"No soy objetivo. Es mi amigo. Creo que es un genio"-Pau Gasol.
Una solitaria entrada a canasta que finalizó en dos puntos por tapón ilegal. Sin duda, una acción en la lucha por el bronce ante Rusia que no reflejaba la despedida que merecía Juan Carlos Navarro (San Feliu de Llobregat, 1980), uno de los talentos ofensivos más ingobernables que ha conocido el basket europeo. Lo afirmaba el maestro Aíto García Reneses, hay cosas de La Bomba que no se entrenan, esa legendaria puntería tiene mucho trabajo detrás, aunque hay un componente innato, casi mágico. El partido del récord y la despedida fue extraño.
El capitán del combinado ayudó en la faceta reboteadora y rebosó generosidad asistiendo a compañeros. Una muestra de respeto a la importancia del partido y el riesgo de un oponente como los rusos, no era momento de buscar protagonismos hasta que se consiguiera "tocar chapa". Y se logró. Allí llegó el momento de los manteos. No ha sido un verano fácil para él, tampoco el curso con su equipo de todas la vida (paréntesis en Memphis mediante), el Barcelona. De cualquier modo, atendiendo a la nota global, el CV que nuestro protagonista de hoy se antoja tan inalcanzable como irrepetible.
Bucear por sus mejores actuaciones en torneos internacionales es un trabajo exigente. ¿Qué criterios deben aplicarse? "Juanqui" ha sido el Robin perfecto para el Batman (Pau Gasol) que ha liderado a los ÑBA a cotas de ensueño. Un dúo dinámico que ha funcionado tan bien en las pistas como en su relación personal. Uno de los muchos amigos que deja este icono dentro de la selección. Presentamos cinco instantes, cinco de un tremendo abanico donde elegir...
Bronce Eurobasket 2001 Alemania-España
Apenas sobrepasaba la veintena y tenía rostro aniñado. Pese a las apariencias, Javier Imbroda sabía que tenía una joya, alguien capaz de hacer magia con un balón en las manos. Eso sí, la amenaza no podía ser mayor. Con melena rubia y mano de arquero, aquel joven llamado Dirk Nowitzki estaba empeñado en ser el ejército de un solo hombre. Endosó 43 puntos a los españoles, demás de convertir en héroes a Patrick Femerling, Okulaja o Marco Pesic. La atención que generaba era tan grande que hizo falta el esfuerzo del mejor Pau Gasol para responder.
Allí nos dimos cuenta de que el ala-pívot no estaba solo. Entre Navarro y Pau sumaban 31 de los 44 primeros puntos de aquel choque. Durante cinco minutos, La Bomba se presentó en sociedad ante el futuro ídolo de los Dallas Mavericks, aquel bávaro que iba a enamorar a la NBA con unos fundamentos que no se recordaban desde Larry Bird. Henrik Dettmann sorprendió a los de Imbroda cuando mejor estaban, alternando varias zonas y sacando a todas sus torres a pista.
Hizo falta el esfuerzo de todos, veteranos como Nacho Rodríguez brillaron, con su temple, si bien fue Navarro quien firmó un triple cuando el reloj expiraba que evitó el enésimo milagro de Nowitzki a nuestra costa. Se quedó muy cerca de la treintena de puntos. Un bronce que sabía a oro, sobre todo por la juventud que la camada de Lisboa poseía y su sangre fría incluso ante los más grandes.
Semifinales Eurobasket 2003 España-Italia
Como todos los entrenadores que se han medido a España durante las dos últimas décadas, Carlo Recalcati estaba obsesionado con minimizar los efectos de Pau Gasol. Pese a que su explosión definitiva en la NBA estaba todavía a punto de suceder, el ala-pívot ya era una de las amenazas interiores más temidas en el torneo europeo celebrado en Suecia. A diferencia de otros rivales, el técnico transalpino disponía de un defensa perfecto para el tipo de juego de Gasol, Dennis Marconato, hombre muy experimentado y de envergadura, gran competidor. Con un Massimo Bulleri en la cúspide de su juego y la ventaja transalpina en la partida moral debido a los últimos enfrentamientos de ambas selecciones, Pau fue viéndose aislado y sin poder conectar con sus mejores aliados en pista.
Monchó López hizo lo propio con Nikola Radulovic, el mejor anotador de sus oponentes aquel día. De cualquier modo, las cuentas le salían a una Italia firme y sólida (40-29), encantada ante las salidas que les daban sus bloqueos directos. Hacía falta un paso adelante de alguien que no se apellidase Gasol. La respuesta se llamaba Juan Carlos Navarro, quien solamente había podido firmar dos tantos en su casillero de anotación hasta el tercer cuarto, cuando se disparó a los ocho. Con todas las miradas en los rebotes ofensivos de Felipe Reyes, Carlos Jiménez y Pau, las bombas del escolta dinamitaron el choque en Estocolmo.
La heterodoxia de esas penetraciones casi suicidas no podían estar previstas por Recalcati. Junto con Saruas Jasikevicius, Navarro era por aquel entonces el jugador más fiable en Europa para los instantes calientes. Ante rivales del talento de Basile, el jugador blaugrana firmó algunas penetraciones para el recuerdo, mostrando una habilidad para el reverso que volvió locos a sus esforzados defensores. Inteligente como pocos, José Manuel Calderón se volcó en las tareas defensivas, obsesionándose con parar al peligroso Bulleri, dejando toda la creación del último cuarto a un Navarro que llevó a los suyos a una nueva final. Era el inicio de una dinastía.
Semifinales Eurobasket 2007 España-Grecia
Nada hay más temible que un gran rival picado. España había arrasado (con unos inspirados Jorge Garbajosa y Juan Carlos Navarro) al conjunto heleno tierras niponas en 2006, con un título mundial en juego. No les fue mejor a los pupilos del Dragón Giannakis en la fase de grupos ante sus verdugos. De hecho, hizo falta un milagro llamado Papaloukas para que los griegos lograsen una remontada impensable ante la Eslovenia de Jaka Lakovic (qué importante ha sido su asesoría en el reciente éxito en las canchas de su país) que les sacó el billete de semifinales para Madrid. España era anfitriona y favorita en todos los casilleros.
Justo lo que Ginnakis quería que se dijera. Grecia salió sin ninguna presión, con una defensa infernal y demostrando que Vassilis Spanoulis iba camino de ser el killer más importante de Europa. El pabellón se silenciaba mientras Tsartsaris interpretaba de manera genial el papel de villano. España llegó a desquiciarse, incluso un técnico de la tranquilidad y magisterio de Pepu Hernández reducía su rotación al límite, mientras el Dragón llevaba a un final de infarto, el punto donde los suyos eran casi insuperables. Diamantidis se encaró con Navarro en una de las muchas trifulcas de aquel día. Compañeros de posición, insaciables ganadores, los dos regalarían momentos de chispas con selecciones y en Euroliga.
De la tangana salió una Bomba con ganas de divertirse. Un triple limpio que devolvió la fe a todos sus compañeros. Aquella segunda mitad memorable vivió 17 puntos de un Navarro dispuesto a penetrar ante las mil trampas infernales de una escuadra espartana. Junto con Calderón, el exterior fue la garantía en los tiros libres para superar una de las competitividades más extremas que jamás vivieron los junior de oro. Siempre Juan Carlos.
Eurobasket 2011
No fue un partido. Tampoco una racha de eliminatorias. Sencillamente, Juan Carlos Navarro dominó el campeonato celebrado en Lituania como nadie pensaba que podía hacerse. Duelos eternos con McCalebb, donde el liderazgo y la muñeca se pusieron a prueba. Una ráfaga infernal de triples para sorprender a la mismísima Lietuva con el arma que ellos habían elevado a los altares. Y, por supuesto, el broche de oro en una final ante la Francia de Tony Parker.
El estado de iluminación de nuestro protagonista en aquellas semanas fue muy similar al que Goran Dragic nos ha dado recientemente. El baloncesto es un deporte de equipo, aunque hay veces en que algunas de las personas que lo practican entran en una zona de confianza en sus habilidades que los llevan a estar muy cercar de ganar partidos solos si fuera necesario. Superando las inmensas manos de Joakim Noah, La Bomba lanzó un ally para un feroz mate de Pau Gasol. El resumen de una hegemonía, una amistad en perfecta armonía dentro y fuera del pabellón.
Y quizás no fue lo más impresionante lo que ocurrió entre canasta imposible y regate inverosímil. En la faceta humana, el escolta ha sido un alien que se convertía en un tipo normal cuando entraban en el vestuario. Consciente de su situación personal, Navarro cedió el honor de recoger el trofeo a su amigo Felipe Reyes. Un gesto que volvía a hablar de la perfección alcanzada.
Final Juegos Olímpicos 2012 Estados Unidos-España
Sergio Scariolo ha mantenido una larga y fructífera asociación con Juan Carlos Navarro. Le ha sufrido como rival y disfrutado en su faceta de seleccionador. En sus declaraciones y libros, se refleja como el míster italiano se deshace en elogios por la figura de Pau, tampoco regatea admiración por los Rudy, Marc, Calderón, Chacho, etc. No obstante, quizás La Bomba sea un capítulo aparte. Si el talento es cuestión de sacar máximo partido de los recursos disponibles, nadie podría trazar una carrera más excelsa en el baloncesto con las condiciones de quien se despidió como capitán en este Eurobasket recién concluido.
Recuerdo un analista que hablaba hacía años de las diferencias de físico entre la NBA y Europa. Ponía el ejemplo del peso de Navarro y el de sus rivales de puesto al otro lado de Atlántico. Era desolador, también considerando el músculo y la capacidad atlética. Dicho señor mantenía que era una locura exigir al escolta catalán que hiciera algo ante esos oponentes. Siendo estadísticas razonables las que manejaba, obviaba otros baremos: capacidad de improvisación, creatividad, descaro, inteligencia, etc. Recuerdo que me fastidió escuchar aquello. Y también que, si algún día tenía la oportunidad, La Bomba despejaría cualquier duda al respecto.
Con un gran prólogo en Pekín (2008), la lección vino en Londres durante dos cuartos. Navarro sacaba un tres más uno a un tal Kobe Bryant. La Bomba finta a Lebron y anota una elegante suspensión. La gasolina duró hasta donde pudo, y es que el analista no andaba errado. Sin embargo, lo que durante más de veinte minutos presenciamos fue algo muy cercano a la grandeza. Obviando aquel inicio que volvió locos a los estadounidenses, sería imposible imaginar la confianza que demostraron los de Scariolo para morir en la orilla ante todo un Dream Team. Años después, el capitán sonreía al recordar una charla privada que les dio míster K. "Siempre nos habéis metido en problemas". Nadie lo sabía mejor que él.
BIBLIOGRAFÍA:
-PATRICIO, Á., Cuando fuimos los mejores: La década dorada de la selección española del baloncesto (2001-2010), Ediciones, JC, Madrid, 2011.
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