lunes, octubre 29

Sucedió en Brooklyn




Cerraban la gira por New York con esa mueca traviesa tan característica. En ocasiones, Golden State Warriors amenaza con aburrir por lo insultante de su superioridad. La jornada anterior en el Madison llevó a muchos analistas a buscar infructuosamente cómo se podía parar a un jugador como Kevin Durant cuando no te puedes permitir ayudas que dejarían sola a gente como Klay Thompson. Generando la misma admiración que envidia, estamos en un nuevo episodio de la dinastía de San Francisco, una que de momento muestra que varios genios pueden repartirse de forma generosa la bola. 



Curry calentaba en la pista contraria con todo tipo de piruetas y lanzamientos que para el resto de los mortales son la pesadilla de cualquier entrenador. Casi todo entraba o se quedaba muy cerca. Cuando el árbitro lanzó la pelota hacia arriba del pabellón la cosa no cambió. Nuevo récord al descanso de partidos consecutivos pasando de cinco triples y el francotirador disfrutando de su don. Durant no estuvo tampoco muy fino: 34 puntos. Los locales volvieron al marcador bajo el liderazgo de Angelo Russell. Y fue Curry, cómo no, quien permitió a los vigentes campeones jugar con su salud para terminar airosos. 



De momento, todas las piezas encajan. Queda la espinosa cuestión de KD. ¿Cuántos anillos serán el límite para mirar el CV antes que la nómina? Golden State sonríe y se permite a bromas a costa de todo. Incluso de una artista como Fergie cuando intenta hacer algo innovador, algo que también es mucho de las propuestas de Steve Kerr. Hasta las gamberradas de Draymond Green (tremendo en la cancha, lengua de serpiente fuera de ella) se disimulan en esta inercia ganadora. Más de un hater se rasgará las vestiduras pero... les echaremos mucho de menos cuando este equipo ya no esté. 


Solo ante el peligro



La imagen es el sueño de cualquier publicista. Uno de los mejores jugadores de todos los tiempos con una elástica que respira glamour y Hollywood. En otro tiempo, habría podido jugar sin problema en el mítico Showtime. Lebron James es tan bueno que habría sido el mejor finalizador de los pases de Magic y, al mismo tiempo, ser capaz de crear oportunidades para Worthy y compañía. El desembarco del monarca ha devuelto a Los Ángeles al ojo del huracán tras la depresión de la retirada de Kobe Bryant. 



Con todo, el inicio no está siendo fácil. Doble-doble en apoyo de Lance Stephenson para el primer triunfo en Arizona. Triple-doble para doblegar a los peleones Nuggets. El 23 sigue siendo un espectáculo que vale la entrada con su mera presencia. Pero ni siquiera eso garantiza que los Lakers sellen un buen pase a Playoffs en una Conferencia Oeste desmedidamente difícil. Ante los veteranos Spurs de Pau Gasol, el Staples pudo comprobar que los viejos rockeros texanos no les harán ningún favor. 



JaVale McGee (ese currante de los tableros que toda escuadra quiere tener) se le cercó para chocar la mano aquella noche californiana. El extraterreste de Akron había forzado la prórroga con un triple de dibujos animados que ponía el 128-128. James correspondió al saludo pero parecía cansado. Incluso él tiene sus límites. Al final fue Patty Mills quien selló el triunfo con una elegante suspensión. El rey sigue teniendo todos los argumentos para justificar que es el mejor de la liga. Pero va a necesitar una mano para que la ciudad vaya a teñirse otra vez de púrpura y oro. 


Acordes y desacuerdos



El año pasado salía todo hasta sin pretenderlo. Houston Rockets fue una franquicia acreedora de merecidos elogios por su apuesta de basket ofensivo y valentía en pista. Todavía es pronto para prematuros diagnósticos, aunque algo parece haber cambiado en este arranque. Mike D´Antoni, entrenador de olfato fino, habrá detectado que esto va más allá de la vergonzosa tangana entre Chris Paul, su base estrella, y Rajon Rondo. Algo falla en un roster que cuenta con un base de ese calibre, el súper-anotador James Harden e incorpora a un crack como Carmeo Anthony. 



En nbamaniacs, página excelente, se advertía de que gente como Trevor Ariza eran pérdidas mucho más importantes de lo que e intuía a simple vista. Pegamentos de la defensa, por allí se van desangrando los Rockets, perdiendo lo mucho que ganan en ataque. Encuentros como los firmados ante Jazz y Clippers muestran una cara bien distinta de un proyecto que el año pasado puso a los todopoderosos Warriors contra la espada y la pared en las finales del Oeste. 



Queda tiempo y les sobra calidad. Pero en el Far West cada triunfo tonto que se escape puede penalizar en orden de una ventaja de campo muy útil en primeras rondas. Suena Jimmy Butler como refuerzo de lujo. Una operación interesante pero que confirmaría, definitivamente, que los signos de identidad han cambiado de forma definitiva. 



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