lunes, agosto 1


"Kevin Garnett es el tipo más preparado, preparado y preparado para salir a una cancha de baloncesto cada noche. Pero el mejor es Kobe"- Jerry West. 



Todo en la trayectoria deportiva de Kevin Garnett parece excesivo. Desde la calidad y versatilidad de su juego hasta su temprana irrupción en la NBA, dando el salto desde el instituto. Se trató de una sagaz portada de la prestigiosa Sports Illustrated. Un muchacho espigado de 2´11 metros de altura miraba con timidez a la cámara, mientras sostenía un balón en sus manos. Su cabeza estaba rapada al estilo de Michael Jordan. Los Minnesota Timberwolves decidían apostar por un adolescente para reflotar a una franquicia que buscaba con ansía hacerse un hueco en el exigente Far West. 



Existían muchas preguntas alrededor de la capacidad de adaptación de la promesa nacida en Carolina del Sur. Flip Saunders se hacía algunas de ellas mientras veía a su veterano base Sam Mitchell subir el balón durante una práctica en el Target Center. Un ejercicio donde el novato debía intentar defender al veterano base, un profesional experimentado que terminaría aprovechando su experiencia en la pista para fraguar una notable carrera como entrenador. Ante los ojos del míster de los Wolves, Mithcell terminó por los suelos y el chico con el balón. Intensidad en cada posesión, aprovechamiento de cada práctica. "A veces, debemos recordar que sigue siendo muy joven. No podemos cargar tanta responsabilidad sobre sus hombros", advertía con sapiencia Saunders, preocupado de que las urgencias dejasen perder por el camino un diamante en bruto, uno de esos ala-pívots que surgen muy de tanto en cuando. 



Desde el primer momento, la maravilla que se se veía en la cancha empezó a ver cuestionada su reputación. Algunos medios se sorprendían al hallar un distanciamiento y una frialdad en un bisoño que quizás estuviera incurriendo en la soberbia. Asimismo, mostraba un gusto desmesurado por el trash talking. A diferencia de otros cultivadores de ese arte subterráneo, Garnett utilizaba cualquier dato a su disposición sobre sus oponentes para lograr sacarlos de sus casillas. No había dibujado ninguna línea que no estuviera dispuesto a cruzar. Ha llovido mucho desde entonces, hoy, con cuarenta años a sus espaldas, nuestro protagonista es uno de los pocos que puede presumir de mantenerse en pie entre los de su promoción. Su talento, personalidad, polémica y carisma han ido transformándose a lo largo de cada temporada, mostrando siempre que, ante todo, Big Ticket nació hacer estragos en la pintura. 


"Siempre ha sido intenso. No es un cabrón bajo ningún concepto. Es un buen chico. Se deja el corazón en la cancha"- Kobe Bryant. 



A veces, da la sensación de que una primera imagen áspera condiciona los elogios que Kevin Garnett se ha ganado en su profesión. Incluso cuando una figura de la talla de Jerry West lo ha destacado por su ética de trabajo, suele acompañarlo con premura del matiz de que Kobe Bryant es el mejor. Otros, cuando se descubren admirando a la categoría a la que ha elevado el puesto de power forward, se apresuran a añadir que Tim Duncan es el mejor ala-pívot de todos los tiempos. Nadie duda de que Black Mamba y The Big Fundamental, retirados esta misma temporada, merecen cada tributo que obtienen. Como fuere, los posibles pecados de juventud no deberían hacernos olvidar que el dorsal 21 de los Wolves ha sido único en su especie. 



Por ejemplo, Kobe no olvida el cuadragésimo octavo All Star que la NBA celebró en un templo como el Madison Square Garden. Era su debut entre las estrellas y, como pocas veces, se sentía nervioso. Garnett, compañero del Oeste, fue uno de los que más le ayudó. Se le vio bromeando con él y Shaquille O´Neal en el banquillo. Mirando a Bryant, le dijo que iban a salir a volar y lo cumplieron con alguna jugada de mucho mérito para dos recién llegados en un feudo donde había nombres como Michael Jordan, Scottie Pippen o Karl Malone. Dos Finales NBA y el odio eterno Lakers-Celtics no han impedido que Black Mamba y Garnett se digan de todo en la cancha y terminen fundidos en un abrazo después. 



Los años fueron dando sabiduría aunque seguía siendo una imagen muy fiera a la caza del rebote. Una de las oportunidades más inusuales para conocer su filosofía fue un original anuncio titulado KG´s Playoff Dreams (1997-2003) (VER ANUNCIO), donde abría a la opinión pública sus reflexiones sobre cada eliminación de primera ronda que había sufrido. De manera elocuente y con un amor por el baloncesto que es imposible fingir, KG se mostraba como el líder de una joven camada que quería dar el siguiente paso en la élite de baloncesto. Sus modales en determinados momentos podían enervar, pero no era de recibo dudar, ni siquiera por su más encendido detractor, que aquella incipiente estrella sufría como un aficionado más de los Wolves cada revés de postemporada.  


I´m Shipping Up to Boston 




Kevin Garnett cumple años en mayo. En aquel célebre anuncio había advertido que no le gustaba estar de vacaciones cuando se producía su aniversario. Significaba haber sido apeado de la lucha por el ansiado anillo. De cualquier modo, la vida cae como un jarro de agua fría cuando pensamos que tenemos problemas. La realidad nos saca del espejo de Narciso y nos recuerda lo esencial. Volviendo de la fiesta de su amigo Kevin, su compañero de equipo Malik Sealey falleció en un accidente de tráfico. Con toda la vida por delante, un golpe que sintió toda la familia de los Timberwolves. Todavía hoy, Garnett luce un tatuaje en su honor. 



Pero Big Ticket no es de los que creen en maldiciones. Llegó el 20 de mayo de 2003 y Minnesota seguía luchando por el título, estaban en segunda ronda. La gerencia se había rascado el bolsillo para acompañarle de Latrell Sprewell y Sam Cassell. Se jugaban el pase a la Final del Oeste ante los excitantes Sacramento Kings de Rick Adelman, uno de los estilos más vistosos que recuerda la NBA más reciente. Aquel día, Garnett firmó 32 puntos, 21 rebotes y 5 tapones. Steve Kerr, comentarista de lujo para la ocasión, señaló que lo había visto demasiado tenso en la rueda de calentamiento. "Steve puede decir cosas así, él tiene seis anillos y nosotros es la primera vez que hemos pasado de primera ronda". Las cosas claras. Aquel año fue MVP y absolutamente nadie podía cuestionar su categoría.



Tras esa felicidad, nadie podía esperar que apenas un año después se derrumbaría en una entrevista personal concedida ante el afamado coach universitario John Thompson. Las promesas de futuro de los Wolves se truncaron y hasta se quedaron sin Playoffs. Aquello mató a un Garnett que vio como su mentor y amigo, Flip Saunders, era destituido. Los siguientes años empeorarían. "Esto me está matando por dentro", afirmaba tras dejarse el alma bajo los tableros y multiplicarse en pista. Thompson, quien supo llevar el diálogo con maestría, supo encontrar palabras proféticas: "No estás mostrando debilidad, estás enseñando mucha fortaleza hoy. La hierba siempre parece más verde en el otro lado. Te quedan muchos años para luchar por el título". Y el verde del que hablaba el mítico técnico estaba a la vuelta de la esquina. Los Boston Celtics removían los cimientos de la liga al conseguir el traspaso de Kevin Garnett. Nada volvería a ser lo mismo.


"De la actualidad, eres el jugador que más disfruto viendo"-Bill Russell.



Cuando miró por primera vez a los ojos de aquella venerable figura de barba plateada, Kevin Garnett sintió por primera vez que no era la persona con más intensidad en un pabellón de baloncesto. Bill Russell, patriarca de los orgullosos verdes, abrió sus brazos a un fichaje que lideró, junto con Paul Pierce y Ray Allen, a una resurrección que se plasmó en una temporada de ensueño. Los Boston Celtics ganaron 66 partidos, a pesar de tener más talento a su alrededor, las estadísticas individuales de Garnett apenas se resintieron y fue el líder espiritual de una defensa que, sabiamente trazada en el ubuntu de la pizarra de Doc Rivers y Tom Thidobeau. 



Con todo, el camino al anillo no fue fácil. Garnett tuvo que espolear a los suyos en el inesperado partido a muerte súbita frente a los sorprendes Hawks, dio las gracias a Pierce por hacerles sobrevivir ante Lebron James y, frente a su amigo Rasheed Wallace y los Pistons, Big Ticket logró que terminase una etapa dorada en Detroit. En las Finales, tomó venganza ante un enemigo íntimo, Pau Gasol, aquel rookie de los Grizzlies a quien intentó amedrentar en una visita de los Wolves a la ciudad de Elvis. Aunque Minnesota ganó el encuentro, el ala-pívot catalán firmó un mate de concurso ante Garnett, gesta que le dio sus primeros titulares al otro lado del Atlántico. No era un caso único. Incluso en sus años dorados, el espectro de la mala fama estuvo allí. 



También lo sufrió el base José Manuel Calderón, provocado constantemente por 5 de los Celtics en su visita al nuevo Garden. Cuando muchos mentideros españoles agrandaban la leyenda negra, el sagaz base extremeño, en aquellos años en los Raptors, quitaba cualquier hierro al asunto: "En la siguiente jugada nos estábamos riendo los dos de lo que nos habíamos dicho. Son cosas del juego, no pasa absolutamente nada". No siempre ha salido tan esclarecida la cosa, Charlie Villanueva, harto de que KG traspase la frontera con bromas de muy mal gusto sobre las semejanzas de su aspecto con el de una persona enferma de cáncer. Humor negro y desafortunado que saltó a la palestra, Big Ticket descubrió que había gente que no siempre se iba a callar cuando se pasaba de la raya: "Hay mucha gente que ha fallecido por esa enfermedad y él lo dijo como si fuera una broma. Me gustaría que KG se expusiera de verdad, tenerlo en un ring a solas"


"Tienes que respetar todo lo que aporta Garnett. Su liderazgo, su agresividad, su capacidad para competir"- Pau Gasol. 



Aunque su camiseta había llegado a ser la más vendida, también era uno de los más odiados. No pocos comentaristas lo señalaban como un abusón frente a los jugadores más bisoños de la NBA, un jugador de ventaja que nunca se metería con gente de su rango. Siempre me ha parecido una crítica muy injusta. Una de las cosas más claras de Garnett es su incapacidad de distinguir un partido final de un amistoso, a un joven europeo recién aterrizado en la NBA de Dirk Nowitzki. Todo es una guerra para el jefe tribal de unos Boston Celtics que comenzaron 2009 dando miedo, acumulando récords defensivos y poniendo las primeras letras de lo que parecía una dinastía. Con lo que no contaban ni siquiera sus enemigos, esos que se burlaban de sus voces en pista y ritual de entrada a pista -copiado, entre otros, por el mismísimo Lebron James- es que una roca como Big Ticket se rompiese de una forma tan definitiva. 



Fue en tierras mormonas, Salt Lake City, donde Stockton y Malone honraron a los Utah Jazz. Parecía no tener demasiada importancia. Problemas con el tobillo. Un poco de descanso, dijeron muchos. Poco después, la rodilla. Luego llegarían los problemas de espaldas. Algunos soñaron incluso con que aquel bocazas desaparecería. Sin su exuberancia física, Garnett sería uno más entre los rostros de la Liga. Se equivocaron de pleno. Incluso cojeando se le veía bajando a defender o tirándose por una pelota perdida. Seguía encarándose con árbitros, compañeros, rivales y hasta en el video-marcador si era necesario. Muchos podían ser los demonios internos de este campeón olímpico de 1996, pero rendirse no estaba entre ellos. 



Sacadas absolutamente de contexto, algunos medios sensacionalistas señalaron que Pau Gasol, antigua Némesis, se había burlado del bajón de juego de Garnett. Todo lo contrario, el power forward español hizo un análisis concienzudo y serio de cómo su viejo rival se había adaptado a haber perdido ese primer paso indefendible que le permitía acercarse a canasta de inmediato. La explosividad había desaparecido, pero su IQ defensivo dio un paso más allá. Phil Jackson bromeaba al respecto cuando Kendrick Perkins y él se picaron ante los medios por la rivalidad Thunder-Lakers: "Me pregunto cómo le va ahora que no tiene a Kevin Garnett para decirle dónde debe ponerse". En definitiva, Big Ticket ya no podía ser el ejército de un solo hombre que lo hacía todo en cancha. Pero sí se convirtió en uno de los mejores pegamentos en las barricadas que se recuerdan. 


"Kevin Garnett se preocupa de los sentimientos del vestuario. Respeta hasta el último jugador de la plantilla"- Sam Cassell.



Malik Rose, muy estimable jugador de equipo en la primera etapa de los Spurs de Popovich, destapó hace años algunos trapos sucios de la rivalidad Duncan-Garnett. Ninguno de los dos protagonistas principales se ha pronunciado nunca a ese respecto. Resulta elocuente como el 21 de San Antonio ha seguido honrando el poste bajo hasta su retirada, mientras que Garnett era la pieza fundamental para que los Celtics batiesen a los Sixers en unas duras semifinales del Este en 2012, siendo Rose uno de los comentaristas destacados de aquella eliminatoria. La batalla del tiempo, la que han ganado esos dos prodigios, cada uno a su estilo.



Sus últimos años de verde mostraron a un All Star diferente. Kevin ya no podía hacerlo todo solo y precisaba de otros elementos del tablero. Junto con el joven y heterodoxo Rajon Rondo creó una sociedad que, particularmente en 2010, fue casi imparable en Playoffs. Wade, Howard, Lebron e incluso Kobe y Gasol probaron la medicina defensiva de un Big Ticket que recuperó para la causa a un compañero de promoción, Rasheed Wallace. La imagen de un Garnett agotado, triste pero orgulloso tras perder aquel anillo en el séptimo día, pese a sus sobre-humanos esfuerzos, sigue siendo una estampa imborrable, no solamente para los orgullosos verdes, sino para los amantes del basket en general. Ante el mejor Pau Gasol que se recordaba, su antiguo enemigo dio la cara en todo momento y fue creciendo en unas Finales épica que solamente pueden ser catalogadas como de cinco estrellas. Al año siguiente, los célticos tomaron el Staples con un Big Ticket que jugó con una aparatosa tirita para tapar una brecha en la cabeza.



Tras su salida y paso por los Nets, el hijo más querido volvió a Minnesota. Parecía que ni estrella ni público se habían olvidado. Volvieron a correr los rumores de que el veterano imponía trabajos extras a los novatos, otros hablaban de sus malas pulgas, no en vano, había hecho llorar a un hombre hecho y derecho como Glen Davis por una bronca ante una pasiva defensa. Con ingenio, algunos mentideros homenajeaban Kill Bill al hablar del cruel tutelaje al que Garnett sometía a quienes se cruzaban en su camino. Otros que han compartido día a día con él, como Chauncey Billups, advierten que es la persona menos egoísta que jamás han visto en una plantilla.



Dentro de poco, ya no habrá más exigentes magisterios. De cualquier modo, un genio como Ricky Rubio advierte que quiere seguir disfrutándolo, en una extraña pero bien avenida pareja que es una de las esperanzas para devolver los días de gloria a Minnesota. Cuando Kevin Garnett se retire será cuando la NBA se dará cuenta de su impacto, de aquel chico que sostenía un balón y mucha más responsabilidad de la que le correspondía. No habrá más tapones, mates espectaculares, carreras cuando ya no quedan aliento, lágrimas de derrota y de trabajada victoria... KG no more. Un jugador irrepetible, el genio y el loco que compartían el mismo cuerpo en la pintura.



No busquen otro como Kevin. Nunca lo ha habido. Nunca lo habrá. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://minnesotaconnected.com/arts-entertainment/kevin-garnett-timberwolves-sherpa_436485/



https://www.youtube.com/watch?v=08dHO4ScAdU



http://www.chinadaily.com.cn/english/doc/2004-05/20/content_332276.htm



http://wpri.com/2014/06/26/rebuilding-celtics-have-2-first-round-draft-picks/



http://photobucket.com/images/lebron%20james%20vs%20kevin%20garnett



http://boston.cbslocal.com/2011/01/31/gresh-zo-celtics-lakers-renew-rivalry/