lunes, abril 30

¿Ha metido ese tiro? 




Claro, es Luka Doncic. El fenómeno esloveno ejemplificó en una acción decisiva del cuarto partido de la serie Real Madrid-Panathinaikos cuál fue el tempo de la serie. Gracia a la magia del OAKA, el conjunto heleno arrasó a los merengues en el primer choque. A partir de entonces, dio la sensación de que el correctivo le vino mejor a Pablo Laso que a Xavi Pascual. Apenas tardaron dos días en recuperar la ventaja de campo, factor crucial en estas eliminatorias. Lo ganaron a base de rebotes, con Ayón y Reyes convirtiéndose en pilares fundamentales. 



Después vino el fenómeno de Sergio Llull y la emotividad que caracteriza al astro merengue. Sus dagas mataron y golpearon a los visitantes. Pero, por fortuna, la casta no es patrimonio de nadie en particular y de ningún equipo en general. Calathes marcó el rumbo para los suyos, junto con Gist. Pero el Madrid sobrevivió porque no volvió a desconectarse de los partidos desde que le sucedió la hecatombe del primer día. Los orgullosos verdes de la Hélade alternaban fases de excelente juego con aislamientos. También empezaron a pensar demasiado en los árbitros, en qué sonaba en los despachos... y cuando se juega contra un rival a estas instancias en la Euroliga solamente se puede pensar en una cosa: el adversario. Carroll cogió su arma predilecta y ajustició sin misericordia. 



El cuarto día parecía una fiesta al descanso. Ayón hacía mates de concurso y la grada vibraba. Otra vez, el Panathinaikos se abrumó ante los primeros ataques del ritmo ágil de la ofensiva blanca. Curiosamente, luego demostraron que en diez minutos podían hacer lo que se desperdició en treinta. Bajo riesgo de infarto del respetable, Doncic se inventó un triple suicida a la pata coja, mientras estaba defendido. La fe en su propio talento sería una blasfemia, si no fuera quien es... la joya de la corona, una de esas personas por las que pagamos una entrada. Magia pura. Laso volvió a cogerle la matrícula a su amigo Xavi Pascual, algo se rompió en aquella semifinal de Milán. 


El héroe trágico



Es una rivalidad que solamente podríamos comprender del todo en caso de vivir desde dentro la competición rusa. Sergio Scariolo, en un maravilloso libro de baloncesto, recordaba su experiencia con el Khimki. Un equipo con grandes recursos económicos y excelentes plantillas, aunque sometido a una convivencia tensa con una maquinaria de ganar como el CSKA. Sus raíces históricas, el peso de su escudo y poderosas plantillas lo hacen una Némesis acostumbrada a moverse con el viento a favor. Por ello, estos cuartos de final fueron vistos por la hinchada amarilla como la oportunidad de saldar cuentas pendientes. 



Shved lo sabía y por eso se puso en ese modo frenesí que ya le hemos visto en algún campeonato de selecciones. Un jugador rarísimo e indefendible, capaz de estar desaparecido cinco minutos y anotar diez puntos sin fallo en dos. Fue el héroe del día con 36 y llevó al éxtasis a su parroquia para que los suyos, 2-1 abajo en la eliminatoria, tuviesen la oportunidad de jugarse el todo por el todo un quinto día. Cory Higgins no parecía coincidir con ese diagnóstico y se sacó un tiro perfecto bajo presión con poco más de cinco segundos por disputarse. 



La respuesta de los de Bartzokas fue genial. Rápida circulación de balón y bandeja a canasta. Pero se heló el pabellón. Sergio Rodríguez, uno de los tipos más listos en cancha, explicaba a sus compañeros lo ocurrido. Error de la mesa. Mucho cuidado con culpar a los árbitros de eso porque no es su jurisdicción. La repetición a tiempo corrido ya no dio para el milagro, Serguéi Monia, con una hoja de servicios impresionante, se olvidó de las asistencias y lanzó un tiro ya demasiado forzado. Un fallo humano más, otro agravio para alimentar esta rivalidad en tierras de los zares. No podremos disfrutar de Shved, el maravilloso héroe trágico, en Belgrado. Sí lo haremos de este CSKA que tiene de todo y cada línea buena, si bien su archi-enemigo demostró a los otros candidatos que son vulnerables. La F4 podrá ser una liberación o una losa. De Colo y Rodríguez serán los dueños de la llave. 


En los demás países, solamente es baloncesto



Lietuva. Prohibido volver a Atenas. Era la consigna verde en Kaunas. Habían hecho la parte más difícil del trabajo. Robar un partido en casa de las legendarias bestias del Pireo. Después conservaron la renta para tener el jaque mate en casa. Pero a Printezis y cía hay que matarlos ocho veces para asegurarte de que no se levantan para dejarte fulminado cual mortal ante rayo de Zeus. Alex Toupane se permitió romper la cintura a un crack de cracks, Vassilis Spanoulis, para terminar con una entrada a canasta digna de la NBA. La ciudad que se enamoró de Sabonis disfrutaba, cada punto era celebrado como si fuese un título. 



Ulanovas iba a la banca con cierto recelo. El excelente jugador lituano se ha comido alguna bronca de su míster este año, sin importar lo bien que tirase. Siempre le ha exigido más defensa. Sarunas Jasikevicius, cocinero antes que fraile, le dedicaba paternales caricias en la mejilla. Hay momentos para ser severo y otros para agradecer a quienes te han llevado hasta allí. El joven técnico mostró su ambición cuando, lejos de festejar pasar la fase regular, advirtió a los medios que no le había gustado nada la relajación de los suyos la última jornada. Puro Saras, aquel día, hasta él, el triplista que siempre salvaba a Baça y Maccabi, parecía nervioso. 



Avanzaban los cuartos y la hazaña parecía cada vez más factible. Pero el destino puede ser cruel en estas lides, nadie quería lanzar ninguna campana al vuelo, menos si Spanoulis juega para el rival. El demonio de Larisa anotó su triple más triste para el 99-91 final. Tal vez por primera vez en mucho tiempo, el Olympiacos no llegó en su cima física a los meses de abril-mayo. O quizás no. Sencillamente, jugadores, afición y staff técnicos del Zakgiris de Kaunas hallaron la comunión perfecta en el momento indicado. Han estado a las duras y las maduras. En los demás países, es solamente baloncesto. Bienvenidos a Lietuva. 


El ambiente del Buesa Arena, la atmósfera del campeón



Es un perro viejo de olfato fino. Zeljko Obradovic estaba contento con las dos victorias en Estambul y sabía que una derrota en Baskonia era posible. "El ambiente del Buesa Arena es excelente". Fue un guiño a una afición de las que le gustan al genio de los Balcanes. Por ello, preparo a los suyos para bajar a la mina, sabedor de que los vitorianos querían volver a tierras otomanas. La lucha fue preciosa, nadie se dejó un trozo en el asador. Sloukas y Jan Vesely firmaron un ally precioso que resumía a la perfección los secretos del basket de ataque. 



La grada fue irreductible. Marcelinho Huertas trataba de aportar su experiencia a sus compañeros más bisoños, Vincent Poirier fue el máximo anotador en un conjunto de raza que no quería decir adiós a la Euroliga. Solamente cedieron ante el vigente campeón. Una cosa quedó clara: el Fenerbahçe pudo acabar en cuatro choque porque siempre respetó a la escuadra de Pedro Martínez, quien reconoció con gallardía y caballerosidad la derrota. Tornike Shengelia ejemplificó de qué iba esto: irreductible en pista y abrazo cariñoso con Kalinic cuando se encontraron después del duelo. 



Fue un placer escuchar asimismo la rueda de prensa de Zeljko. Su análisis demostró que, lejos de empacharse con sus innumerables títulos, el veterano estratega había disfrutado diseccionando y analizando al club vitoriano, un equipo con hambre como los suyos. Ahora sabemos que volverá a ser un niño con juguete nuevo mientras prepara su pizarra ante un ex pupilo al que quiere, Jasikevicius. 



Si no les parece suficiente aliciente para ese fin de semana, El Chacho volverá a los mandos de todopoderoso CSKA a medir contras sus ex compañeros en un partido que enfrentará dos de los clubes con más enjundia del Viejo Continente. Cada uno de estos tetrarcas se merece todo el crédito.  



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



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-http://www.euroleague.net/main/results/showgame?gamecode=253&seasoncode=E2017#!photos



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