulls. Triple de Steve Kerr. El moméntum cambió de manos. Personalmente, supone el momento más emotivo de esta danza final por traer de vuelta las sensaciones de una serie donde nadie regaló nada. Bird, de vuelta de todo y con la clase de lo que representaba, acercándose a un trajeado Michael Jordan. Bromas entre el ganador y el vencedor. No tengo dudas de que el 23 volvió a triunfar... sin embargo, que nadie me diga que los Pacers perdieron algo que no fuera un mero partido de baloncesto. Su botín en el recuerdo fue mucho mayor.


"La autoridad es una cuestión de inteligencia, honradez, humanidad, valor y severidad"- Sun Tzu.



The Last Dance ha levantado mucho debate alrededor de cómo era Jordan en el vestuario. Competidor extremo, era sabido que Phil Jackson le iba alternando de equipos en las prácticas para que tuviera que remontar varias veces el resultado. Ese gen le ayudó a encontrar motivación en cualquier pequeño detalle. A diferencia de otros genios como George Best, el 23 siempre encontraba excusas para querer ser todavía más. Para lo bueno y lo menos positivo, exigía a sus compañeros exactamente lo mismo que él. Ron Harper, estrella de los Cavs que se adaptó tras lesiones a ser un gran jugador de apoyo, funcionó perfectamente en su "Club del Desayuno".



Es sencillo sacar alguna frase fuera de contexto. Hay momentos incluso desagradables en su forma de referirse a miembros de la plantilla. Scott Burrell, quien tenía con él una relación paterno-filial de palo y zanahoria, se metió muy bien en el juego. Otros no pudieron o quisieron. Incluso entre lágrimas, MJ afirma que no conoce otra forma de enfocar la disciplina que le apasiona. Sus resultados están ahí y sería una necedad negarlo. Una pena que no se incluya en el documental opinión del veterano Robert Parish, quien paró los pies a los excesos del estelar escolta y contrastaba que otro ganador como Bird podía tener otra forma de aproximarse a la plantilla.



Compañeros como Pippen o Steve Kerr (muy recomendables los flasbacks familiares donde se revela por qué luego ha sido un técnico tan inteligente, además de heredero de John Paxson) también demuestran que hay otras formas de conducir a la gente con mayor flexibilidad. Ninguno de los sistemas es malo en sí mismo y depende mucho del material humano con el que se trabaje. Jordan no era ningún monstruo, si bien no siempre fue ejemplar por más que la propia NBA quisiera venderlo como perfecto. Admirar a alguien sobremanera en un desempeño no es incompatible con apreciarle defectos que no desdicen lo anterior. La humanidad cuando se abre un poco por el dolor de la muerte de su padre y esa nebulosa en la que se rodea el verdadero grado de adicción que tuvo por las apuestas conviven.



"Nunca he pensado en términos de Dios mío, vamos a jugar contra los Bulls de Jordan. Por supuesto, les tengo todo el respeto que se merecen y han acreditado, pero yo quería ganar"- John Stockton.



En ocasiones, las redes sociales amplifican unas exigencias absurdas. Es más notorio que John Stockton, brillante base de los Utah Jazz, tuviera dudas iniciales en participar en el reportaje que elogiar su caballerosidad por terminar aceptando. Lo mismo por parte del gran Patrick Ewing. De la misma forma, ha generado pocos titulares una de las imágenes más caballerosas que se recuerdan en las Finales de la NBA: Karl Malone cruzando el autobús de los Bulls para felicitar a Michae Jordan en persona. No debió ser nada fácil para El Cartero, quien cuajó dos partidos bestiales (quinto y sexto) ante la pegajosa defensa de Dennis Rodman.



Como bien recuerda David Aldridge, los Jazz del último baile eran muy duros mentalmente, hay que serlo para sobrevivir al tercer partido al que les sometió Chicago. Nunca una escuadra ha defendido a ese nivel peleando por el anillo. Y es que los Bulls de Jackson, con todo el respeto al brillante trabajo de Tex Winter, no cimentaban su gloria en el ataque. Golden State Warriors, sin ir más lejos, es mucho más vistoso. Jordan, Pippen y cía anotaban los tiros grandes, pero todo empezaba en unas barricadas casi perfectas. Eso sumado a una capacidad de supervivencia a prueba de bomba, algo que permitió al 23 hacer su obra maestra cuando Utah iba a darle la vuelta a la situación y forzar un séptimo juego tras haber estado 3-1 en la serie, manteniendo su ventaja de campo.



Si bien Reggie Miller tiene el descaro y la gracia natural de reconocer su falta a Jordan para anotar el triple decisivo en el cuarto choque de las semifinales, el bueno de Byron Russell, quien se negó a participar en el evento, no ve reconocido el sutil empujón del escolta. The Killer admite que los silbatos solían ir con el mejor. Nunca he visto en la dinastía Bulls algunos de esos arbitrajes que, tristemente, a veces ocurren en desafortunadas noches. Simplemente, a veces, ser Air Jordan poseía sus ventajas. En una exhibición tras otra, Jordan recibió muchos palos de Utah, un equipo forjado por el gran (y añorado) Jerry Sloan. Tampoco pasa nada por decir que, igual que Reggie, se aprovechó de su estatus para un toque maestro con el que rematar el minuto más intenso de la historia del basket.


"¿El partido de mañana? Olvídate. Llegarán empatados y en el último minuto, Jordan anotará un par de canastas decisivas. Es quien es y es lo que hace"- Chuck Daly en un partido de golf, vísperas del sexto juego Bulls-Jazz.



El recorrido de The Last Dance ha permitido recordar a una de las escuadras de basket más increíbles de la historia. Una dinastía que logró seis de ocho anillos posible en una hegemonía casi irreal. Como suele ocurrir, la unión era más fuerte que cada figura individualizada. Chicago inició una larga reconstrucción. Hubo un intento de aproximación a Jerry Krause, pero el daño ya estaba hecho y el orgullo herido de la gerencia condenó a un cierre más abrupto incluso del esperado.



Phil Jackson afirmó sentir cierto alivio al coger su moto y abandonar el pabellón por última vez como gran responsable del banquillo Bull. Jordan considera que si Rodman, El Maestro Zen y él se hubieran quedado, habrían convencido a Pippen de mantenerse y no ir a los Rockets. El mejor escudero de la liga ha lamentado algunos aspectos del documental, sobre todo en respecto a su esfuerzo con la espalda maltrecha en el sexto juego frente a Utah.



Quedarán dudas sobre por qué llegó realmente así MJ al quinto partido en tierras mormonas en ese estado. Lo que nadie podrá borrar es la lección de sacrificio que regaló. Voces autorizadas como Horace Grant lamentarán algunas acusaciones vertidas. No podemos olvidar que el mejor jugador de basket tuvo la última palabra en todo lo que ha salido en estos diez episodios.



Sentado en el sofá con un puro de la victoria, genial idea que recuperó de Red Auerbach, un Michael Jordan más maduro contempla las olas. No pudo haber otra ciudad que no fuera Chicago. Allí, un gran atleta de eterna sonrisa prometió que los haría tan respetados como los Lakers, Celtics o Sixers. Lo logró y, al igual que Alejandro o César, le rodearon los mejores edecanes para ello. Hay muchas victorias, algunas derrotas y cosas por descubrir en ese pasado. La pregunta es si todo eso mereció la pena. La cuestión sigue abierta a debate... salvo en la Ciudad del Viento. Allí, por siempre, el dorsal 23 seguirá volando. 



BIBLIOGRAFÍA:



- CALLUM, J. Mc., Dream Team, Ballantine Books, New York, 2013.



-JACKSON, P. y DELEHANTY, H., Canastas sagradas: Lecciones espirituales de un guerrero de los tableros, Editorial Paidotribo, Barcelona, 2010. 



- JACKSON, P. y DELEHANTY, H., Once anillos, Roca Editorial, Barcelona, 2014, pp. 209-227.



- MONJE, A., "Insaciable", Gigantes, nº 1496 (2020), pp. 54-61.



- MORENO, M. y ROBIROSA, J., Dream Team: El equipo que cambió la historia, Editorial DQ, Barcelona, 2017. 



- SMITH, S., The Jordan Rules: The Inside Story of Michael Jordan and the Chicago Bulls, Simon & Schuster, New York, 1992. 



- TOBÍAS, M. J., Michael Jordan: El rey del juego, Ediciones JC, Madrid, 2010, pp. 321-342.



- VANCIL, P., Rare Air, HarperCollings, New York, 1994.



FILMOGRAFÍA:



- HEHIR, J. (dir.), The Last Dance, 2020. Productoras: ESPN Films, Jump 23, Mandalay Sports Media y NBA Entertainment. Distribuida por Netflix y ESPN. 



- NBA Dynasty Series: Chicago Bulls. The 1990s. Productora: NBA. 



- SHELTON, R. (dir.), Jordan Rides the Bus, ESPN, Estados Unidos, 2010.



- WEITZMAN, L. (dir.), Michael Jordan: Air Jordan. 1999. Productora: NBA. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://twitter.com/bornsquared/status/1252257881740554243 [Propiedad de la fotografía: @netflix] [Consultada el 18/05/2020]



https://www.archysport.com/2020/04/the-last-dance-scottie-pippen-everyone-needs-help-including-michael-jordan/ [Propiedad de la fotografía: Archy Sport] [Consultada el 19/05/2020]



https://ftw.usatoday.com/2020/04/the-last-dance-michael-jordan-dennis-rodman-vegas [Propiedad de la fotografía: USA Today Sports] [Consultada el 19/05/2020]



https://twitter.com/espnnba/status/784104877370777600 [Propiedad de la fotografía: ESPN] [Consultada el 22/05/2020]



-https://www.indycornrows.com/2020/4/15/21219764/the-best-pacers-team-to-never-win-a-championship [Propiedad de la fotografía: Indy Cornrows] [Consultado el 23/05/2020]



-https://mx.nba.com/news/the-last-dance-michael-jordan-scott-burrell-chicago-bulls-nba/kuqmv269i4ph1brq84hqc9hg0 [Propiedad de la fotografía: NBA] [Consultado el 23/05/2020]



https://as.com/baloncesto/2020/03/28/nba/1585412441_443532.html [Propiedad de la fotografía: Diario As] [Consultado el 23/05/2020]



https://www.gq.com/story/ahmad-rashad-the-last-dance-interview [Propiedad de la fotografía: Nathaniel S. Butler, vía Getty Images] [Consultado el 23/05/2020]