domingo, septiembre 23

"No soy un mago"- Pablo Laso.



Lo dijo con la calma de quien habla verdades y no tiene nada que esconder. Volvía la competición ACB con un título en juego y los papeles seguían justo donde se dejaron. El vigente campeón blanco retornaba a las canchas tras trabajar bien para no notar el espectro del niño prodigio Doncic. Tal vez en Europa, quién sabe, pero en el campeonato doméstico siguen teniendo plantilla suficiente para imponer la dictadura de talento que se prolonga campaña tras campaña sin interrupción. Por eso, Pablo Laso habló de grupo y grupo ante los micrófonos. 



Desembarcó el técnico vitoriano con un Sergio Llull que tiene la sangre inyectada en los ojos de competitividad. Se desfondó por la escuadra blanca y ejecutó cuando tocaba para dejar claro al respetable que este MVP no se le iba a escapar. Al Madrid de esta era de basket le da coraje todo lo que no sea ganar. Tenían hambre de Supercopa mientras sus rivales parecen mantener una cándida ingenuidad de que algún día tendrán el estómago lleno y les darán vacante. 



A día de hoy, eso solamente se traduce en seguir llenando las vitrinas de la casa blanca. El Obradoiro sufrió un huracán que al fin ha dejado atrás la dramática lesión del pasado para llegar con aires de conquistador. Estamos ante uno de los jugadores más en forma de todo el Viejo Continente y una máquina de atemorizar y obsesionar defensas rivales en la ACB. La gasolina de su motivación hace incluso que, en ocasiones, logre anotar tiros seleccionados de forma poca reflexiva, nos hallamos ante una avión que siempre se haya en despegue. 


La noche del pato



Fue el día de Garino, quien comenzó inspirado en el recita colectivo de un Baskonia que puede crecer mucho en su segundo año a las órdenes de un entrenador con el nivel de Pedro Martínez. Tienen estética y juego, nombres como Shavon Shields o Kyle Kuric pueden darles muchas noches de gloria a una afición que se entrega al máximo por sus colores. Todo eso bastó para desdibujar a un equipo que casi siempre suele andar sin alma en los últimos cursos, un Barcelona que, al igual que cierta ciudad vetusta, parece abocada a vivir de los recuerdos. 



Lo veía Navarro de paisano y en esa extraña actitud que no borra, en lo absoluto, esa década dorada de leyenda, aunque sí afila ese epílogo triste de los últimos tiempos. Un malestar que se refleja en pista, donde los vitorianos pronto se adelantaron en el marcador. Hubo reacción y orgullo, espoleados por la defensa de Pesic, quizás recordando que los bakonistas, a veces, tienen un juego preciocista que no siempre les garantiza saber administrar sus rentas. 



"No estamos donde queremos estar". Lo dijo un caballero venerable de los banquillos como Pesic, el artífice de la milagrosa Copa del Rey del año pasado. Una honestidad que le honra, aunque le sigan pocos en la autocrítica. Hoy por hoy, solamente Madrid y Baskonia podrían jactarse de que están donde quieren estar. Negar esa frase es un billete a otro curso mediocre. 


Historia de una ambición



Fue una final exquisita. Disfrutamos mucho del Real Madrid-Baskonia el pasado junio. Sin embargo, no es menos cierto, y Pedro Martínez habrá tomado buena nota de ello, que da la sensación de que tras estos partidos vertiginosos, el conjunto merengue siempre termina encontrando el botón de salida antes. En este caso, fue el factor Prepelic, quien propició ese tirón clave, la diferencia entre un notable alto y el sobresaliente. 



Ante tanto lujo ofensivo, debe hacerse una justa mención a Walter Tavares, quizás la pieza que el staff técnico sabe que no debe moverse, porque con tanto fino estilista es indispensable ese tipo que hace a los Huertas y cía no envalentonarse en sus entradas a canasta. Poirier lideró con orgullo a los baskonistas que están ante un Rubicón crucial. Tienen tierra de por medio ante los Barcelona, Unicaja, Valencia, etc. La pregunta es si se van a conformar con permanecer a la sombra de la dinastía blanca o pueden dar ese último paso, el más complejo. 


"La próxima vez hemos de pensar que podemos" dijo un Pedro Martínez serio, consciente de que es la filosofía que su colega Laso ha tatuado a fuego en un equipo que convence a todos porque antes lo ha hecho mirándose al espejo. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://planetacb.com/laso-no-soy-un-mago-lo-que-tengo-es-un-grupo-que-valora-lo-que-tiene/



-https://as.com/baloncesto/2018/09/21/mas_baloncesto/1537546717_407557.html



-https://kiaenzona.com/liga-endesa/de-no-jugar-en-la-primera-mitad-a-darle-un-titulo-al-madrid-la-explosion-anotadora-de-klemen-prepelic-88087/