domingo, noviembre 18

"Cuídate de los hombres flacos que piensan demasiado"- Julio César, William Shakespeare.



Fue una columna de refresco cuando la batalla parecía perdida. Comenzaba a agitarse una vieja bandera que llevaba cosida una frase terrible que la selección azzurra en época de Mussolini aprendió a temer: "Vencer o morir". Un telegrama que llegó en vísperas de un partido emocionante e importante que el líder fascista convirtió en una losa de tiempos atávicos. Aunque parezca mentira, la lección no está aprendida del todo y Buenos Aires respiró hace poco una atmósfera similar ante la tormenta que llegaba el fin de semana. 



César Luis Menotti no habló con lengua de serpiente. Mientras radios y prensa evocaban el Apocalipsis ante la inminente ida del Boca Juniors-River Plate, final de la copa Libertadores, El Flaco buscó la mesura y recordó la fiesta. El deporte argentino debía estar de enhorabuena. El Muñeco Gallardo había vuelto a lograr otro milagro en unas semifinales de infarto ante el brasileño conjunto de Gremio. Los xeneizes hacían otro tanto en otro duelo con sabor histórico, el mantenido ante Palmeiras (¿quién puede olvidar aquellas tandas de penal en el Morumbí?). 



A pesar de lo emocionante del duelo, el técnico campeón del Mundial del 78 (ese donde el pueblo argentino vivió en dos almas, gritando goles en la cancha y ensordeciéndose para olvidar lo que ocurría en los calabozos de la dictadura), llevaba razón. La Tierra no dejó de girar e incluso cayó una lluvia torrencial que aplazó el partido. Las deidades no iban pedir permiso al Superclásico para decidir cuando bañar La Bombonera. En tensa calma, las dos escuadras aguardaban. Paralelamente, el fútbol argentino se preparaba para vivir en la dualidad de la excelencia y el miedo.  


"Se festeja. Se sufre. Se pierde. Pero jamás se abandona"- Lema River Plate. 



La hinchada argentina es amante de la cargada. Es decir, la broma sobre el derrotado. La memoria es prodigiosa entre aficiones cuando se trata de recordar derrotas ajenas. Hace mucho que Los Millonarios viven con el sobrenombre de gallinas, otorgado en una noche que tenían un 2-0 favorable para llevarse el título y Peñarol resucitó para remontarles y llevar la copa a Montevideo. Con todo, ninguna desgracia parece similar al descenso de 2011. 



Una escuadra que había contado con luminarias como El Burrito Ortega, Enzo Francescoli o Di Stéfano bajaba de categoría. La sangría no se hizo esperar, un recuerdo que las gradas rivales recordarían siempre con sorna y cánticos. De cualquier modo, lo realmente inquietante fueron los altercados producidos el día que se consumó la bajada. Decenas y decenas de personas golpeadas, además de dos agentes policiales gravemente heridos. El diagnóstico de una fiebre nacional hiperbólica y que ha llevado a episodios tan vergonzosos como el gas pimienta (14 de mayo de 2015). 



Marcelo Gallardo lo recuerda, estuvo allí. Sus jugadores fueron recibidos de esa dantesca manera en los octavos de Libertadores. Gente como Mora o Ponzio también militaban ya con la camiseta de banda roja cruzada. Aquella eliminatoria la resolvieron los despachos, una sanción ejemplar para evitar repeticiones. Por suerte, el pasado fin de semana nada de eso fue necesario. Lección aprendida, aunque con dudas en un horizonte donde no hay garantías para llevar a personas aficionadas de la escuadra visitante. Pero volvían unos Millonarios distintos, transformados. Como las legiones malditas de Cannas, tras la B y sufrir las burlas adversarias, era River quien se colgaba con el título de favorito y equipo sobrio, experto en alzar torneos.  


"Desde fuera Boca es Boca. Pero fue en aquella primera noche en La Bombonera cuando comprendí lo que significaba para la gente. Tras aquella entrada se produjo una conexión con su gente. Me recibieron y sentí esa energía"- Jorge El Patrón Bermúdez. 



Uno de los placeres actuales del periodismo en lengua castellana es el poder leer a Enric González. Excelente contador de historias, fruto de sus etapas de corresponsal ha dejado libros deliciosos de anécdotas en lugares tan apetecibles como Londres, New York o Roma. El hecho de residir ahora en Buenos Aires le obligaba a redactar sobre el magno evento. Lo hizo con la destreza de siempre y el síndrome de Estocolmo con la fiebre copera. 



En un mundo controlado por los barras bravas y la corrupción, el fútbol argentino malvive en base a la pasión y el corazón. La Bombonera no se avergüenza del olor a bostero del que hablaba Carlos Bianchi durante sus virreinatos, si bien la temida 12 incluso desafió al ídolo de ídolos, Juan Román Riquelme, quien siempre se abrazaba con Aimar en días de Superclásicos decididos por los enganches. El europeo culto como González se fascina ante las rejas y las avalanchas, en ese afán desmedido por la emotividad. 



A veces, conviene recordar la frase de Hércules Poirot cuando una joven dama le preguntó si acaso no había encontrado algún criminal admirable por su inteligencia o audacia de sus métodos. "Sí, los admiré como habría con un hermoso tigre enjaulado. Desde la seguridad de la distancia de unos barrotes". El fútbol argentino tiene mística pese a las barras, escándalos y panqueques, no gracias a ellos. Aquí el orden de los factores si altera el producto en un período donde se silba a Messi por pecho frío y se puede aplaudir una entrada en plancha. Eso sí, La Bombonera, el templo donde oficiaron misas paganas Serrat y Sabina, se puso en sus mejores galas para contagiar al globo. 


"Si los has visto, es que no eran apaches"- Fort Apache (1948), dirigida por John Ford.



Gallardo tenía prohibido asistir al estadio por sanción. Sin embargo, el espíritu del míster estuvo en la Bombonera. River salió con las ideas claras. No fue un partido donde nadie fuese a arriesgar de inicio, aunque los visitantes supieron crear problemas en los laterales. Pronto, el arquero Rossi fue la figura de los locales. Malos síntomas que, misterios del fútbol, terminaron con los locales mordiendo primero. Fue un derechazo que no tumbó a Los Millonarios, quienes encontraron en la corpulenta figura de Lucas Pratto una respuesta inmediata. 



Los xeneizes estaban sin ideas, si bien siempre con alma. El esfuerzo lo personificó Wilmar Barrios, todo corazón. Desde que el Bambino Veira trajese a Óscar Córdoba, Chicho Serna y Jorge Bermúdez, los fichajes del país cafetero suelen conectar rápido y bien con la hinchada. Por su lado, la escuadra visitante sufrió otro revés con el gol de Benedetto en el descuento del primer tiempo. El fantasma de Martín Palermo y el célebre 3-0 ondeó en el recuerdo de algunas de las gallinas más veteranas. 



Llegaría después el autogol de Carlos Izquierdos. Guillermo Barros Schelotto, quien tantas tardes de gloria dio a su actual equipo vestido de corto, recurrió al veterano de lujo que aguardaba su momento. Carlos Tevez, curtido en mil batallas, lanzó un potentísimo disparo que hizo ahogar la respiración del respetable. Luego daría una asistencia genial para Benedetto, quien fue frustrado por un Armani necesitado de revindicarse tras los dos goles. Criado en uno de los barrios más peligrosos, forjado a base de potrero y garra, quién sabe sí Tevez volverá a tener otra de sus tardes de gloria a costa de la Némesis o, por el contrario, tendrá el tono agridulce de que su brillante carrera tenga como broche un festejo en La Monumental del eterno adversario.


Jueguen como si no tuvieran un revólver en la nuca



Como en la primera de las dos batallas de Filipos, uno y otro bando tienen motivos para el optimismo cara al desempate. River se sintió cómodo, impuso sus ideas y dispone de la ventaja de jugar como local el próximo día. Boca es consciente de que en su latitud no existe el problema de la diferenciación de goles fuera de casa, alberga su 50% de opciones intactas y ha mostrado que puede convertir gol con facilidad pasmosa, incluso jugando espeso. 



El inicio de la final no fue de pierna blanda pero tampoco dejó faltas escalofriantes. Se disputó con intensidad lógica y en el Monumental ocurrirá lo mismo. Como apuntó Menotti, hay que desterrar la idea de que quien pierda se hundirá en el abismo de los siglos. Será un choque más de una rivalidad eterna, un capítulo muy importante pero donde no terminará de ningún modo el libro.  



Han pasado años desde la célebre letra de Sabina a la Bombonera. La mina de los ojos de la luna preside el área de filiares de Boca, además de ser madre de dos hijos. Los tiempos cambian pero las pasiones son las mismas. Queda la segunda parte en otra cancha gloriosa donde solamente debería triunfar el fútbol argentino... si es que él mismo se deja. 



ENLACES DE INTERÉS:



Opinión de César Luis Menotti



-Opinión de David Gistau



Opinión de Enric González



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



https://www.lanueva.com/nota/2018-11-11-19-39-0-quienes-fueron-los-mejores-del-boca-river



-https://www.elmundo.es/deportes/futbol/2018/11/12/5be8bca6ca474171108b45f5.html



-http://www.wlox.com/2018/11/11/boca-river-draw-first-leg-libertadores-cup-final/



-https://www.rionegro.com.ar/deportes-podio/encuesta-para-vos-quien-quedo-mejor-parado-en-el-boca-river-CB5982073



-https://www.diariopopular.com.ar/futbol/la-charla-futbolera-aimar-y-riquelme-en-serio-vas-ser-dirigente-n340072