lunes, junio 25

La excepción a la regla




Ponen en entredicho aquella máxima de los estómagos llenos. Dejan la sensación de que se obsesionan por retocar sus escasos defectos mientras sus adversarios viven de la ilusa creencia de que algún día se cansarán de ganar. La final de la liga ACB les venía en un torbellino de temporada, con el revés de la Copa del Rey y una extenuante Euroliga con final feliz para su causa. Pablo Laso advertía a navegantes: "Queremos ser campeones el martes". Acababan de ganar un partido de infarto en el Buesa Arena implacable por el fervor de su fiel grada baskonista, tremenda afición. 



Y así lo hicieron. El cuarto día decidieron que era el momento de darse un descanso. Por la madurez de Rudy y la magia de Doncic, pasando por la confirmación del fenómeno Tavares. Solamente sobraron las (absurdas) declaraciones de Marcelinho Huertas sobre los árbitros y la (carente de sentido) respuesta de Felipe Reyes acerca de que los perjudicados eran los de blanco. Serie muy compleja de señalizar y donde no han influido para nada en los resultados los cuerpos arbitrales. No estaría mal dejarles en paz por una vez cuando saltan a la pista con diez señores que suelen pretender engañarlos. 



Pero volvamos a lo que de verdad importa. Hemos vivido unas finales muy agradables a la vista, repletas de alternancias en el marcador y con un acento ofensivo sobre la rigidez táctica. Pedro Martínez, gran entrenador, intentó sorprender a la maquinaria anotadora con sus propias armas. Le salió maravillosamente el primer día, mostrando sólidos recursos en su banquillo. El segundo fue donde Baskonia volvió a responder hasta la primera mitad (52-52). A partir de ahí, el campeón de la Euroliga tomó el pulso a la serie.



Cerrando el círculo



Pablo Laso y él se entienden. Tras años de mala gestión y experimentos extraños, la directiva del Madrid de basket ha logrado encontrar la inestabilidad en un club con el que la prensa empacha con hipérboles (o todo va fenomenal o se va a acabar mañana la institución). Bebiendo de los mejores ojeadores del Estudiantes, con la sapiencia de Alberto Herreros y un staff a prueba de bomba, Luka Doncic ha sido el niño prodigio al que los profesores de la escuela han permitido ser excepcional cuando tocaba y uno más de la pandilla cuando se requería normalidad.



Aquella ráfaga llevó la final a una Vitoria que se lo merece todo por su entrega. Le gusta a Obradovic y a cualquiera con un poco de sensibilidad por el basket. Cuesta el doble que en los clubes presuntamente grandes y se disfruta el doble. En esa lucha, el Madrid dejó dos dagas. Una, la marcha de Andrés Nocioni a ganar todo lo que rozó en los años dorados del Tau. El segundo, aquella final donde Luis Scola y Macijauskas parecían levitar. Se escapó en un minuto el sueño de Ivanovic. El triple de Herreros es algo que solo se olvidará ganando un torneo liguero a los merengues.



El tercer duelo fue un intercambio de golpes feroz y despiadado. Pedro Martínez lo definió muy bien, faltaron detalles al final. Esos donde los pupilos de Laso sonríen y ponen ese gesto de sangre fría al que solamente el Valencia el año pasado supo poner antídoto. Jaycee Carroll emergió, sacó el punto de mira y ajustició sin piedad. Otra vez el tercer cuarto, ese momento bisagra que los campeones de Europa han convertido en el potro de tortura de las aficiones rivales. Triunfo por ahogamiento.


La dinámica de lo impensado



El Madrid de Pablo Laso, al igual que Golden State actualmente o el Cleveland de Lebron, no está especialmente interesado en si hacen el basket aburrido o no para los aficionados que no son de su escuadra. Tampoco le quita el sueño si una final se ha repetido X veces. Ellos hacen lo que mejor saben. Van avanzando rondas ante rivales, quedándose solos en la línea de meta. El Buesa ardía, el esfuerzo de Shengelia conmovía, lo dijo con emotividad Pedro Martínez. Nos puedes reprocharte nada. Lo intentaron siempre, el adversario fue mejor. Tan simple y duro como eso.



Un duelo equilibrado donde, estocada a estocada, el Madrid iba sacando pequeñas ventajas. ¿Le habría interesado a la afición ACB un quinto? Indudablemente. Por eso tienen tanto mérito las palabras de Laso. Los visitantes no pensaban en volver a Madrid con el amparo de su afición. No se fiaban de Granger ni de Beaubois. Sorpresas las justas. Nunca hacen el favor de vencerse a sí mismos. Me gustaría visualizar a alguien que se postule como sería alternativa ante el dominador de las canastas europeas, pero cuesta horrores más allá del Fenerbahçe.



Cerraron el año con sonrisa. La cálida despedida de Laso a Doncic, bien gestionada. Es muy importante que la gente sepa salir de los sitios y que en esos lugares homenajean a quien tanto les ha servido. Ahora, los culés podremos brindar sus canastas y pases con los Mavs de Nowitzki sin pensar que pagamos los costes de la fiesta. Con todo, no va a implicar debilidad el hecho de que pierdan a Doncic. Ajustarán, harán retoques, ficharán bien y mantendrán al Rudy Fernández (MVP) más maduro y solidario que se recuerda. La única manera de vencer a ese oponente blanco es tener tanta fe y horas de trabajo detrás de su juego preciocista como ellos. Tarea difícil.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://elpais.com/deportes/2018/06/19/actualidad/1529423933_244555.html



-https://www.20minutos.es/deportes/noticia/real-madrid-baskonia-segundo-partido-final-acb-3370070/0/



-http://encestando.es/felicidades-real-madrid-la-liga-va-para-los-de-pablo-laso-en-otra-gran-temporada/