lunes, noviembre 27

No quieren despertar. Los jóvenes y orgullosos verdes habían perdido a Gordon Hayward de la manera más cruel posible. Aquella noche salieron de The Q (Cleveland) con una sensación de pesadilla. Ahora pareciera que volvieron a caer en los dominios de Morfeo y se hicieron acreedores del más dulce de los sueños. Y, cuando Boston sonríe, el resto de la NBA afila a sus cuchillos, no es poca cosa que la franquicia más laureada de la NBA decida ponerse hacer lo que mejor sabe. Pero sucedió que, tras varios milagros, iban a tomarse una noche libre en Atlanta. 



Jaylen Brown y Kyrie Irving miraron el incendio que estaba siendo su canasta ante los Hawks, igual que Rhett Butler, decidieron que no huirían de Atlanta. Al antiguo compañero de Lebron se le presuponía esa capacidad de estrella para resucitar a los suyos cuando todo lo demás falla. Brown está empezando a dejar de ser noticia. El chico tiene algo especial y su staff técnico lo sabe. El recital de tiro de ambos permitió colocar un saludable 15-2 en el balance de la regular season. Salieron del pabellón de los halcones con la maravillosa sensación de que escribían renglones en uno de los libros más selectos de la mejor liga de basket del planeta. Desde que Paul Pierce, Ray Allen y Kevin Garnett andaban por allí, no se olfateaba tanto talento en estado puro. 



Apenas una jornada antes habían sorprendido al ogro de los últimos años en el campeonato. Esos Golden State Warriors que acumulan finales con competitividad atrás y manos de seda en la línea de tres. Por momentos, la conexión Iguodala-Durant les dio un clinic a los jóvenes cachorros de cómo juega el campeón ante los aspirantes. Fue un partido raro, muy casero a la hora de dar tiro libre a los locales, un Curry irreconocible (40 minutos sin anotar) y, finalmente, Jaylen Brown rescatando a Irving de una de sus escasas malas actuaciones durante el curso. El TD vibraba. También valen jugando mal los triunfos.


Ahora que vuelven a estar de moda, conviene hacer repaso de los días que no fueron de vino y rosas. Andrés Monje ha firmado recientemente un extraordinario informe sobre los retos que afrontó Danny Ainge tras los últimos estertores de un proyecto muy ganador. Tras el Big Three, todo parecía que iba a girar alrededor de Rajon Rondo. No obstante, las cosas no salen a veces como se espera. La gerencia céltica se encomendó a Brad Stevens. Lo hizo con paciencia, perdiendo a iconos del equipo a cambio del futuro en rondas del draft. El primer año perdieron (y aprendieron) mucho de lo delicada que sería la transición. 



Cuando una camada tan imberbe tiene tanto talento, suele comprobar sorprendida cómo se le escapan partidos que parecían ganados. Eso ya parece no ocurrir en el clan céltico. La amarga experiencia de las pasadas Finales del Este ante Lebron les enseñó la competición al máximo nivel. Estaban en Dallas, poco después de sobrevivir en Atlanta. Todo parecía ganada para ellos cuando las manos mágicas de Nowitzki les pusieron contra la espada y la pared. Boston perseveró, Irving robó un balón clave al genio teutón en la prórroga y lanzo un ally para que Jayson Tatum certificase que ellos luchan durante cuarenta y ocho minutos... más suplementario. 



Algunos sacrificios han sido realmente arriesgados. Isaiah Thomas fue el año pasado el alma y el corazón de los verdes, el tipo que se ganó a todo el globo por su forma de encajar una pérdida terrible y llevar la hazaña hasta los Playoffs. Cambiarlo por Irving era tan arriesgado como un mensaje claro del ajedrez de Stevens. En el panorama NBA actual, los sistemas defensivos propios de ciclo universitario comienzan a coger aroma a los del maestro Larry Brown. Ahora, Isaiah ya toca balón en The Q. ¿Veremos un duelo con aroma a revancha en postemporada?


Con todo, la derrota volvió. Frente a Miami. Además, el clima se enrareció con las palabras de JRSmith, el explosivo anotador de los Cavs. Para el jugador de Cleveland, los registros célticos son una mera anécdota ahora, emplazando a después del parón del All Star. Audaces afirmaciones que todavía desconocemos las consecuencias que arrastrarán según quien ría el último en junio. Como fuere, Boston respondió donde debía hacerlo. Ganando el siguiente choque ante Orlando Magic, con un banquillo activo, sobresaliendo Terry Rozier y Aron Baynes.



Lo importante es la sensación psicológica que están dejado en los oponentes. Pese al buen juego de los Pacers, un lugar tan amante del basket como Indiana mantuvo siempre el gesto taciturno en el Conseco. Horford lució sus mejores galas, la combinación perfecta de talentoso y guerrillero, volviendo a sobreponerse los visitantes a un déficit de 13 puntos. Hacía 8 años que no mandaban en la tabla de clasificación global, además de hacer suya la división Pacífica.



How green are our Celtics. El bueno de Red Auerbach en el cielo sabe que las guerras verdaderas empieza en mayo. Pero seguro que se prepara un buen puro para disfrutar unos meses con una de las franquicias históricas haciendo aquello para lo que ha nacido....



BIBLIOGRAFÍA:



-MONJE, A., "Su lucha para volver a la élite", Gigantes del Basket, nº 1466 (noviembre de 2017), pp. 16-20. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://as.com/baloncesto/2017/11/19/nba/1511073038_541562.html



-http://gkmen.com/2017/11/20/nba-predictions-against-the-spread-celtics-vs-mavericks-11/



-https://www.bostonglobe.com/sports/celtics/2017/11/24/celtics-get-back-track-blow-out-magic/fzLYYU9qXbaNtKfx4edqkL/story.html