domingo, agosto 18

"Nuestra deuda nunca la podré pagar". La frase es recitada con regia elegancia por Alec Guinness en el rol del príncipe Faisal. Se trata de uno de los momentos más emotivos de Lawrence de Arabia (1962), una de esas películas que se ven conteniendo la respiración de puro asombro. La gratitud es un bien escaso que conviene conservar. Ranko Zeravica cambió la vida de una institución que estaba chata, acostumbrada a perder y, esto es lo grave, a la que poco le importaba ese hecho. La revolución que montó junto con Eduardo Portela y otros directivos blaugranas modificó el Barcelona de basket y lo hizo entrar en la modernidad. Una de las muchas cosas que en la Ciudad Condal deben al serbio fue haberse prendado de un muchacho alto que jugaba en un amistoso con el Hospitalet, procedente de Santo Domingo. 



Su nombre era Cándido Antonio Chicho Sibilio y desde una atalaya de dos metros tenía una muñeca privilegiada para encestar. Con todo, en el combinado dominicano era normal que el joven desempeñase el puesto de pívot. Eso cambiaría, puesto que quería el destino que estuviera llamado a revolucionar el puesto de alero en el Viejo Continente. Olvidando los sueños infantiles sobre el béisbol, otra disciplina que le interesaba, se embarcó a España en una decisión trascendental. Lo demostrado en categorías inferiores embelesó tanto a club que nadie dudó que llegaría al primer equipo. Tampoco vacilaría la federación hispana en nacionalizar su ficha en 1977. 



Pero hubo algo más que canastas y triples limpios cuando se modificó el reglamento. La clave de lo que luego se transmitió en el Palau tenía mucho que ver con la química. Lagarto de la Cruz no era un fino estilista, pero, como habrían dicho en El precio del poder (1983), "Cuando tienes a un tipo así, se parte el pecho por ti". Fue uno de los primeros en acoger y proteger a Chicho, con quien consolidaría una hermosa amistad. O Manolo Flores, un extremeño mudado desde pequeño a Cataluña y quien ayudó mucho al alero sudamericano a comprender mejor su segunda casa. Porque Santo Domingo siempre estuvo allí, la persona sabia se fascina por lo novedoso y conserva con cariño sus raíces sin juzgar ambas cuestiones incompatibles.


El propio Chico admitía que, cuando ellos llegaron, el Madrid tenía un equipazo. Una maquinaria ganadora a la que antes le quitaba el sueño su vecino Estudiantes o la Penya que ellos. Por eso aquella revolución de amigos fue tan importante. Nacho Solozábal y Epi se convirtieron junto con él en un triunvirato atípico donde el tiro exterior y los pases alegres se pusieron a prueba. De repente, llegaban técnicos innovadores como Aíto García Reneses y fichajes de la talla de Audie Norris. Cuando eres joven, piensas que vivirás para siempre. Aquella camada cometió ese pecado que siempre debe perdonarse. El resto fue una locura genial, la estampa de la camiseta roja sobre la que el dorsal 6 de colocaba su elástica, los veranos de francachelas con su amigos Lagarto e Iturriaga, etc. 



Sobre Aíto y Chicho se podrían escribir ocho volúmenes. Dos voraces ganadores obligados a entenderse, pero con revoluciones distintas. El técnico ya intuía que el basket de alta competición iba a exigir rotaciones constantes. Para un bailarín acostumbrado a disfrutar en la pista, aquello era muy duro. El dominicano mejoró mucho en defensa con Reneses, incluso en las épocas donde más tensos estaban por sus decisiones de mandarle al banco para descansar. Quizás no se dijeron en su momento lo mucho que se ayudaron, pero el 6 reconoció que en su isla copiaba muchas cosas de su ex míster para explicar el deporte que amaba a las nuevas generaciones. Obviamente, el estratega fue de los primeros en expresar públicas condolencias por la tragedia, afirmando que sí mantenían cierto contacto cordial que desmentía esa enemistad que algunas malas lenguas propiciaron. 



A veces, preferimos ver lo poco que falta antes que lo mucho logrado. Stokcton y Malone fueron una pareja divina que llevó a los modestos Utah Jazz a la élite de la NBA. Todavía se les recuerda que no obtuvieron el anillo, como si perder con una deidad llamada Michael Jordan enturbiase los milagros diarios que hacían en Salt Lake City. El Barça de los Epi y Sibilio acumuló ligas, copas, noches memorables ante los mejores... y nunca pudo ganar la Copa de Europa. Sibilio no dejó de pensar que uno de sus días más desafortunados (4 puntos para él era nada) ante la Roma fue lo que condenó a los suyos. No tiene nada de extraño que poco después cayese de rodillas cuando Lagarto de la Cruz acababa una contra que certificaba el milagro de la Recopa culé ante el Zalgiris de Arvydas Sabonis. Jugoplastika mediante no se logró ese objetivo, pero la edad da perspectiva y el propio Chicho convivía mejor con aquel fantasma, sonriendo al recordar que fue uno de los niños mimados del Palau, el rey de la media distancia.


Algo que fue muy necesario en la selección, así lo supieron ver Raimundo Saporta y Díaz Miguel. Particularmente en el campeonato de Moscú desplegó e máximo de su juego. Fernando Romay, entre otros, han acentuado la importancia que tuvo en aquellos días de crecimiento la figura del 6. Quedó también para la memoria su decisión de no acudir a los Ángeles aquel verano de 1984. Siempre le faltó esa plata colgada al cuello. Pero no se arrepintió. Sentía que quería estar con su gente en aquellas ligas veraniegas. Y la vida se trata de ser feliz. Sibilio casi siempre lograba hacer lo que se le antojaba sin molestar a nadie.



Tampoco fue fácil el primer año en Vitoria. Pero se acostumbró. Y encontró una afición que lo seguía. Se tornó en un veterano de lujo. Aíto habría estado orgulloso. Ya no se venía abajo si su legendaria puntería no estaba del todo afinada una tarde. Hallaba muchas otras maneras de ayudar e involucrar al equipo. Después, tras la retirada, se esfumó con la discreción de un gran actor al terminar la función.



Se retiró a su pueblito de Bajos de Haina. Siempre me cayó bien Sibilio. Por su forma de armar el brazo y elegancia en el tiro. Por ser dominicano y español. Balones al 6.



ENLACES DE INTERÉS:



Chico Sibilio: El jugador de esmoquin (Texto de Robert Álvarez)



Informe Robinson: Chicho Silio (parte 1) Informe Robinson: Chicho Siblio (parte 2)



Página homenaje a Chicho Sibilio



¿Por qué era tan bueno Chicho Sibilio?



Quan s´apaguen els llums: Chicho Sibilio



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.chichosibilio.com/



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https://www.chichosibilio.com/sibilio-un-feliz-hallazgo-para-la-seleccion-de-baloncesto/