lunes, agosto 13

Atrapado por su pasado




Fue una acción destinada a perdurar. No corrían tiempos de excesiva bonanza sobre el césped del Camp Nou en materia de títulos. Pocos lo sentían más que el portador del dorsal número 5, el joven defensa Carles Puyol, quien había ascendido al primer equipo en pleno año del centenario del Barcelona. Se trataba de un partido de fase de grupos de Champions League en 2002, concretamente una peligrosa contra armada por el conjunto ruso del Lokomotiv de Moscú. El delantero nigeriano Obiorah regateó a Tito Bonano y lanzó su disparo a puerta con la única oposición del central catalán. 



En lugar de dejarlo correr o tratar de desviar el balón con la mano, el protagonista de la velada usaría el pecho para hacer una parada reglamentaria que desquició al propio entrenador moscovita. La acción quedaría para el recuerdo del imaginario popular culé, casi como una metáfora perfecta del que quizás ha sido el tipo más duro que haya pasado por la Masiá. Heredero de Tarzán Migueli, Carles Puyol forzaba su cuerpo al máximo pero siempre intentaba ir con limpieza. 



Esos años sin alzar copas permanecieron en el recuerdo de un capitán que posteriormente viviría un ciclo de bonanza. Fruto de ello mantuvo el viejo lema que el maestro Kubala resumía de forma elocuente "Chicos bien, mora alta, respeto al adversario". No sería infrecuente en esa época verle amonestando a compañeros por festejar en exceso frente a aficionados rivales. Quien ha conocido la derrota suele ser una persona respetuosa cuando le toca la victoria.


"Puyol ha defendido a los delanteros desde la admiración antes que el odio"-Joan Josep Pallàs.



Esa explosión física le convertía en un proyecto distinto al que se suele tratar por los lares cercanos al Mini Stadi. Puyol no abusaba de esa superioridad para convertirse en el pez grande, de hecho tardó muy poco en demostrar su bravura al proteger a otros compañeros menos fuertes en el cuerpo a cuerpo de algún matón que aprovechase las visitas de los alumnos a la Ciudad Condal. No obstante, esa dimensión no le eximía de que estuviera a punto de suspender las pruebas de acceso. Enamoraban sus condiciones naturales, si bien la salida de balón estaba bastante por debajo de lo que se esperaba en el estilo traído desde Holanda por el maestro Cruyff. 



Fiel seguidor de la filosofía de su padre, un trabajador incansable que hasta el último día de su vida estuvo donde le tocaba, el joven se prometió que cuando lo echasen no se podría mirar al espejo y reprocharse no haberlo dejado todo. Finalmente, permaneció allí, soñando con el primer equipo y admirando desde la cercana lejanía a Paolo Maldini, aquel lateral diestro que jugaba en la izquierda como los ángeles. No podrían ser más antagónicos en estilo, pero ambas figuras se convertirían en eternos capitanes de Milán y el Barça, perfectos exponentes de esa raza en extinción de figuras con una sola camiseta en su trayectoria. 



Un tipo directo hasta lo arisco pero honesto con el esfuerzo como Van Gaal le dio la primera oportunidad. Con todo, su bautismo de fuego fue tiempo después, cuando Luis Figo regresó al lugar donde fue un ídolo con la camiseta del eterno rival. La atmósfera fue hiperbólica, irrespirable y con poca relación con el deporte. Como fuere, el joven Puyol se repuso a todo eso para hacer un marcaje al extremadamente habilidoso portugués, sin caer nunca en el aplauso fácil de dar una patada a destiempo. El Balón de Oro acabó secado pero con gran honestidad. Sería una estampa repetida, en sus acciones, "Puyi" pondría más en riesgo su salud que la de los adversarios a los que respetaba. También le tocó salir en la foto cuando habilidosos como Di María le hicieron un regate de ciencia ficción. Lejos de desmitificarle, eran muestras de que nunca se quitaba de la foto.


"Iba a rematar y me pasó un helicóptero por encima"-Gerard Piqué. 



Fue un cabezazo para la hemeroteca. Xavi Hernández botó un balón con maestría previo permiso de Vicente del Bosque para emular una acción que ya había con Guardiola y Vilanova. Piqué y Ramos intentaron rematar también, si bien nadie llegó más alto que aquella melena que lanzó un obús imparable incluso para Manuel Neuer. Junto con la parada milagrosa de Casillas ante Holanda y el gol de Andrés Iniesta, el tanto de Puyol fue una de las estampas más recordadas del Mundial de Sudáfrica. 



Si bien las comparativas son odiosas, no parece descabellado afirmar que precisamente Piqué tiene más fundamentos técnicos que su ex capitán o que Ramos tiene un ratio de goles decisivos superiores con clubes. Sea como fuere, con esos hándicaps ha sido mucho mejor en concentración que el primero y está a gran distancia del segundo en amonestaciones (algo agravado porque Ramos le ha superado desde hace tiempo con menos partidos en amarillas y rojas). Lo definió muy bien Xavi Hernández al recordar la trayectoria de uno de sus grandes compañeros: "Es un superviviente nato". 



Al estilo Gary Cooper, pertenece a esa estirpe de tipos fuertes y callados que añoraba Tony Soprano. Se fue sin grandes alharacas tras toda una vida de servicios. La misma forma en la que pagó con discreción el tratamiento de Miki Roqué, un alma gemela de entrega en el Real Betis. El tipo que entregó la copa a Abidal en Wembley. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://peru.com/futbol/internacional/carles-puyol-quiere-volver-al-futbol-profesional-noticia-345909



-https://www.mundodeportivo.com/futbol/el-clasico-barca-real-madrid/20170816/43598927925/barcelona-bernabeu-real-madrid-clasico-supercopa.html



-http://www.elmundo.es/deportes/2014/03/05/5316fe26e2704ea7408b456f.html



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