domingo, diciembre 8

Un día de lluvia bajo el Wanda. A comienzos del encuentro, el conjunto entrenado por Diego Pablo Simeone habían dominado de forma clara a los visitantes. Solamente la fortuna y Ter Steguen salvaguardaron la meta del Barcelona. Conforme avanzó la velada, cuando las piernas empezaban a cansar, el dorsal 10 puso la mirada que comparte con Kobe Bryant al intuir el cansancio en la defensa rival. La mordedura de la serpiente. 



Los recitales ya no son constantes. Sigue avanzando con esos pequeños toquecitos que fascinaban al añorado Di Stéfano, pero ya sin esa velocidad punta que le hacía imparable. A cambio, es mil veces más generoso que cuando el gran Frank Rijkaard lo colocaba como extremo habilidoso pegado a la banda. Lionel Messi tiene ahora cosas de Andrés Iniesta, Xavi Hernández y de sí mismo. Una combinación mortal muy necesaria en una descafeinada versión blaugrana. Durante las últimas campañas ligueras, se pierde la cuenta de las veces en que el astro rosarino ha salvado muebles, puntos y títulos. 



Fue una rosca imposible para la estirada de Oblak a falta de pocos minutos. Un tanto que acompañaba su anterior exhibición frente al Borussia Dortmund en el Nou Camp. Si está inspirado y no cabizbajo, el argentino lleva al público en un viaje al pasado, la época de la felicidad en el patio del recreo. Una excelencia futbolística de calidad donde lo más fascinante es la regularidad constante. Acompaña la paradoja de ser una decepción (según algunos panelistas) con su selección... de la que es el máximo goleador de la historia, por encima de una bestia como Gabriel Omar Batistuta.


Ha llegado un momento donde parece que Messi ganó a todos... y también perdió. Didier Drogba y su imponente presencia aguardaban antes de la entrega definitiva de su sexto Balón de Oro. Años de guerra memorables entre Barça y Chelsea. El goleador africano sonreía a un adversario con quien también compartió una simpática campaña publicitaria. Previamente, el argentino saludo con cordialidad a Van Dijk, el homérico central del Liverpool, cuya portentosa temporada anterior le hizo estar a escasos votos de una leyenda que este año logró asimismo el The Best. 



Jürgen Klopp hablaría poco después. Tipo tan inteligente como simpático, volvió a demostrar su clase. Elogió a su pupilo, un profesional noble y alma de una escuadra que siembra el miedo por toda Europa. La pasada Champions podría resumirse en que el 10 de dieces, como le apodó con acierto Rubén Uría, fue el mejor jugador de largo de la competición. Y el Liverpool, a muchas millas de distancia, el conjunto más solidario, vertiginoso y vistoso de todo el Viejo Continente. 



Si hubo dudas en las semifinales fue por el partido de ida de Messi, donde su genialidad colocó un 3-0 engañoso e injusto para los méritos ingleses. En la vuelta, varios de sus pases filtrados de la muerte fueron el único argumento blaugrana para evitar una debacle en un segundo tiempo de pesadilla. Su mirada perdida en el césped, al igual que en Roma, reflejan uno de los defectos importantes de su brillante trayectoria. No saber enmascarar el sufrimiento deportivo y buscar un influjo positivo para contagiar al resto. Resultan absurdas las acusaciones de cobardía sobre un atacante que ha firmado goles en mil eventos importante, pero bien es cierto que en Anfield debió quedarse a felicitar a Klopp de la misma manera que sus adversarios hicieron lo propio con su recital la semana anterior en la Ciudad Condal.


Más allá de eso, cualquier otro regateo de elogios tiene un punto de mezquindad deportiva poco recomendable. Incluso en cierta vertiente barcelonista que quiere acentuar la influencia de su modelo y estructura en el rendimiento superlativo de Messi. ¿Acaso no hubiera triunfado igualmente en el Bayern, Manchester o cualquier otro gran club? Incluso en ciertos mentideros con altavoces mediáticos superiores su carrerra habría sido mil veces más fácil a la hora de recolectar votos. Lo dijo Carles Puyol, voz autorizada, hay que saber escoger las prioridades y últimamente en la Ciudad Condal no se hace. 



Nuevamente tirando de hemeroteca, hallamos las palabras de Rubén Uría sobre que el Barça malgasta años pensando en el Barça tras el 10 de dieces sin pensar cómo rodear su talento de forma adecuada. Derroche que no impide acumulaciones de ligas y copas, pero tan excelso botín suena a poco por el potencial devastador que tiene alguien de quien el añorado Cruyff ya advertía que ganaría cinco o seis balones de Oro. 



A veces, el deseo de cualquiera que este viendo un partido del Barça es que el pase lo dé Messi y el remate lo haga el propio astro de la albiceleste. Escueto en palabras, su discurso en la gala sorprendió por sencillez y claridad. Va viendo la luz del túnel de forma cada vez más clara. Incluso las hordas de sus haters y quienes comercian con la grandeza ahogaron un pequeño suspiro. Vamos teniendo la sensación de que ese milagro deportivo semanal, esas toneladas de magia sobre el césped tendrán un final. 



Messi sí que es más que un club, la Champions o las campañas espureas de unos pocos con mucho ruido.  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.90min.com/posts/6509184-ernesto-valverde-unsurprisingly-praises-lionel-messi-for-match-winning-display-in-atletico-win



https://www.fcbarcelonanoticias.com/jugadores/lionel-messi/la-anecdota-de-drogba-sobre-la-historica-racha-de-messi_203198_102.html



https://www.elnacional.cat/es/deportes/klopp-messi-barca-liverpool_380311_102.html

1 comentarios:

Joselu dijo...

Messi tiene más talento y capacidad en organización y ataque. Sus habilidades integrales, amplia visión de campo, buena forma física y su versatilidad en la posición del medio campo lo han convertido en uno de los mejores jugadores más vistos del fútbol actual. Pero cuando sea un hombre y no un dios, estará lesionado y en malas condiciones, espero que valoremos a este gran futbolista.