Never shall me down

Empezó la noche en Estambul. Un base atípico en todo, incluyendo su peinado, comenzó la función con ganas. Llevaba cuatro de cinco en lanzamientos de tres. El Bayern de Múnich aguardaba a que el mejor jugador de Efes se calmase. Como le habría podido explicar la defensa del Barcelona en los pasados Playoffs de la Euroliga, se trataba de una bonita quimera. Cuando el jugador de Ohio sonríe, el adversario de los turcos debe preocuparse. Y mucho. 

Segundo cuarto. Caras perplejas en el conjunto bávaro. En el otro lado, Peters buscaba chocarse con su compañero, exultante y dando pequeños saltos. La mirada de un niño travieso que estaba disfrutando. Proseguía el bombardeo desde el tiro exterior. Su afición, devota hasta la médula, empezaba a preguntarse hasta dónde podía dispararse la anotación del monstruo que les llevó a poner contra la espada y la pared al todopoderoso CSKA en la pasada Final Four. 

La segunda parte tampoco ofreció piedad. Verdugo desde el tiro libre y encantado de jugar con su tamaño para volver locos a esforzados defensores como Greg Monroe. El público enloqueció con su 8/10 en triples y cuando quedó batido su propio récord. El éxtasis y el griterío de MVP llegó casi al final, cuando, justo antes de que sonase la bocina, sellaba su hazaña: 49 puntos.

Volvía a uno de sus antiguos hogares. Son fechas navideñas y nostálgicas. El Shane Larkin que conocieron en Vitoria era un un jugador muy interesante. Ahora, Ergin Ataman dirige a una estrella, esa clase de presencias que hacen a la gente comprar una entrada para ir al Buesa. Siguió en "su zona", el nombre con el que se conoce al estado de inspiración que alcanzan algunos anotadores en determinados momentos. Perasovic intentó dar las instrucciones defensivas apropiadas, pero fue imposible. 

Recuerdo perfectamente el estallido de Larkin en plena eliminatoria contra el Barcelona. Contaba con su buena aportación en Estambul, aunque subestime gravemente el verdadero nivel que estaba alcanzando. En mis pronósticos, consideraba que los de Pesic serían capaces de amarrarle. Posteriormente, nos sacaría de nuestro error a quienes le minusvaloramos con exhibiciones en el Palau. Desde entonces, mantiene esa mirada de sangre inyectada en los ojos con respecto a la canasta rival. En Vitoria lo sufrieron. 

Su tarjeta de presentación fue de 24 puntos y 8 asistencias. Singleton, Micic y cía han comprendido perfectamente cómo lograr la alquimia de ser muy corales y abastecer a una bestia anotadora. Larkin puede penetrar cual bala ante Shengelia o servir tiros fáciles a sus pívots. Si alguien se beneficia de las hazañas cada noche de su astro es el Efes en conjunto.

Solamente el actual Fenerbahçe podía irse decepcionado del curso anterior. Los pupilos de Obradovic cayeron en semifinales, precisamente ante la inspiración de Larkin. Aunque en esta cesión de poder por parte de los dos mejores conjuntos otomanos, deberíamos hablar del bloque antes que de la individualidad. Nuevamente, el norteamericano brilló en la visita a los dominios del gran rival, pero fue el esfuerzo global el que tumbó a su oponente. 

De hecho, el Efes se aprovechó con gran sapiencia del recuerdo de la pasada liga. En el partido decisivo, Larkin volvió a desafiar cualquier objeción que se pudiera poner a su persona: 39 tantos y momentos para el recuerdo. En la re-edición, firmó unos excelentes 20 puntos, sabiendo apuntillar tras la excelsa participación de sus compañeros. Los blanquiazules combinan su exuberancia ofensiva sin olvidar que esto es un deporte de equipo. 

Con la lección bien aprendida, Larkin sonreía ante el micrófono, destacando la aportación de Kruno Simon. "Lo mejor de nuestro equipo es que no hace falta que siempre destaque el mismo chico cada noche". Por una vez, habrá que llevarle la contraria. El Efes es un equipazo que lidera la Euroliga, pero, si todo lo demás fallase, siempre les quedará él.