"Luis Suárez es un jugador importantísimo, tremendo, maravilloso, extraordinario, fuerte, agresivo, intenso. Asiste y marca desde cualquier lado. Su llegada ha enriquecido al Barça. Tiene virtudes diferentes a las de los jugadores que había. Le ha dado mayor profundidad de la que tenía. Tiene virtudes enormes, juega mucho con el cuerpo, es potente, tiene buenos movimientos y es contundente en el área". -Diego Pablo Simeone.
Había sido una eliminatoria de alto voltaje. Terminada la misma, Rubén Uría lo resumía con su claridad habitual: "Los que se quejaron del arbitraje de la vuelta, que recuerden la ida. Los que se quejaron de la ida, que recuerden la vuelta". Atlético de Madrid y Barcelona se hicieron daño en unos cuartos de final a cara de perro. Era lo previsible entre dos candidatos al título. Finalmente, pasaron los colchoneros por haber sido mejores en el global de los 180 minutos. Entre los damnificados, pocos nombres eran tan citados como el de Luis Suárez. El ariete uruguayo había sido héroe en el Camp Nou con un doblete que incluyó un tremendo cabezazo que fue inapelable para el meta Oblak, el Zamora de récord del presente año. Pero el charrúa también mereció ser expulsado en dicho encuentro por una absurda e injustificable patada a ninguna parte sobre Juanfran. El resoplido de Simeone en la rueda de prensa cuando le preguntaron sobre el 9 del conjunto culé era una previa a tambores de guerra en el Vicente Calderón.
Resultaba lógico que Suárez fuera el enemigo público durante la vuelta, pero pareció que el resto del globo compartía la animadversión. Para colmo de males, se las tuvo tiesas con su compatriota Diego Godín. Al finalizar el encuentro (2-0 para los locales), parecían volver los fantasmas del pasado. Y, por supuesto, ahí siempre sale Chiellini. Aquel Uruguay-Italia donde los sudamericanos lograron pasar el grupo de la muerte del Mundial de Brasil pero Suárez se ganó la indignación general y una sanción ejemplar por su mordisco al defensa italiano. A pesar de las disculpas que le dio el defensa transalpino en un acto que le honraba, el Pistolero parecía haber tocado fondo, además, no era la primera, tenía antecedentes en la Premier de aquellos cortocircuitos. De cualquier modo, lo bonito de esta historia es que un año después estaba lanzando un obús lejos de la defensa de la Vecchia Signora, ayudando a su nuevo club, el Barça, a ganar su quinta Copa de Europa. Y es que, si alguna lección hay que sacar de este aficionado de Peñarol, es su incansable competitividad. Suárez siempre vuelve.
Y es que más allá de aquel resoplido de Simeone están los mil elogios que el extraordinario técnico argentino le ha dedicado siempre a ese 9 que ha cambiado la dinámica de los Barça-Atleti. Ahora, los blaugranas tienen a un infiltrado, uno que habla como nadie la cultura del esfuerzo y coraje que predican los guerreros del Cholo. De hecho, en el pasado se habló de su fichaje para la ribera del Manzanares. Hubiera encajado como un guante. Godín, ambicioso por naturaleza, lo hubiera preferido. Sin embargo, los aficionados nos habríamos perdido un choque de trenes precioso. Como Fernando Martín y Audie Norris, Luis y Diego se machacan durante todo el encuentro, poniendo a prueba el listón arbitral y la paciencia del aficionado. Pero siempre terminan fundidos en un bonito abrazo. Su admiración es mutua y, mientras Simeone prepara la importante final de Milán de la que apeó a un Barcelona favorito, reconoció el título de los culés con elegancia. Las grandes batallas deportivas deberían terminar siempre así.
"De los delanteros de ahora, el que más se me parece es Luis Suárez. Las pelea todas"- Gabriel Omar Batistuta.
Hay una conexión especial entre uruguayos y argentinos. Suárez la comparte. Y no es solamente que este año Lionel Messi haya sido su principal socio para firmar 40 goles en la Liga. El Pistolero toma mate también con el Jefecito Mascherano, uno de los líderes de un vestuario que ha debido blindarse en un campeonato de la regularidad que parecía ganado tras una primera vuelta de dibujos animados. Pero, junto con el infatigable Atlético, el Real Madrid emergió con una brutal racha victoriosa de doce triunfos sin fallo. Mucha presión sobre los hombros y dudas que se empezaron a solventar gracias a esa conexión Rosario-Salto. El gol que Luis firmó corajudamente en un córner en Riazor era uno que en Florencia no habrían tenido problema en reconocer: Gabriel Omar Batistuta.
Y es que el actuar killer del Barça nunca ha escondido quién fue su espejo en el paso a ser profesional: Batigol, el máximo artillero de la historia de la albiceleste, el 9 soñado por Diego Armando Maradona. La simpatía mutua que se profesan en la cercana lejanía no es sorprendente, ambos tienen la misma genética, unas fiera que solamente se calman mandando la bola a las redes. Quién lo iba a decir en los años de mayor auge del toque, cuando el Barça deslumbraba poblando todo su centro del campo frente al Santos en la Intercontinental. Resultaba que ese juego maravilloso abanderado por los Xavi e Iniesta no era incompatible con la llegada de un ariete puro. El problema de los extremos es olvidar que siempre es bueno algún añadido si la cosa se tercia.
Todo comenzó con uno de los mejores planteamientos jamás hechos por Pep Guardiola. Dando una libertad total a Messi, los blaugrana sentenciaron el campeonato de 2009 con una exhibición en el mismísimo Santiago Bernabéu (2-6). Aquel día, voces autorizadas como Santiago Segurola pregonaron que Samuel Eto´o, uno de los ídolos intocables del Camp Nou, había sido sacrificado por la evolución de la Pulga, quien ya se encaminaba a confirmar que todo lo que se intuía sobre él era cierto. Una nota justa sobre una hipérbole. El propio Messi ha sido inteligente y ha reconocido que no le viene nada mal, sobre todo ante equipos como Chelsea o Atlético, esa referencia que le ayude y le permita crear espacio. Tras el vacío dejado por el inolvidable Samu, muchos lo intentaron sin éxito. David Villa estuvo cerca, pero al Guaje lo mataron las lesiones y que llegó un poco tarde al proyecto, sin encontrar el acomodo que tuvo en aquel Valencia donde era amo y señor. Zlatan tenía toneladas de talento, pero su carácter no ayudaba. Ahora, tras la era del león camerunés, el uruguayo ha despejado todas las dudas posibles con un pichichi incontestable, superando en el duelo individual a un rematador de la dimensión de Cristiano Ronaldo, en eterno idilio con la portería contraria.
Ahora que está tan de moda mirar con lupa los rendimientos de Arda Turan y Aleix Vidal, no estaría de más recordar la adaptación del charrúa. Los primeros meses del delantero, especialmente por su sanción, generaron dudas sobre su estado de forma y adaptación al juego. Sin embargo, a finales de la primera vuelta empezó a dar unos síntomas extraordinarios. El propio Suárez admitió que había ocasiones en las que dudó de su capacidad de adaptarse al estilo de su nuevo club. En el Ajax (donde conoció a mitos como Cruyff o Van Vasten) era ídolo y otro tanto podía decirse de su paso por el Liverpool (respetando, eso sí, la jerarquía de Gerrard, uno de los compañeros que más ha marcado a nuestro protagonista de hoy). Esta racha goleadora ha sido fruto de la paciencia.
La Bota de Ora es un justo premio a su rendimiento individual y tremendo potencial como artillero. Sin embargo, la buena noticia para los que somos seguidores blaugranas es que su esfuerzo, como ocurría con Eto´o, también se traduce en éxitos colectivos. El uruguayo apenas lleva 2 campañas en el Camp Nou, pero ya nos ha hecho a todos ver que el Cholo no se equivoca: el mejor 9 de raza que un equipo puede tener juega al lado de Neymar y Messi. Por eso, en la sufrida Copa del Rey obtenida ante un Sevilla fantástico (quien venía de firmar su tercera Europa League consecutiva), tuvo una de las imágenes más impactantes cuando Suárez se retiraba entre lágrimas al banquillo tras su lesión.
"El Gordo" fue el que se entrometió en el penalti indirecto el argentino y el brasilero para lanzar la pelota a las redes, puesto que no estaba informado de la treta. Una jugada más que lo define, siempre oportunista y sin cuestionarse otra cosa que no sea lo que tiene entre ceja y ceja. En el pasado, cuando viajaba a Barcelona para visitar a Sofía, el ariete no tenía ni siquiera dinero suficiente para visitar al Camp Nou. Hoy, ya sabe que cuando se retire la elástica azulgrana, tendrá un hueco eterno en el el libro de goleadores culés.
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