lunes, septiembre 18

Goran Dragic, Fucanglong



Corría el año 2010. Finales de la Conferencia Oeste. Los Ángeles Lakers de Kobe Bryant iban flechados hacia su segundo entorchado consecutivo en el Far West. Sin embargo, el que iba a ser un paseo ante los Phoenix Suns se convirtió en un duro recorrido durante seis encuentros. Quizás Phil Jackson contaba con que Steve Nash y Amare Stoudemire les pusieran en apuros, aunque jamás habría imaginado que el suplente del genial base canadiense, Goran Dragic, hubiera tomado tan buena nota de sus enseñanzas. El exterior esloveno volvió locos a los suplentes angelinos, se picó con Sasha Vujacic y aprovechó cada minuto como si fuera el último. 



Sin duda, aquel jovencito parecía saber muy bien a dónde iba. Pero este Eurobasket ha sobrepasado cualquier posible pronóstico. Dragic ya supera la treintena, ha perdido dientes durante su paso por la NBA, se ha medido cada noche a los mejores del mundo. Y eso se ha notado en tierras turcas y rumanas. Ayer fue su momento. Porque Luka Doncic, el niño prodigio en el Viejo Continente, se lesionó cuando los planes de Serbia empezaban a fraguar. Había que dar un paso al frente y eso fue exactamente lo que sucedió. 



Nos hablaron de Nikos Galis y Drazen Petrovic. Desde ayer, mencionaremos que vimos en directo a Goran Dragic la noche del 18 de septiembre de 2017. Sí, siempre se dice y es verdad, la defensa gana campeonatos. No obstante, debe añadirse que hay ataques tan sublimes que asimismo lo logran, dejándonos a su paso un recuerdo imborrable. Igor Kokoskov hizo una apuesta arriesgada y romántica, lo fió todo al talento y encaró las rondas finales con la esperanza de que Eslovenia no renunciase a su identidad. Nadie lo ejemplificó mejor que Dragic, el trota-mundos de las franquicias estadounidenses, endosando 35 puntos a una de las defensas más irreductibles que se recuerdan. El dragón que guardaba tesoros ocultos, Fucanlong. 


Amadeus, Luka Doncic



No se lo podía creer. A pesar de haber ganado todo a nivel de clubes con el Real Madrid, incluso Luka Doncic debía pellizcarse en esas semifinales inolvidable. Tras cuarenta minutos ante un rival que tenía a los hermanos Gasol, Eslovenia mandaba, disfrutaba y se gustaba. Hacía apenas unas jornadas que sus camaradas y él sobrevivían a la exhibición de Porzingis en cuartos de final. Parecía un milagro. Pero le mayor magia a obró al día siguiente, la futura primera ronda del draft, un zagal que rozó un triple doble ante las trampas de Sergio Scariolo, espoleó a los suyos. 



La vigente campeona eliminada y cuarenta minutos para soñar. En el otro lado del cuadro, Serbia iba creciendo cada día, pasito a pasito. No estaba el talento (Teodosic) y el músculo (Raduljica); como fuere, Aleksandar Djordjevic parece empeñado en ser tan decisivo en los banquillos como lo fue de jugador. Pasional, vibrante y genial mentalizando a sus pupilos, dio las pautas a Bogdanovic y cía para hacer un torneo que les puso justo donde querían. Eso sí, en frente estaba el peor oponente posible, una Eslovenia que parecía capaz de encestar desde cualquier punto de la cancha. 



En un partido tan caliente y donde los codos salieron a pasear, quedaron detalles imborrables. Cuando todos los subcampeones fueron a interesarse por el estado de Doncic, se dignificó este deporte. El Sinan Erdem asistió a un encuentro épico (93-85), de los que crean afición para futuras generaciones. Terminó como deben hacerlo las grandes peleas, con el abrazo sincero de los dos púgiles. 


Con acento balcánico



Milan Macvan tenía sangre inyectada en los ojos. Solamente un conjunto como el serbio podía sobrevivir a una avalancha de la entidad de la eslovena. Dragic siempre hizo cuanto deseó en el ataque, Doncic dejó regalos antes de lesionarse y Anthony Randolph gobernó el poste bajo. De cualquier modo, con las instrucciones del míster en la cabeza, la escuadra roja esperó su oportunidad. No debían caer en el déficit que a otro favorito a todo, España, sentenció el tercer cuarto. El 82-82 era justo, visto el esfuerzo, talento y la garra desplegada. 



Todo cuanto estaba en las manos de Sasha y su staff fue controlado por ellos con oficio fue impecable. Klemen Prepelic dio un paso al frente en ese instante, volviendo a mostrar el credo del equipo invicto este Eurobasket. Buscarás anotar por encima de todas las cosas. Un mandamiento infalible para ellos, se puso en tela de juicio el viejo axioma. Eslovenia siempre creyó en lo que hizo en un partido que automáticamente se convirtió en clásico. A Aleksej Nikolic no le tembló el pulso ante los tiros libres, demostrando que en los Balcanes no hay secretos para ser maestros en esos lanzamientos decisivos. 



Solamente allí claudicó un Bogdanovic exigido más allá de lo físico y mental. El backcourt esloveno se llevó la gloria en una final digna de verse varias veces, repleta de tiros inverosímiles, esfuerzos defensivos, genialidades en la pizarra y, por supuesto, la consagración de Dragic como un jugador irrepetible. Era el primer entorchado continental de Eslovenia, de eterno recuerdo por la belleza del juego desplegado. 


Quinteto ideal de indiscutibles



Era imposible que no estuvieran. Dragic y Doncic coparon los votos para su inclusión en el quinteto ideal. No podía faltar tampoco Pau Gasol, quien hacía apenas unas horas se disfrazaba de Hakeem Olajuwon para liderar a una generación irrepetible a otra medalla. El ala-pívot catalán se convirtió en el máximo anotador de un torneo de máxima exigencia, aliándose con su hermano Marc (por momentos, excelso en la lucha por el bronce) para dar su último regalo en pista a su socio predilecto, Juan Carlos Navarro (a quien haremos justo homenaje la próxima semana en el blog). 



Los de Sergey Bazarevich (fantástico entrenador, un hombre tranquilo) vieron recompensada su participación en la figura de Alexsei Shved. Gran estrella del conjunto ruso, han sido curiosas las dos versiones con o sin él en pista: la primera Rusia era un conjunto más previsible aunque con un base capaz de anotar con sangre fría en los peores momentos; la segunda, quizás menos talentosa, ha sido el paradigma de juego en equipo. Un gran mérito de Bazarevich haber combinado esos dos estilos para mantener a los suyos hasta el último día en Estambul. 



Por último, Bogdanovic vio premiada su consistencia a lo largo de todo el Eurobasket. Junto con Marjanovic era la gran esperanza sin Teodosic, sabiendo asociarse muy bien con gratísimas sorpresas como Macvan. Excelentes elecciones en un verano inolvidable donde Eslovenia se convirtió en el verdadero Dream Team en Rumanía y Turquía. Una noticia que se ve enriquecida por la insultante juventud de muchas de sus estrellas. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: