lunes, julio 23


Se había convertido en una obsesión. Mitos como Epi afirmaban que de haberse ganado aquella primera final ante la Roma, habrían caído tres o cuatro títulos en aquella década. No obstante, cada daga recibida era peor que la anterior. Tras observar como Unicaja y Tau Cerámica de Vitoria se convertían en la verdadera élite de la ACB, parecía que el Barcelona iba a tener que postergar su viejo sueño de ser campeón continental, siguiendo la estela en España de Joventut de Badalona y Real Madrid. Pero de los tiempos desesperados surgen también oportunidades únicas. Aquel verano de 2002 se agitó la coctelera a unos niveles que en la sección actual blaugrana sonarían a ciencia ficción. 



Lejos de tener mal equipo, especialmente gracias a la mano de Aíto García Reneses, la escuadra contaba con jóvenes talentos que se habían quedado muy cerca de desbancar a la todopoderosa Benetton de Treviso de viajar a la F4 (algún mentidero del Palau todavía suspira ante las bajas de Pau Gasol y Sarunas Jasikevicius en aquel trance decisivo). Con Gasol ya en en el otro lado del Atlántico, el joven Juan Carlos Navarro y el base de muñeca caliente en los últimos cuartos eran dos de las estrellas ofensivas con más proyección, si bien desde las altas instancias se quería acompañar aquella nueva savia con jugadores contrastados. 



Con más de dos metros de altura y condición de campeón del mundo, Dejan Bodiroga era una paradoja que el nuevo técnico, Svetislac Pesic, había pedido con la urgencia de quien llena de gasolina para su coche antes de atravesar el desierto. El serbio era un escolta atípico que había despertado incluso el interés de los Sacramento Kings, aunque su lentitud le hacía a él mismo alejarse de la NBA. Pero bajo su gesto tranquilo y modales exquisitos, se trataba del mejor jugador de Europa en aquellos momentos a nivel de fundamentos. Aprendido latín con Obradovic en Panathikanikos, muchos torcían el gesto con su relativo fracaso en el Madrid (bastante relativa esa acusación, puesto que los lideró a un título de Recopa). Sin restar importancia a los torneos domésticos, la gran estrella del mercado veraniego sabía que venía con la misión de traer (al fin) ese ansiado título que se escapó en tantas ocasiones de forma dramática. 


Pesic no logró enamorar precisamente al entorno en las primeras semanas. El Barcelona no estaba haciendo mala liga, aunque parecía bastante lejano a un Pamesa Valencia que hizo la audaz combinación de pívots en la conexión letal: Oberto-Tomasevic. Con un estilo lento de posesiones, muchos se desesperaban con un conjunto que contaba con caras nuevas como Gregor Fucka, un espigado ala-pívot que enamoraba en torneos internacionales. Probablemente, el estratega balcánico era consciente de su talento anotador, pero también pensaba en pupilos como el colosal Roberto Dueñas o el propio Bodiroga, es decir, profesionales excelentes pero a quienes un ritmo excesivo de velocidad los podía aislar.



Igual que en ACB, la primera fase de Euroliga fue sobria. El Barcelona dejó algún buen destello como una victoria de prestigio ante la Benetton con un triple crucial de Dejan Bodiroga. Con la sede del Palau Sant Jordi ya designada para albergar a las cuatro escuadras supervivientes, Ettore Messina dejó una gentil invitación a su rival aquella noche "Nos veremos en Barcelona de nuevo". Tal vez ni él mismo era consciente de que acababa de adivinar el futuro.



Conforme avanzaba el curso, incluso los motivos de crítica parecían reforzar al equipo. Muchos acusaban a aquel Barça de jugar con su salud, haciendo malos primeros tiempos que se resolvían en esfuerzos defensivos en el último cuarto. Sin embargo, eso iba habituando a los azulgranas a ser muy efectivos en esa instancia, particularmente en la línea de tiro libre. Pesic se obsesionaba con el rebote y la intendencia, convencido de que gente como Fucka o Bodiroga necesitaban poco espacio para armar un tiro ganador cuando fuese preciso.


El bautismo de fuego del primer año de Pesic fue una Copa del Rey plagada de retos. El magnífico juego de pies de Bodiroga resultó crucial para eliminar en cuartos de final al Real Madrid de Javier Imbroda, club histórico con graves urgencias deportivas en aquel momento. El punto de inflexión en el carácter de la escuadra fue ante un Unicaja de Málaga sagazmente mandado en los banquillos por Boza Maljkovic y Louis Bullock en la pista. Con ex blaugranas como los talentosos Roger Esteller o Milan Gurovic dispuestos a tomarse revancha, el conjunto andaluz tuvo contra las cuerdas a su adversario aquel día.



En aquella ocasión, fue Jasikevicius quien acudió al rescate en la remontada con varios triples decisivos, dando la réplica al imparable base estadounidense. Pesic no tenía la mejor relación con la estrella lituana, a quien acusaba de indisciplinado en defensa, optando en muchos encuentros por dar muchos minutos al especialista Nacho Rodríguez. El Boquerón y su rival por el puesto eran muy amigos fuera de la pista, por lo que el enfrentamiento siempre se limitó a ser entre el balcánico y el explosivo playmaker. Pero en aquella ocasión, como tantas otras, fue el 13 de Lietuva la figura salvadora.



Otras medidas del staff técnico se reflejaron inmejorables. La capitanía ejercida por Rodrigo de la Fuente fue impecable desde el primer día. No era el jugador más talentoso de la escuadra, si bien siempre fue capaz de garantizar puntos desde buenas posiciones y se vaciaba en defensa. Armas que fueron muy apreciadas en la disputa del título copero. Cuando todos los pronósticos invitaban a pensar que se medirían al Pamesa, fue el Tau Cerámica de Dusko Ivanovic quien aguardaba para plantear una de sus clásicas pugnas baskonistas. El partido se resolvió tras muchas alternativas y prórroga, donde Dueñas demostró hasta qué punto había sabido empezar a manejar su torre de 2´21 metros. Dominador en ambos tableros, logró vencer en el pulso sin tregua ante los Scola y Nocioni.


Una imagen captada por las cámaras de televisión mostró hasta qué punto Pesic era un perfeccionista. Juan Carlos Navarro, en pleno jolgorio por el título, intentó brindar con él para ser inmediatamente amonestado por hacerlo con la mano izquierda. Supersticiones al margen, el intento era mantener a todo el bloque unido y pensando siempre en el siguiente reto. Nadie ejemplificó eso mejor que el joven ala-pívot brasileño Anderson Varejao. Por problemas de plaza de extra-comunitario solamente podía jugar en Euroliga. Pese a los cantos de sirena de una ciudad como Barcelona, el jugador fue un ejemplo de compromiso, haciendo que cada pequeño bocadito de Pesic en la máxima competición fuese competido con intensidad máxima. Algo indispensable en un TOP 16 todavía más terrorífico que el actual. 4 equipos por grupo y una sola plaza para viajar al Sant Jordi.



El viejo anhelo comenzó de forma inmejorable...para los agoreros. 9 puntos abajo en el último cuarto ante Olympiacos y Bodiroga expulsado. Con el hábito adquirido, Saras y Navarro comandaron una nueva reacción. Pero esa tónica no se cumplió en la cancha del Olimpia de Liubliana el día siguiente, cayendo tras tener el partido a tiro. Volvieron a aparece todos los fantasmas del entorno. Se hablaba de que Milos Vujanic iba a venir del Partizan como recambio de Jasikevicius, que fichajes exigidos por Pesic como el alemán Patrick Femerling no aportaban, etc. En resumen, el amplio catálogo de complejos generados por la frustración de esa competición juzgada maldita. Se ganaron los siguientes partidos en cauteloso silencio de expectativas.



Subotic, coach del Olympiacos, intentó aprovechar la corriente hablando de que el Barça era el gran favorito del grupo por su desembolso. Con guerreros como Ignacio de Miguel y la pareja americana Demarco Johnson-Maurice Evans, el choque en Atenas fue una guerra de hoplitas donde Fucka y su espigada figura se elevaron a los altares culés. Varejao y su intensidad fueron también muy valiosas en una victoria de tanteo bajo que no pasaría a la videoteca de la anotación, pero que tiene mención de honor en cuanto a intensidad. El vuelo de regreso sería de alegría contenida porque quedaba rematar el trabajo en casa ante el Liubliana. Fue otro día de infarto donde Rodrigo de la Fuente recibió la recompensa a su trabajo con unos tiros libres decisivos que sellaban el pase a la Final Four.



El mismísimo Pau Gasol acudió al Sant Jordi en calidad de comentarista. En demasiadas ocasiones, incluyendo aquella vez en Zaragoza para descubrir el poder de la Jugoplastika, el conjunto había acariciado las asas de la copa para verlas desaparecer. Y el rival de semifinales no podía ser más duro, un CSKA de Moscú amparado en el combo Robert Holden-Victor Alexander. Con todo, existían peligros en el banquillo inclusive mayores con el base heleno Papaloukas. El comienzo heló a la grada, el aro moscovita se convertía en minúsculo.



La montaña se fue escalando paso a paso, destacando la contribución desde la banca de los triples de Nacho Rodríguez, la intensidad de Varejao o buenos minutos de Femerling. No obstante, el puñal constante fue Fucka. La acción decisiva vino de la mano de un robo de Juan Carlos Navarro que al fin hizo estallar de júbilo al Palau. Aguardaba una Benetton que venia de firmar un récord de tiros libres en una Final Four, un conjunto muy bien dirigido por Messina, con muti-usos como Jorge Garbajosa, veteranos de la talla de Marconato y jóvenes como Massimo Bulleri.



El primer cuarto del choque decisivo por la corona reflejó lo estudiados que se tenían ambos estrategas. Los italianos colocaron a Riccardo Pittis, un defensa formidable. Pese a las tretas y sabiduría del marcador, Bodiroga hizo un trabajo paciente aguardando su oportunidad. Mucho tiempo con Obradovic le hacía saber que una F4 jamás se gana los primeros veinte minutos. Estocada tras estocada, los dos conjuntos alternaban liderazgos. Jasikevicius acabaría expulsado el encuentro, aunque se tomaría su revancha personal al ser el futuro MVP del título liguero que los de Pesic ganarían ante el Pamesa.



Y, como en aquel partido en el Palau de primera fase, Bodiroga sacó el látigo para anotar un triple decisivo. No fue un encuentro que brillase por su anotación, si bien el 76-65 se convirtió en un marcador mágico para toda la parroquia culé. Se cerraba así todo un círculo que se inició cuando cierta libélula de Roma voló para arrebatar al Barça una copa ganada, a la tiranía de talento de la Jugoplastika, pasando por el polémico tapón de Vrankovic, etc. Gracias a la plantilla de 2002/03 todo eso mereció la pena.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.fcbarcelona.es/secciones/baloncesto/primer-equipo/noticias/2012-2013/10-anos-de-la-primera-euroliga-del-barca



-http://www.jrshirt.com/node/114



-https://www.youtube.com/watch?v=bzW4JMKHq2Q



-https://www.youtube.com/watch?v=_PDlkbIj1tA&t=4770s



-https://www.todocoleccion.net/periodico-futbol/mundo-deportivo-fc-barcelona-campeon-euroliga-baloncesto-barca-primera-final-four-basket-2003~x35530116