domingo, diciembre 2

Solamente el actual Fenerbahçe podría irse molesto de su última participación en la Euroliga. Brillante temporada regular, eliminación de una escuadra tan seria como el Baskonia y Final Four disputada hasta el último minuto. No obstante, para los pupilos de Obradovic fue otra daga, la misma que tuvieron cuando protagonizaron una épica remontada ante el CSKA de Moscú para morir en la orilla. Kalinic negaba con la cabeza por aquel rebote mal cerrado cuando los otomanos volvían a acercarse para tocar la prórroga con la llama de los dedos ante el todopoderoso Madrid de Pablo Laso. 



Y es que los blancos tienen mucho que decir en esta historia. En cierto sentido, ambos equipos siguen caminos paralelos. Durante mucho tiempo, el técnico vitoriano trituraba adversarios y coleccionaba últimas instancias, volviéndose de la F4 con el amargo sabor de boca que hoy tienen los de Obradovic. El título fue algo glorioso para el deporte turco, aunque, entiéndase en la exigencia de lo que estamos hablando, empieza a saber a poco. Por décimas de segundo no tienen una segunda o tercera Euroliga en su zurrón. 



Por ello, era tan importante la visita a un Palau Blaugrana crecido, contento de volver a sentir algunos latidos de vida tras años de un proyecto en derrumbe. Lo reconoció el maestro Obradovic, volvía a haber sangre en los ojos en algunos jugadores blaugranas para querer hacer algo en el Viejo Continente. El Fenerbahçe sabía eso y los pinchazos de otros favoritos que les podían colocar líderes. Llegaron como una máquina perfectamente engrasada, un conjunto acostumbrado a vencer al oponente a base de agotarlo. 


No era una noche más. Marko Guduric recordaba la ausencia de un hombre muy importante el roster aquel día, el griego Kostas Sloukas, uno de los jugadores más intensos de la plantilla y con un palmares impresionante. Luigi Datome hizo que no se añorase su gran defensa con un tapón descomunal que pilló totalmente desprevenido a Oriola. Fue en esa intensidad donde se vio que el Barça quería y no podía, mientras que los visitantes aunaban las dos condiciones. La diferencia entre un buen equipo y otro que es aspirante al título. 



Fue Alí quien marcó el ritmo en el primer cuarto. Quería evitar a toda costa que el Palau tuviese la atmósfera que había logrado en el triunfo ante el máximo rival. Dominó todo en esos diez minutos, incluyendo suspensión sobre la bocina para helar al pabellón. Jugador clave en los esquemas del maestro Obradovic, es además uno de los más implicados en el intento de crear una dinastía que se está haciendo en Estambul. 



Probablemente, todo el conjunto viajaba a la Ciudad Condal con el recuerdo de Tel Aviv. Sfairopoulos se estrenaba en el banquillo israelí, fue un partido entusiasta y cara de perro. Incluso un guerrero curtido en mil batallas como Sloukas fue sorprendido por un tapón de Black en el último cuarto que puso el encuentro en un puño. El Maccabi falló el último triple y Kalinic se iba refunfuñando pese a la victoria. El carácter de unos tipos que saben que, para lo que ellos pueden hacer, no basta con ganar.  


Todo se hace con un jefe de pista incuestionable, rodeado de un staff técnico escogido con mimo y que todavía conserva elementos de su época en la Penya. Obradovic es la mezcla perfecta de profesor severo y comprensivo, un mentor que aspira a su décima Euroliga. Sigue teniendo hambre y eso lo contagia en su vestuario. En una época donde los móviles se colocan en la mesa durante almuerzos y cenas, ha logrado imponer que estén terminantemente prohibidos en esos lances porque sus jugadores necesitan hablar entre ellos. 



Una buena prueba de ello es Melih Mahmutoglu, un jugador muy querido por la grada turca. El Fenerbahçe no esperaba su tercera derrota en terreno doméstico. Obradovic intentó hacerles reaccionar y hubo un tiempo muerto con pequeño cachete incluido para espolear a propios y extraños. Después, el escolta y el míster bromearon sobre el asunto. Es sabido que Zeljko concede algunos días libres cuando hay muchos viajes... salvo para los jóvenes. Los cachorros se lo toman bien porque saben que la recompensa es aprender del zorro de los banquillos y que es el primero en protegerlos puertas para fuera. 



Algunos se sorprenden del venerable abuelo de cabellos plateados que hiela el Sian Erdem cuando no ve la intensidad que exige en su equipo. Estrellas millonarias, novatos y asistentes al pabellón callan y asienten. Saben que tienen ahí a su Fatih, un conquistador como Mehmet al que escuchar cuando llegue mayo y haya que medirse a CSKA, Real y otros ogros. El Fener hizo historia hace dos temporadas, Zeljko está, sin embargo, con el apetito intacto. Él quiere una dinastía. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



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