lunes, marzo 26


Hoy su historia parece haber sido puesta del revés. Cuando era joven, ella miraba con veneración los movimientos de gente como el Doctor J o Michael Jordan. De hecho, el 23 de los Chicago Bulls le parecía lo más cercano a la perfección. No podía imaginar la joven atleta que ella estaba llamada a constituir ese faro para una nueva oleada. Pasaban las generaciones en las magníficas camadas del basket estadounidense y se cumplía una variable de la profecía de Gay Lineker: en el basket olímpico se elige a las mejores jugadoras de cada país... y al final siempre va Teresa Edwards. 



Allí la encontramos hasta en cinco ocasiones. Nancy Darsch, coach de olfato fino, supo ver algo allá por 1984. Aquella aventura en Los Ángeles terminó con la muchacha convirtiéndose en la más joven de la disciplina en colgarse la medalla de oro. En Sidney 2000, sería la más veterana en recibir orgullosa el metal precioso. Dicen que una experiencia olímpica es una de las cosas más maravillosas que le pueden pasar a cualquier persona que practique deporte. Edwards lo hizo una pentalogía irrepetible, sabiendo pasar del rol de joven promesa al de crack consagrada, de titular indiscutible a referente desde el banquillo de sus compañeras más jóvenes. 



"Queremos llevar el baloncesto femenino al más alto nivel". Lo dijo en el momento adecuado, en Barcelona 92, justo cuando su ídolo Michael Jordan colocaba junto con el inolvidable Dream Team a la NBA en la retina de las globalizadas televisiones. Curiosamente, en aquella ocasión no lograron su objetivo del primer puesto. Pero ganaron el bronce, estuvieron hasta el último día en el torneo. Fue allí donde empezó a conocerse para el resto del globo a esa jugadora de 1´80 con un trabajado, elegante y casi infalible tiro en suspensión. 


Y es que la ética de trabajo tiene mucho qué decir en esta historia. Teresa y sus cuatro hermanos habían tenido el espejo perfecto en su madre, Mildred, capaz de sacar a la familia haciendo verdaderos esfuerzos y milagros en la economía de la casa. Así se lo reconoció en su emotivo discurso de ingreso en Hall of Fame, ceremonia reservada a un escaso elenco de elegidas, donde la jugadora contó como padrino nada menos que con Sir Charles Barkley. En la era de la transición hacia la WNBA con David Stern, Teresa desempeñó un papel fundamental para enganchar al gran público, familiarizado con ella por su magnífico rendimiento luciendo la elástica de las barras y estrellas. 



Pero no solamente en la pista ocurría ese reconocimiento. En los entrenamientos con las mejores es imposible engañar. Mitos como Lisa Leslie o una tricampeona olímpica como Dawn Staley han destacado que la visión de juego de Edwards las hizo mejores. No es ninguna tontería eso, puesto que ahí no existe ni la trampa ni el cartón. Durante más de una década, se pudo enfundar un chándal por el que muchas pugnaron y nunca nadie pudo decir que fuese por favoritismo su inclusión constante en la lista. 



Indudablemente, su experiencia como joven líder de las Laidy Bullgdogs de la universidad de Georgia le ayudó mucho a digerir esas responsabilidades. Allí supo encontrar los secretos para hazañas tan complicadas como meter a su equipo en la codiciada Final Four. También el dolor de perder en esa última instancia. Y el honor de ser reconocida en Sports Illustrated en un deporte que solamente parecía tener titulares para los hombres. Con un físico explosivo pocas veces visto, buena parte del basket femenino en su posición empieza a explicarse a través de ella. 


Dentro de tantas tardes de gloria hubo que no la fue tanto. Con motivo de conmemorar los 20 años de aquel hito del basket carioca, medios brasileños entrevistaron a Edwards para recordar aquellas semifinales de Mundial. Un encuentro que se produjo en 1994. Fue el día donde Hortência le hizo uno de los mejores marcajes que nunca había sufrido la diabólica point guard. Reducida a un porcentaje de 5/25, aquel día observó con su camarada en mil batallas, Katrina McClain, cómo Magic Paula y Janeth Arcain pusieron la magia. Las dominadoras pasaron a verse en un espejo, donde, misteriosamente, ellas eran las agredidas cuando estaban acostumbradas a despedazar en pista a las rivales internacionales. 



Edwards dio una muestra de gran clase. No dudó en calificar a su marcadora como una de las mejores en su oficio que había visto nunca, digna del Salón de la Fama. Afirmó de igual manera que fue la líder de la conjura de las derrotadas para no volver a verse nunca en esa situación. El carácter de una ganadora. Saber perder, reconocer méritos ajenos y estar pasando página al poco para plantear nuevos retos. Lástima que la WNBA le llegase muy tardíamente, aunque volvió a hacer Historia al ser elegida por las Lynx cuando contaba ya con 38 años de edad. 



Hoy día sigue labrándose una carrera (al margen de la que posee por su periplo universitario, siempre tuvo la cabeza bien amueblada) en los banquillos, con dificultades, pero con su carácter sabemos cómo suele terminar la cosa. También es tertulia de lujo en Area 21 con Kevin Garnett y otros enfants terribles. Nunca se la verá con recelo al estar ante tanto poseedor de anillos y reyes del trash talking. A fin de cuentas, cuando haya que dirimir las cosas en uno contra uno... pocos como Teresa Edwards han sabido encontrar el camino al aro pese a las barreras. ¿Alguien más de la mesa tiene cinco medallas olímpicas? 



ENLACES DE INTERÉS:



-Teresa Edwards Career Retrospective



-Teresa Edwards Hall of Fame



-Recuerdos de Brasil



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-http://www.rantsports.com/nba/2014/08/14/top-10-players-in-usa-basketball-history/



-http://www.espn.com/espnw/news/article/6850675/tara-vanderveer-teresa-edwards-share-hall-fame-spotlight



-http://olympics.nbcsports.com/2017/06/13/teresa-edwards-gold-medal-auction-olympics-basketball/