domingo, marzo 15

Michael Jordan. El mero nombre parece tener melodía, sobre todo para las personas aficionadas al basket. Si Magic Johnson y Larry Bird rescataron con gloria a la NBA en la década de los 80 del pasado siglo, fue el astro de los Bull quien la elevó al aire con sus vuelos sin motor. Máquina de anotar, defensa incansable y con un don competitivo al alcance de muy pocos. No obstante, hubo un tiempo donde no lució el dorsal 23 y tampoco era el mejor jugador de su deporte; de hecho, ni siquiera era el más hábil de su vestuario.



Ron Shelton y el equipo de la ESPN, bastante experimentado en las lides del documental deportivo, se remontan a finales de 1993, cuando el MVP de la NBA, poco después de lograr su tercer anillo consecutivo para Chicago, anuncia su retirada de las canastas. La noticia dejó en shock al entramado orquestado por el Comisionado David Stern, quien era consciente de que no existía ningún recambio posible a una figura mediática con el carisma del escolta que lucía, además, dos oros olímpicos. 



Shelton, veterano de las ligas menores de béisbol, empieza a inquirir sobre los motivos de un anuncio sorprendente: Jordan afirmaba que abandonaba la disciplina donde nadie se le acercaba e iba a arriesgarse con los White Sox de la Ciudad del Viento. Viajes en autobús y tiempo para reflexionar tras el trágico asesinato de su padre, verdadero amante de todo los relacionado con el bate y el guante. Con una altura de mito más allá del bien y del mal, fue la oportunidad anhelada de perder esa exposición mediática y volver a ser de carne y hueso.


Uno de los riesgos con Jordan son los panegíricos. El otro reverso de la moneda es el sensacionalismo. Por ello, el breve e intenso documental que filmaron en EPN es un agradable punto medio aristotélico. No se omiten los problemas de la estrella NBA con el juego, mientras que la forma de abordar la pérdida de un ser querido es hecha con elegancia y sensibilidad, la merecida por todo ser humano. 



Otro hecho de enorme curiosidad es su diferente tratamiento por parte de los medios que, hasta hacía unas semanas, lo veneraban. Incluso la prestigiosa Sports Illustrated cargó contra él en una severa portada. Como el tiempo da sabiduría y madurez, es meritoria la reflexión de un periodista que firmó una severa crítica en su columna y que hoy afirma cambiaría mucho el tono de la misma. Pese a sus condiciones físicas, el béisbol era una disciplina que para cualquier neófito encierra mucho misterio. 



Y, con todo, Jordan siguió siendo Jordan. Nos explicamos. Muchos de sus compañeros se sorprendían de la cordialidad y enorme sonrisa con la que se dedicaba a firmar colas de autógrafos. Y es que los jugadores de los White Sox se sintieron camaradas de una estrella del rock. En este blog, en ocasiones, se han vertido críticas que intentaron ser razonadas sobre sobre algunos de los aspectos menos luminosos de la gerencia del Comisionado David Stern, en paz descanse. Eso no es óbice para afirmar que era un excelente vendedor de su producto y que nunca encontró un mejor aliado que MJ, una estampa siempre sonriente para toda la familia y que cuidaba mucho de su comunidad de fans. Eso siguió siendo igual en los campos de béisbol.


La oportunidad fue aprovechada por un cineasta que siempre aporta toques de genialidad, un Spike Lee en estado de gracia dejó un anuncio para el recuerdo donde él mismo se escenificaba como un fan medio criticando la falta de pericia del ídolo, mientras que gente con más sapiencia en el béisbol le replicaba "Yes, but he´s trying". Aunque nunca llegó a ser ni la mitad de la mitad de lo que era en las canchas, la ética de trabajo personal seguía allí y su capacidad de aprendizaje.



Terry Francona, su entrenador responsable en aquellos días, elogió los más que dignos números del novato, absolutamente lejos de los registros para un jugador de las ligas mayores, pero buenos para un recién llegado y máxime en un juego complejo donde incluso pasada la treintena hay revelaciones que logran comprender su complejidad y dar el gran salto.



Phil Jackson afirma en la entrevista recogida para ahondar en este periplo que volvió un Jordan distinto, alguien que disfrutó incluso más de su relación con la plantilla de los Bulls, a los cuales volvió a liderar a otros tres anillos. El héroe se había despejado de la aureola del Olimpo y volvió a ser mortal, una cura de humildad que le hizo ser todavía más grande. 



FILMOGRAFÍA:



- SHELTON, R. (dir.), Jordan Rides the Bus, ESPN, Estados Unidos, 2010.



ENLACES DE INTERÉS:



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FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



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