domingo, agosto 11

"Tengo la impresión de que Billy Chapel no está lanzando contra los Yankees. Tampoco está lanzando contra bateadores zurdos. Está luchando contra el paso del tiempo y la edad"- Entre el amor y el juego (1999), director: Sam Raimi. 



Apenas se había obrado el último milagro y ya se le sacaba punta. Por si Matthysse y Broner parecían casualidad, polémica con Jeff Horn al margen, Manny Pacquiao volvía a batir a un rival más joven que, además, llegaba imbatido. Tarea nada fácil, pese al estelar comienzo del filipino, en una forma física mucho mejor de la esperada para un atleta de su edad, Thurman le dio varios momentos de susto en la que un porcentaje alto de la afición ya calificó de pelea del año. El boxeador estadounidense dio una rueda de prensa donde afirmó que aquella velada fue una bendición y una lección. Tras el trash talking que precedió la pelea, Thurman demostró ser un campeón también cuando pierde. Sin embargo, el listón con la leyenda asiática es tan alto que pronto surgieron voces discordantes. 



Que no podría con Crawford, una de las grandes estrellas de la actualidad. Probablemente no, pero si hay alguien acostumbrado a los imposibles en el cuadrilátero es él. También salió, nuevamente, el nombre Mayweather, su gran rival en estos años por el título del mejor libra por libra. Un reencuentro entre ambos daría tantos dividendos como poca expectación real, puesto que su duelo confirmó las armas de cada cual y cualquiera de las dos hinchadas variará poco su percepción de la superioridad de su favorito frente al otro. Llegados a este punto, parece que el peor adversario de Pacquiao es el inexorable paso del padre tiempo. Como dicen algunas personalidades del mundillo en México, ha logrado volver a vencerlo, pero Cronos siempre termina alcanzando incluso a los mitos.  



Se habla de cada victoria le alcanza a la presidencia de Filipinas. Mal asunto. Nunca será lo suficientemente ponderada la filantropía de la estrella del boxeo con sus compatriotas, tampoco la proeza de que sus combates lograsen treguas entre la guerrilla y el gobierno. Cierto que el pugilismo es una salvajada, pero mejor un filipino partiéndose la cara con reglas que toda una nación sin miramientos. Los triunfos deportivos no tienen por qué ser sinónimos de hábil política; de hecho, cada vez parece más clara que debería darse una elección entre la labor de congresista o la de combatiente, porque ambas exigen demasiada atención individual. 



Muchas de las voces, incluso de distinguidos colegas que honraron los guantes, ya hace tiempo que ven el peligro desde un merecido burladero. A estas alturas, Pacman es el superviviente de toda una generación. Se peleó con casi todos. Con muchos ganó y brilló cuando le tocó a la par la derrota. Incluso en ella permaneció inmaculado. Aceptó el golpeó brutal de su Némesis, Márquez, mientras que con molestias del hombro incluidas nunca traicionó su filosofía y forma de entender su profesión ante Mayweather en un combate que le llegó con años de retraso. Ante la clepsidra, el boxeador mantiene el embrujo, aunque hay cicatrices importantes en el camino. 



El golpe del que la reputación difícilmente se recuperará fue de sus terribles declaraciones contra las personas homosexuales. Pese a la rectificación posterior, un daño incalculable fue hecho. Como enseñó Confucio, el insulto solamente deshonra a su autor. Incluso Muhammad Ali, que fue el más grande dentro y fuera del ring, tuvo etapas donde resultó víctimas de sus prejuicios e hizo comentarios de los que luego se arrepintió. En ese ejemplo debería mirarse alguien que quiere dedicarse a la función pública y ser algo más que un deportista. 


Sin excusas



Desde Javier Castillejo no se había vivido algo semejante. La mera presencia de Joana Pastrana paralizó el fin de semana en Marbella. Su tercera defensa del título fue un acontecimiento con cobertura mediática y gran expectación televisiva. La deportista ha comparecido en programas de gran popularidad como La Resistencia. Al igual que Carolina Marín con el bádminton, la sucesión de victorias y el esfuerzo de su equipo ha logrado captar los focos de una parcela que estaba desatendida. 



Yokasta Valle, la púgil de Costa Rica, llegó a España con la concentración requerida para una candidatura difícil. Intentar conseguir un título contra la campeona en su feudo exigía mucho. Dio la nota más que holgadamente. El planteamiento de su staff fue ejecutado a la perfección. Mantener la agresividad que diera puntos en las tarjetas y evitar que la española le conectase uno de los temidos ganchos que le son célebres. 



"Gracias a Pastrana, fue una guerra". La púgil sudamericana demostró saber ganar y se comportó en todo momento con las formas que se esperan de una deportista de élite. Las tarjetas fueron notablemente justas, mostrando un choque reñido pero que debía decantarse por Valle al final. Pastrana prometió seguir como hasta ahora, algo de lo que no cabe ninguna duda a juzgar por lo visto en su trayectoria hasta la fecha. 



De hecho, el mejor espejo para la española es su colega. Valle cayó ante Naoko Fujioka y la alemana Tina Rupprecht, experiencias que le permitieron enfocar su actuación en Marbella con todas las lecciones aprendidas. Absolutamente nada acaba aquí para alguien acostumbrada a salir adelante sin importar la adversidad: "Ni excusas ni justificaciones, perdí", afirmó con el rictus serio tras esperar como corresponde al nombramiento de la costarricense como nueva propietaria del título. 



Prensa y público deben estar a su altura y no retirar ese apoyo incipiente. Se acabó la invisibilidad de esta guerrera.


Réquiem



No quería parar. Con un récord de 13 triunfos y 0 derrotas, es normal pensar que Maxim Dadashev pensase que tendría alguna oportunidad en los asaltos que quedaban de sorprender a su rival. Valentía nunca le faltó. No obstante, su esquina logró al fin hacerle desistir en el undécimo. Lo ocurrido era escalofriante. Muchos golpes en la cabeza. El boxeador nacido en San Petersburgo salió por su propio pie, pero al poco en el hospital se le indujo al coma por las graves hemorragias cerebrales detectadas. Los peores pronósticos se confirmaron y volvió a salir a la palestra un debate que no envejece.



Miguel Cotto, leyenda boricua del ring, hablaba de la necesidad de reforzar los controles médicos, especialmente los realizados tras las peleas. Subriel Matías, vencedor aquella aciaga noche, se mostró consternado con su cuerpo técnico por la noticia. El peleador ruso dejaba familia y amigos en el camino. Volvía a hablarse de lo poco que costaría que, al igual que en categoría amateur, llevasen cascos. El jarro de agua fría de la noticia conmocionó a la opinión pública. Nunca se ponderará lo suficiente a los colegiados/as que detienen cualquier velada al menor signo de castigo excesivo, puesto que la vieja fórmula de "por el bien del espectáculo" es una salvajada sin precedentes.



La desgracia no vino sola y poco días después se confirmaba la muerte de Hugo Santillán, púgil argentino que se desmayó en el ring mientras se pronunciaba su empate en el combate frente a Eduardo Abreu. El traumatismo craneoencefálico era de una gravedad severísima y volvía a confirmar el peligro innecesario al que se somete a una parte del cuerpo humano tan delicada. La noticia, además, puso sobre la mesa las malas condiciones que sufre el boxeo argentino en general.



La medida venía asimismo de una falta de comunicación gravísima, puesto que Santillán no estaba apto para subir a pelear tras las severas lesiones sufridas en un enfrentamiento previo en Alemania. A nivel médico, se vio perjudicado porque no se hacen electroencefalogramas a ningún púgil que no haya perdido por KO. Como el argentino cayó dos veces a la lona y se levantó por fuerza de voluntad, no se le hizo un estudio que era urgente y de primera necesidad. El horror se incrementa al pensar que su entrenador es de igual forma su progenitor y hubo de presenciar en directo el escalofriante momento.



Andrés Burgo brindaba una crónica elocuente desde Buenos Aires donde hablaba del dinero informal que se movía entre bambalinas, de la falta de facturas y el juego del desconocimiento para exprimir a esa gallina de los huevos de oro que son los gladiadores y gladiadoras modernos (quienes, por supuesto, sacan la menor tajada por poner en riesgo su salud).


El general



"Es muy rápido". Poli Díaz, apodado el Potro de Vallecas, uno de los mejores púgiles europeos hasta que las cuestiones extra-deportivas lo mermaron, estudiaba con admiración encubierta los vídeos de su gran rival aquella noche para la Historia: Pernell Whitaker. Acostumbrado a que sus adversarios le subestimasen por su aspecto de pegador rudo, el vallecano solía tender hábiles trampas en el cuadrilátero, consiguiendo intercambios que le beneficiasen. No obstante, pronto intuyó que Sweet Pea, como le apodaban en los Estados Unidos, era diferente a todo. De él se dijo en una ocasión que estudiaba el ring como un general.



En verdad, cuesta pensar que Kutuzov o Pompeyo conociesen mejor sus sus planes de batalla que Whitaker a los oponentes. Casi siempre le salían las cuentas, era dar un golpe más que el rival en cada asalto. Y recibir poco. En eso fue un auténtico experto. Cuatro títulos mundiales avalan su trayectoria. Incluso en uno de sus escasos reveses, ante la leyenda mexicana Julio César Chávez, el empate otorgado por la mesa arbitral recibió la protesta airada de publicaciones como Sports Illustrated.



Dominique, hija de la leyenda deportiva, transmitía el peor golpe posible un domingo por la noche de julio donde el ex púgil fue atropellado por un coche en Virginia Beach. Oro olímpico, tuvo la maldición de otras estrellas de caer en garras tan peligrosas como el alcoholismo o las drogas, algo que le convenció, junto con su staff, de que era la hora de retirarse para no ensuciar un legado impresionante en un deporte que penalizaba mucho errores que él rara vez cometía. Mostraba en los últimos tiempos interés por formar a jóvenes talentos.



Óscar de la Hoya, el primero en lograr arrebatarle el invicto, no dudaba en señalar que era el mejor rival al que se había medido. Nada mal teniendo en cuenta que su lista hay gente como Mayweather, Pacquiao o Shane Mosley. Sergio Maravilla Martínez, uno de sus discípulos más aventajados en utilizar las piernas para la defensa, se mostraba igual de consternado por el fatal accidente. Y todo eso por citar meramente a dos leyendas en un mar de elogios que cayeron tras conocerse el suceso.



"Conozco este juego de la A a la Z" comentó en una ocasión. Normalmente, habría sido una frase arrogante de un joven atleta. En contadas ocasiones, una simple aseveración de la verdad. Con Sweet Pea fue una de esas raras veces que sí. 



ENLACES DE INTERÉS:



Morir por mil euros



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.pagina12.com.ar/207610-manny-pacquiao-sigue-derribando-mitos



https://www.marbella24horas.es/mas-deportes/joana-pastrana-pierde-en-marbella-el-titulo-mundial-ante-yokasta-valle-26000



https://www.marca.com/boxeo/2019/07/23/5d37436f268e3e450d8b459a.html



https://www.wtrf.com/sports/local-boxing-legend-pernell-sweet-pea-whitaker-dies-in-virginia-beach-accident/