lunes, julio 16

"A partir de hoy quiero que los amigos de la prensa me conozcan como el gran Aristóteles. Porque fue él quien dijo que la excelencia no es un acto, sino un hábito"-Shaquille O´Neal. 



En la ribera del río Bumodos, Alejandro de Macedonia, más conocido modestamente como Alejandro Magno, libró una de sus batallas más famosas: el enfrentamiento de Gaugamela ante el poderoso ejército del Gran Rey persa Darío III (331 a.C). En aquella terrible contienda, sigue fascinando la calidad del estado mayor que el soberano macedonio llevó a aquella empresa. Formado en su juventud por el mismísimo Aristóteles, el joven monarca aunaba a los mejores generales de su progenitor (Parmenión, Clito el Negro, etc.) con una camada de sus más íntimos y hábiles Compañeros (Pérdicas, Hefestión, Filotas, etc.). Resulta complicado encontrar un planteamiento más certero para explotar las desventajas del adversario y potenciar las propias. 



El pasado domingo en Hungría, se produjo un duelo mucho más atractivo que ver, sin sueños imperiales de por medio ni sangre, únicamente discutiéndose la supremacía continental sobre tableros. Torneo sub 20 de basket femenino celebrado en Hungría. El combinado español presentó un staff técnico que incluía a Miguel Méndez, Isaac Fernádez y Aranzazu Muguruza. Un cuadro de entrenadores realmente impresionante, con tres personalidades que respiran baloncesto por todos los costados. Aludiendo a ello, la retransmisión del evento recordaba la hoja de servicios de la sección. Aristóteles, según los apuntes de sus estudiantes más aplicado que nos han llegado, afirmó en el remoto pasado que la excelencia solamente puede ser tal cuando adquiere los ropajes de la rutina. 



Una derrota contra un rival como las serbias siempre debe contemplarse en la hoja de ruta. La escuela balcánica ha dado demasiados recitales como para desconocer sus increíbles habilidades. De cualquier modo, la final dejó la sensación de que España supo exactamente qué debía hacerse para minimizar al oponente, encontrando el ritmo que mejor le venía a su juego. La medalla de oro, firma de un campeonato brillante, ha dejado de ser noticia. Comenzamos, como afición, a correr el riesgo de dar por sentado que no estamos ante algo casi milagroso desde el punto de vista deportivo. 


"El problema es que la profecía de Saporta se cumplió. Aquello no iba a pasar todos los años"-Fernando Romay, recordando la plata de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles (1984). 



La obsesión inicial era Ivana Raca, una de las mejores anotadoras del torneo. Con una defensa espartana, se logró reducir su aportación. Y es que las pupilas de Méndez han colocado los cimientos sobre las barricadas. Después han existido triángulos mágicos como el formado por Iris Mbulito, Paula Ginzo y María Dolores Pendande. Puntos, rebotes, asistencias. Sumar y sumar. En el enfrentamiento ante el rival más duro y talentoso, lograron dar estabilidad en un encuentro planteado con maestría de principio a fin. 



Esto no quita que hayan existido momentos de infarto. El billete para las semifinales se cobró altísimo ante una Francia formidable. No hay peor palo que el la propia astilla, ante las habilidades defensivas hispanas, las galas respondieron de la misma forma en un choque disputado a cara de perro. Desde el principio, las de Djaldi imponían las ventajas, exigiendo a sus rivales al desgaste que supone estar cuarto tras cuarto intentando remontar. 



Naira Cáceres, una de las jugadoras con actitud más positiva, no podía disimular el semblante de preocupación cuando se dirigía al banco. Había errado unos tiros libres decisivos. La magia del basket le deparaba que Sissoko fallase también sendas oportunidades, algo que abrió una rendija para la esperanza. El balón acabó en manos de Mbulito, quien firmó una entrada a canasta que ya forma parte de la historia de este brillante equipo. Pero conviene que recordemos que eso no tiene siempre por qué pasar. 


"Existe algo mucho más escaso, fino y raro que el talento. Es el talento de reconocer a los talentosos"- Elbert Hubbard. 



La intensidad de Aina Ayuso le viene de natural, de su propio talento. Su química con Sole para deslumbrar en el choque ante Bélgica es la confirmación de que las buenas jugadoras siempre se terminan entendiendo. No obstante, hay muchas más cosas detrás de esta, y van ya muchas, magnífica cosecha del basket femenino. Entre las seleccionadas hay gente que se está formando en el exigente ritmo de las competiciones universitarias norteamericanas, en la inagotable fábrica que es la escuela del Estudiantes, etc. 



Todo esto hay que preservarlo. No darle solamente cobertura mediática hoy por la gesta. Quizás sea el día que menos lo necesiten. Es de importancia cara al futuro, a que esas piedras preciosas no corran peligro en su preservación. Desde la Federación a afición, hay que disfrutar del momento y colaborar para que esta malcrianza de resultados se mantenga todo lo posible. En la embajada enviada a Hungría puede haber gente que termine llegando a la WNBA o impulsando a la liga doméstica a cotas que hoy nos parecerían imposibles. 



Cuando sonó el pitido final ante Holanda en semifinales, se sellaba una década de excelencia en la última gran etapa de formación de las jugadoras. No hace tanto se pensaba que eso solamente podía darse al otro lado del Atlántico o en la magistral escuela balcánica. Pero no. Se están haciendo bien las cosas, simplemente hay que darle escaparate desde la humildad. Porque esto no se puede repetir siempre. Y hay que disfrutarlo todo lo posible mientras tanto.  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.marca.com/baloncesto/basketfeb/2018/07/15/5b4ba847ca4741e67a8b456d.html



-https://www.solobasket.com/competiciones-feb/europeo-u20f-14-un-buzzer-beater-de-iris-mbulito-mete-espana-en-semifinales-50-51



-https://www.solobasket.com/competiciones-feb/europeo-u20f-14-un-buzzer-beater-de-iris-mbulito-mete-espana-en-semifinales-50-51