domingo, septiembre 15

"La amistad es un alma que habita en dos cuerpos" - Artistóteles.



John Stockton y Karl Malone lo habían hecho casi todo. En frías noches de invierno, los Utah Jazz vieron cómo sus dos líderes les llevaban en volandas a triunfos que parecían casi imposibles pocos años atrás. A aquella altura, Jerry Sloan heredó el manto de Frank Layden. Se perdió en sentido del humor, pero la filosofía de juego seguía intacta. Con la misma intensidad que defendía a sus rivales en la NBA, el nuevo míster convirtió lo que ya era duro en granito abrasado por volcán, haciendo a sus barricadas las más temidas del campeonato. Jugar en Salt Lake City era una visita al dentista, la odiosa obligación que esperas acabe pronto. 



Stockton y Malone compartieron MVP en el All Star de 1993, además de ser ambo piezas destacadas en el Dream Team del año anterior, considerada la mejor escuadra baloncestística que jamás ha ido a unos Juegos Olímpicos. Con un pick and roll demoledor, se conocían de memoria y potenciaban a sus compañeros. Sloan podía ser un auténtico demonio en los entrenamientos, pero hubo decenas de jugadores que rindieron en la NBA a un nivel inesperado por sus desvelos. Howard Eisley, Greg Ostertag o Greg Foster se convirtieron en extraordinarios integrantes de la plantilla, muy por encima de las expectativas iniciales depositadas en ellos. 



Por supuesto, hubo momentos para las decepciones. Clyde Drexler, caballero y fino escolta, todavía daba gracias a las deidades por haber sobrevivido a aquella eliminatoria donde El Cartero y Stockton les pusieron 2-0 entre la espada y la pared. Houston resucitó e inició la senda hacia un anillo que parecía destinado a los mormones. En la campaña 1995/96 llevaron a siete encuentros a los Sonics de Payton y Kemp. Detlef Schrempf afirmó que "Eliminamos a un equipo fortísimo". El gran mérito es que Utah nunca bajaba los brazos, aquella rocosa unidad no ofrecía fracturas. Vinieron veteranos como Antoine Carr, quien con sus gafitas y aire a vuelta de todo escondía a un veterano curtido en mil batallas que le convirtieron en el suplente más demandado por la grada. Sencillamente, tenían todas las piezas.


"John Stockton manda a los Utah Jazz a las finales de la NBA"- 29 de mayo de 1997.



Números 1 del Oeste, los jugadores de los Jazz despedazaron a los dos equipos de LA sin que ni siquiera Kobe y Shaq pudieran hacerles frente. Precisamente hace poco que Bryant habló acerca de que hubiera podido ganar muchos más anillos con O´Neal. Indiscutible, lo que olvida la espectacular Black Mamba es que, aparte del innegable talento, el basket tiene asimismo un componente de química, incluso de amistad. Stockton le tomaba el pelo a Malone en cada viaje de autobús, mientras que Sloan mantenía cualquier asomo de ego a raya. Con mentalidad de hormigas obreras, Utah se midió a unos Houston Rockets que incluían luminarias como Hakeem Olajuwon o Charles Barkley.



Y se clasificaron a la finales por la puerta grande, ganando en el propio feudo texano. El triple que dibujó Stockton sumió a todas las figuras enfundadas de púrpura en un abrazo que pareció eterno. La única lástima era el drama generacional de convivir con una de las mejores dinastías de la Historia, los Chicago Bulls 2.0 de Su Majestad Michael Jordan, reforzados con Dennis Rodman y Toni Kukoc. Es decir, a una máquina casi perfecta que ya contaba con el comodín de Scottie Pippen, Phil Jackson sumaba al mejor defensor del campeonato y al europeo con más talento.



Malone falló unos tiros libres decisivos ante el trash talking de Pippen. Los Jazz viajaron a su guarida con un 2-0 en contra. El resto fue memorable. Con un robo de balón al mismísimo dorsal 23, Stockton certificaba una remontada que convirtió el quinto duelo en legendario. Se habló mucho de la presunta gripe de Jordan. Sea como fuere, el escolta celestial logró el milagro de leer un partido mejor que el ordenador más rápido de la NBA, aquel triple certificó una proeza que no desanimó a la entusiasta grada mormona. Los Jazz viajaron a Chicago a competir, no a asistir a una coronación. Cuando MJ supo que todo el mundo le miraba, dobló el balón a un Steve Kerr que anotó el lanzamiento más importante de su trayectoria deportiva. El rubio pistolero se tomaba revancha contra un Stockton que le había barrido en unas pruebas para el puesto de base siendo jóvenes.


La montaña púrpura



Jordan se llevó la merecida gloria, aunque Utah no fracasó. Una entusiasta afición aguardaba en el aeropuerto a sus héroes. Si bien Rodman podía burlarse de los horarios tempraneros en suelo mormón, era una urbe volcada y orgullosa de su escuadra de basket. Atrás quedaban aquellos años como faorillo rojo del campeonato, eran el preciado feudo del coco de la Conferencia Oeste. Si 1996/97 fue un sueño, la temporada que la continuó fueron los días de vino y rosas para un proyecto que había comenzado años atrás con Layden. 



Los Jazz lograron el mejor récord de la NBA, empatados en porcentaje victorias/derrotas con los Chicago Bulls. No obstante, los pupilos de Sloan lograron vencer sus duelos particulares contra sus verdugos. De cualquier modo, nunca se debe subestimar el corazón de un campeón, como bien dijo Rudy Tomjanovich. Los Rockets llegaron octavos del Oeste y son síntomas de envejecimiento de plantilla, pero nada de eso les impidió llevar a la muerte súbita a la serie. El quinto día, el mejor Karl Malone que había visto la liga (agradeció públicamente a Jordan "dejarle" ganar el MVP el curso anterior) se echó sobre sus espaldas a los Jazz, bien auxiliado por pistoleros como Jeff Hornaceck, un jugador prácticamente infalible en la línea de tiro libre. 



Aquello sembró de dudas a los medios. Incluso se cuestionó si Sloan era un gran entrenador para fase regular y malo para eliminatorias. Ignorando esos vaticinios, arrasaron a dos jóvenes equipos que darían mucho que hablar: los San Antonio Spurs de Duncan-Malone y los Lakers comandados por Kobe y Shaq. Viendo que en el otro cuadro los Indiana Pacers de Reggie Miller llevaron a siete juegos a Chicago, los términos agoreros se traspasaron a los Bulls, afirmándose que eran menos temibles que antaño. La capacidad de engañarnos resulta, pues, asombrosa.


"Era obstinado. Tienes que serlo para ser entrenador, pero tuvo su sistema y probó que era efectivo. No es sencillo tener un equipo en Utah, no es una franquicia con facilidad para atraer agentes libres. Todos tenemos admiración por él. Como colega, le echaré de menos"- Phil Jackson sobre Jerry Sloan.



Con El Cartero bien frenado por Rodman, experto en guerras físicas y psicológicas, Utah logró ganar el primer duelo en la prórroga. Pero el siguiente día se les escurrió el partido de entre los dedos, con Malone con porcentajes atípicos. Un revés, aunque nada preparó a Sloan para la debacle del tercer día. La icónica imagen de Jordan y Pippen volando para mates legendarios suele eclipsar que aquellos Bulls eran una de las defensas más terroríficas que se recuerdan. Fue la paliza más grande que nunca habían recibido los Jazz desde los lejanos días en que comenzaban en la NBA. Un correctivo inmenso, convertidos en el juguete roto de una escuadra que despedazaba cuando la moral adversaria se venía abajo.



Las críticas fueron despiadadas. Se demonizó incluso el sistema de bloqueos y continuaciones que tantos éxitos les había dado. Profesionales intachables como Byron Russell, quien recorría toda la cancha persiguiendo a Jordan y encima aportaba en ataque, tampoco estaban exentos de recelo. Como en ocasiones anteriores, cerraron filas para el siguiente reto. A falta de 2 minutos del cuarto juego, el banquillo de los Jazz había aportado 30 tantos por solamente 6 de la reserva de Chicago. Hornaceck anotó un tiro clave para empatar, pero los visitantes no pudieron frenar el ansía de rebote ofensivo de Rodman, quien festejó sus dos tiros libres con saña. Incluso Stockton falló alguna lectura de juego y nadie en el United Center quería perderse la inminente fiesta.



No existe respuesta lógica para la reacción que tuvieron los campeones del Oeste. Durante todas las Finales, Rodman había perseguido en pista y ante el micrófono a Malone. El Cartero se destapó en la Ciudad del Viento con 39 puntos, 9 rebotes y 5 asistencias. Lo más notable era su rictus impertérrito ante cada provocación recibida por el antiguo Bad Boy de Detroit. Antoine Carr salió minutos de calidad para cerrar el juego. De repente, los Bulls se frotaron los ojos. De una serie ganada casi por barrido se encontraron con que viajaban a Utah para dos partidos a muerte súbita. Los Jazz recuperaban a su MVP y el momentum de la serie.


"Será un partido igualado hasta el final... y Michael Jordan lo resolverá con un par de tiros. Es lo que hace"- Red Auerbach.



Ni siquiera El Maestro Zen se lo podía creer. Pippen se lastimaba en una de sus primeras acciones del encuentro. Utah dejaba de ser el corderito indefenso del tercer partido para emerger como el bicampeón del Far West que era. Antoine Carr gritaba desde el banquillo ante cada acción de Karl Malone, quien se dio cuenta de que Jordan iba a intentar una de sus clásicas exhibiciones heroicas. El segundo cuarto fue digno de videoteca, dos MVPs yendo a por todo. Isiah Thomas, amigo personal de Rodman, no dudó en criticar severamente al dorsal 32 de los Jazz al comienzo de la serie, sin dolerle luego prendas en afirmar que El Cartero estaba haciendo lo que quería con El Gusano y Longley en cada acción de los dos últimos encuentros.



Desde la mesa arbitral hubo también show. Siempre sorprenderá la decisión sin dudas de Dick Bavetta de anular un triple completamente legal de Eisley y regalar otro fuera de tiempo a Ron Harper. El partido iba cogiendo tintes dramáticos sin que nadie supiera qué esperar. A falta de menos de un minuto, se cambiaron los papeles y Karl Malone agradeció tantas asistencias a su amigo John Stockton, quien metió un triple maravilloso que colocaba a los locales a las puertas del séptimo. Toda una hazaña, de la desesperación a llevar a su franquicia al más hermoso desenlace posible, con Pippen tocado y lo Bulls sumidos en un torbellino de dudas.



Michael Jordan tomó entonces el mando de todas las operaciones. Hizo una rápida entrada a canasta para poner a los suyos a un punto sin consumir reloj. Entonces tomó una decisión arriesgada y genial, dejar solo a Hornaceck y lanzarse a por Malone, quien aguantaba bien en el poste bajo la presión de Rodman. Un certero manotazo a la bola dio nueva vida a Chicago, con la buena fortuna de que el esférico chocó con los pies de Malone para acercarlo a la defensa. Lo dijo Woody Allen en Match Point. En la última acción brillante, firmó una suspensión antológica, con el trío arbitral poco preocupado de ese breve empujón que dio al esforzado Byron Russell. Utah tuvo una última intentona, pero este lanzamiento de Stockton no entró.


"Estos chicos llevan jugando tanto tiempo juntos, han sabido mantenerse sanos y crecer... no importan los compañeros que tengan, siempre han logrado que su franquicia esté en el top"- Don Nelson.



Las generaciones pasaban. Stockton se acostumbró a medirse a Magic Johnson, el base que podía jugar de pívot, con quien le unía una mutua admiración. Luego tuvo duelos con un base rapado llamado Jason Williams, un mago de las asistencias. Iban llegando jóvenes tatuados, con fama de conflictivos y talento a raudales; por ejemplo, Allen Iverson. Sus estadísticas permanecían intactas, acompañando a coetáneos como Gary Payton. El ordenador de Utah creía siguiendo que se podía remontar cuando Jerry Sloan lo llamó al banquillo en el quinto juego disputado en el Arco Arena en los Playoffs de 2003. La grada de los Sacramento Kings estuvo a la altura de su fama y se levantó para ovacionar al jugador rival, el líder histórico en asistencias de la NBA, oro olímpico y perenne All Star. Era la última aventura que corría junto a Karl Malone en la pista.



El Cartero, quien había logrado un segundo MVP en 1999, tuvo una senda parecida. Comenzó batiéndose el cobre con veteranos como AC Green o David Robinson. Vivió incluso un cambio en su posición, el surgimiento de un nuevo tipo de ala-pívot: Chris Webber, Tim Duncan, Kevin Garnett, etc. Pero la Roca Malone permanecía. Guerreros como Ben Wallace subrayaron el significado de aquel tipo áspero en la generación del rap, un cowboy quizás desfasado en muchas cuestiones, pero cuya preparación para justificar el dinero para la entrada siempre fue indiscutible. El segundo máximo anotador de todos los tiempos, solamente por detrás del legendario Abdul Jabbar.



No todo son anillos y el marcador. En tal caso, la NBA podría resumirse en un teletexto. Cualquier persona que acudiese a Utah en aquellas décadas, habría sabido que era testigo de algo irrepetible, del legado de la pareja total y sus maravillosos escuderos. Aquellos Utah Jazz que salían a competir sin importar nada más. Stockton para Malone.



ENLACES DE INTERÉS:



John Stockton manda a los Jazz a sus primeras finales



Ceremonia de los Utah Jazz (promoción 1997).



Karl Malone en Chicago (quinto partido finales 1998).



Karl Malone versus Bulls (juego 6 finales 1998)



Las leyendas de la NBA hablan de Stockton



Karl Malone ingresa en el Salón de la Fama



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.youtube.com/watch?v=UKZRIKHFybA



http://dailydsports.com/john-stockton/



https://www.nba.com/jazz/purple-mountain-moments



https://trent.photo/1998/06/12/utah-jazz-v-chicago-bulls-nba-finals-game-5/#jp-carousel-40601



https://trent.photo/1998/06/14/utah-jazz-v-chicago-bulls-nba-finals-game-6-2/



https://www.slcdunk.com/2016/12/10/13909376/utah-jazz-sacramento-kings-john-stockton-karl-malone-fans