lunes, diciembre 17

Era el escenario adecuado y el momento idóneo. Vísperas navideñas en el marco del Staples Center, una de las Mecas del basket donde la audiencia patricia de Hollywood acude a ver a los gladiadores bajo los aros. El Lakers-Heat era algo más que un partido de la NBA. Estaba en juego algo realmente interesante, la respuesta a una pregunta que en el enloquecido panorama deportivo actual urgía más que nunca: ¿pueden ganar dos si la victoria solamente se la lleva uno?



Dwyane Wade esperaba en el banco. Algo raro en una trayectoria tan sobresaliente como la suya. Nadie olvida que cuando Shaquille O´Neal desembarcó en Florida el verano de 2004 sorprendió al globo con su declaración: "Vengo al equipo de Wade". Palabras mayúsculas en el dominante pívot, poco dado a compartir focos. Pero ya tenía claro Shaq que aquel joven de pies veloces era algo más que un buen escolta. En pocas temporadas, el descarado número 3 batiría el récord de anotación de la franquicia de un mito como Alonzo Mourning. 



Así llegaría un anillo bajo la tutela de Pat Riley y un futuro oro olímpico. Reconocimiento de All Star perenne y una sólida reputación como gran estrella. Ahora, Wade es un veterano de lujo para una escuadra joven. Las canchas que antes le temían y silbaban reconocen con sinceras ovaciones su gran talento. La afición de LA no fue menos y todos los ojos se posaron en él cuando entró a pista. Hasta ese momento, Lebron James lideraba a los locales con su fecunda sociedad con JaVale McGee. 


Todo el mundo esperaba que se cruzasen en alguna acción. El baloncesto más allá del Atlántico se ha compuesto de pequeños milagros como aquel Magic versus Jordan-Thomas en Orlando. Juntos, han recorrido mucho camino. Curiosamente, nunca llegaron a medirse como rivales en Playoffs. James era todo en Cleveland mientras "Flash" fue el primero de aquella magnífica cosecha de draft en ponerse un anillo de campeón al dedo. 



Con el tiempo, se produjo todo aquello de "La Decisión". Eran los días donde todavía ni siquiera estaba de moda odiar a los Warriors por buscar el mejor equipo posible. James, en una mercadotecnia que no le benefició, anunció al globo que se marchaba a Florida para sumar con fuerzas con Wade y Chris Bosh. Ni siquiera tanto talento funcionó de primeras, había muchos ajustes que hacer. Un Dirk Nowitzki tocado por la varita mágica les privó del título a la primera. 



No debió de ser bocado fácil para un artista acostumbrado a la idolatría de su gente. Wade supo hacerse buen socio de un tipo de otra galaxia, consciente de que para dar otro paso más en los Heat había que dejar los galones a Lebron. Dejaron mil jugadas para el recuerdo. Con muchas lesiones a sus espaldas, menos explosivo que cuando era un rayo, Dwyane regaló esencias del jugón verdadero, ese por el que siempre merece la pena pagar la entrada. Su amigo Lebron no entendió de emotividad en pista y martilleaba el aro rival sin piedad. 


Cada uno jugó sus cartas con inteligencia. James era el líder de unos angelinos hambrientos en un Far West feroz. Wade ejerció del perro viejo de olfato fino, el veterano que ha sido estrella y ahora sabe cuándo doblar el balón para dejar a un compañero solo en la esquina. Antes, su explosividad era tan impresionante que aspiraba a ganar partidos solo. Ahora, necesita ese apoyo y goza del respeto del resto de la plantilla porque él es Miami con un balón en las manos. 



Juntos conocieron cuatro finales de la NBA. El jolgorio por el triple imposible de Ray Allen y el recital que sufrieron ante los mejores San Antonio Spurs que se recuerdan. Se iban acercando los minutos finales y el monarca de la NBA sabía que debía ser así. Los Heat no se descolgaron, hicieron la goma y tuvieron la última bola para su astro, quien tantas veces los salvó en situaciones parecidas. Lanzó la parábola con plegaria de los viejos tiempos. Todo aficionado neutral quería que entrase para ir a una prórroga que permitiese seguir viendo a los dos amigos una vez más. 



James no tuvo piedad y punteó el tiro. No había armisticio hasta que sonase la bocina. Una vez sucedió, se fundieron en un abrazo. El largo recorrido llegaba a su final. No volveremos a ver a Wade y James juntos en un partido oficial. Se apagaron las luces en silencio, como quien abandona un espectáculo maravilloso. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.marca.com/baloncesto/nba/2018/12/11/5c1008f8e5fdea85228b4588.html



http://www.nba.com/article/2016/10/13/longtime-friends-wade-james-meet-again



https://www.alairelibre.cl/noticias/deportes/baloncesto/nba/lebron-james-despidio-a-dwyane-wade-en-triunfo-de-los-angeles-ante-el/2018-12-11/083410.html