lunes, mayo 7

Apoxiomeno




No tenía palabras. Ni siquiera pensamiento. A pesar de que ya lleva más entrevistas a sus espadas que la mayoría de los mortales en toda una vida, Lebron James carecía de energías para pensar en cómo enfocar la inminente serie ante los Toronto Raptors, verdugos de los Wizards. El jugador nacido en Akron era la viva imagen del cansancio. Se asemejaba a uno de esos atletas olímpicos de la escultura helena que buscaba algo para secarse el sudor, exhausto. Acababa de protagonizar uno de los despliegues más imponentes que se recuerdan en un séptimo partido: 45 puntos, 7 asistencias y 9 rebotes.  



Él y sus Cleveland Cavaliers se habían medido a unos formidables Indiana Pacers, capaces de fortalecerse a cada partido que pasaba. Los amarillos estuvieron en The Q con la fe inquebrantable de quien quiere trabajar sus méritos. En un gesto que les honra, los visitantes buscaban al final a ese dorsal 23, a la única pieza que se escapó de los medidos cálculos de Nate McMillan. Sería exagerado decir que los anfitriones ganaron solamente por James. Tampoco resulta una hipérbole demasiado excesiva, habida cuenta de la magia que ha destilado en esta serie un hombre con una trayectoria única e irrepetible en el deporte de la canasta. 



Myles Turner podría dar fe de ello. El ala-pívot aguantaba las embestidas del toro, ponía su cuerpo y buscaba impedir las entradas de un James que se sabía como el gran baluarte de las esperanzas de toda una ciudad de colarse en las semifinales. Habida cuenta de que sus penetraciones ya habían hecho dudar a los siempre firmes Pacers, James sacó a pasear suspensiones dignas de Michael Jordan, teniendo, en esta ocasión, el pegajoso marcaje de Trevor Booker. Y cuando todo se cerraba, sacaba magníficos pases. Fue un primer cuarto de gran maestro para dar ventaja a Cleveland. Pero la noche fue exigente, mucho, nada se decidió hasta la bocina final...


La lealtad puede matarte




Hace tiempo Kevin Garnett le susurró esas palabras a un joven Lebron James en el Nuevo Garden. Los Boston Celtics del Big Three habían contenido al ciclón prodigioso, al MVP de la NBA y estandarte de los Cavs de Mike Brown, cabezas de serie en los Playoffs 2010. La relación de nuestro protagonista con su ciudad es emotiva, un romance de los de verdad, plagado de altibajos. De camisetas quemadas cuando, en un alarde de error bisoño, anunció con sus amigos Chris Bosh y D. Wade ante las cámaras de un show televisivo que unían destino en los Miami Heat. Volvió, con dos anillos en el bolsillo, para recordar que la casa se alegra siempre por el retorno del hijo pródigo. 



Por eso le dolieron tanto los triples de Oladipo en el primer partido. El genial talento de Indiana, bien acompañado por los Bogdanovic y Sabonis, logró que el genio perdiese por primera vez en la apertura de la postemporada. James se fue al túnel de vestuarios con gesto pensativo. No fue una descortesía. Aquellas niñerías de no ver ni a amigos ni enemigos al ser eliminado en Orlando (2009) están más que superadas. Simplemente, quedaba mucha guerra por jugar, habría tiempo de felicitarse y comparar heridas en los seis siguientes duelos. Al final de séptimo, se apresuró a abrazar como un padre orgulloso a Oladipo. Le dijo bajito al oído unas palabras que atestiguaban el intercambio de papeles. 



Dicen que una persona inteligente se recupera pronto de un fracaso y que una necia jamás asume un éxito. Lebron lanzó una suspensión de ciencia ficción para que los duendes de los aro obedeciesen sumisos a su tiro forzado. Quizás eso era suerte, pero no los anteriores triples y reversos. Los Cavs comenzaron el segundo choque 11-0, con el rey de palacio dando seguridad a Korver, JR Smith y cualquiera de sus compañeros. Lebron acabó con 46 puntos, aunque los Pacers se negaron a morir y les hicieron pedir la hora. Quedaba claro que tocaba sufrir. Es algo que históricamente se le da muy bien.


Palace de Auburn Hills



De vuelta a su guarida, los jugadores de Indiana lograron sacar adelante un partido durísimo (92-90). El intercambio de golpes sería asimismo brutal en el cuarto, saldado con un 100-104 con un James estelar en ataque y en defensa con varios tapones decisivos. Sus palabras elogiosas a Calderón ayudaron a que el base español siguiese creciendo en confianza, siendo un secundario de lujo en el objetivo de lograr recuperar la ventaja de campo. 



Como en toda serie igualada que se precie, el quinto duelo se antojaba como bisagra. Y aquí, a las personas que hemos sido fieles seguidoras de los formidables Bad Boys de segunda generación nos surge un sudor frío por la frente. Quinto en el Palace en las Finales del Este de 2007. Aquel día Lebron fue de milagro en milagro para hacer ganar a Cleveland un partido que tuvo perdido mil veces. ¿Podría repetirse una maravilla de ese tipo transcurrida más de una década? No lo duden, James es como los vinos de calidad. 



Nada falló. Los Pacers hicieron un partido inteligente, de menos a más para dar la campanada. Entonces apareció el momento en que el dorsal 23 decidió que debía coger los mandos. Un tapón decisivo y, sobre todo, un triple que hizo a The Q estremecerse. La daga fue mortífera y todos tuvimos la sensación de que eso iba a entrar sí o sí. Lo hemos visto mil veces, igual que con Larry Bird, última pelota para uno de los mejores asesinos en la cancha...


A la pata coja



La sexta de las partidas no fue favorable a los pupilos de Tyronn Lue. Indiana jugó con el entusiasmo del equipo que está contra la espada y la pared. En ese sentido hay que rendir homenaje a la defensa de los Pacers, la cual sufrió el mismo problema que la de Jazz, Celtics o Knicks cuando se medían a estrellas del calibre de un Michael Jordan o un Kobe Bryant. En primer lugar, afrontar a un rival casi indefendible por su calidad técnica y física de otro planeta. En segundo, ante las dudas un sistema como la NBA hace primar el espectáculo y existieron momentos polémicos donde un nombre como el de James ayudó a inclinar la balanza para sus Cavs a la hora de dar la bola. 



Curiosamente, en Toronto no le tocó ponerse el disfraz de Superman. Fue la hora de Kevin Love (tremendamente infravalorada su contribución estos años en Cleveland), JR Smith, Tristan Thompson y un muy honorable etcétera. James estuvo en niveles humanos. Después vino el segundo golpe y allí el soberano volvió a verse rodeado de grandes guerreros. Todo eran sonrisas cuando el hierro repelió su lanzamiento mortífero para evitar ir a la prórroga. Los cinco minutos de prolongación en suelo canadiense terminaron favoreciendo a los Cavs.



En la tercera entrega de la serie, un pensativo Ibaka miraba con desconfianza desde la banca. Incluso un tipo duro como él sabía que esa película ya la habían visto. Lance Stephenson en los Pacers podría decir lo mismo. Pocas cosas pueden sacar a James de su papel cuando toca un final made in Hollywood (suspiran en New York y LA). Un disparo a la pata coja contra tabla para llevar al delirio a toda una ciudad. Al final, aunque pueda parecer una exageración, no lo es tanto: "La conferencia Este será lo que Lebron quiera...". Disfrutemos mientras podamos de ver a este fenómeno en directo.



ENLACES DE INTERÉS:



-Highlights de Lebron contra Indiana



-Buzzer beater raptors



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.sbnationradio.com/lebron-james-is-suffering-from-cramping-in-game-7-against-pacers/



-https://www.youtube.com/watch?v=xQ7JaE9HyK4



-http://www.nba.com/history/top-moments/2007-lebron-pistons-playoffs



-http://www.sportingnews.com/ca/nba/news/raptors-vs-cavs-score-updates-highlights-game-3-lebron-james-nba-playoffs-2018/51pt89sdhqme19e4o5aq4nhzz