La que tanto se hizo esperar fue sublime...
La frase no fue pronunciada por un jugador del CSKA, en realidad, los derechos de autor pertenecen a Jordi Villacampa. De esa magistral manera, el mito de la Penya resumía lo que sintió el equipo verdinegro al alcanzar un título liguero que siempre se les escapaba de las manos. Sin embargo, la plantilla moscovita no tendría ningún problema en hacerla suya. En verdad, este fin de semana berlinés ha sido la cicatrización de terribles heridas. El histórico conjunto ruso luchó por cada palmo del terreno en pista, amparado en un De Colo en niveles celestiales. Los Denver Nuggets ya hablan de respescarlo, pero no es momento de obsesionarnos con el futuro del astro francés, sino de elogiar su magnífico presente y el de sus compañeros.
Junto con el galo está Teodosic (ese talento de cabeza extraviada, un genio capaz de ver pases imposibles y que ayer sintió que también se le iba a escapar otra Euroliga, hasta ese mágico palmeo que rescató al CSKA, con esa pizca de suerte que les fue esquiva en el pasado), lo cual ha permitido a la pizarra de Dimitris Itoudis disfrutar de la mejor pareja exterior que puede hallarse en el Viejo Continente. Lo volvieron a demostrar en estos días clave, aunque ha hecho falta toda la habilidad posible del conjunto, no solamente de ellos. El Lokomotiv Kuban fue duro, no se esperaba otra cosa, pero el Fenerbahce se elevó como la montaña más escarpada para escalar. Resultó básica la fe de una antigua bestia del Pireo, Kyle Hines, un hombre clave para mantener la fe (porque él ha estado en el otro lado de la historia en esta clase de remontadas) y no venirse abajo en una prórroga de infarto.
Aquella canasta de Printezis y los milagros de Spanoulis estaban el disco duro del vigente campeón, una escuadra que se ha dejado todo en la cancha para poder celebrarlo a lo grande. Ver al bueno de Victor Khryapa machacando todavía es el reflejo del tono físico que impera en una plantilla confeccionada a base de talonario y buen gusto. Muchos hablaron de que la final de ayer fue de millonarios. Cierto es, pero hemos visto a decenas de Dream Teams en el mercado de fichajes estrellarse a la hora de verdad, sacrificando su exuberante potencial por la falta de química. Otomanos y rusos nos regalaron un monumento al basket, un 101-96 que resultó apasionante y digno de la mismísima NBA. Un partido para conservar en la mejor de las videotecas. Un re-encuentro de maestro y alumno.
Por el amor al juego
Zeljko Obradovic es un nombre que impone respeto a cualquier persona aficionada al basket. Su conocimiento táctico, los escogidos staff técnicos de los que se rodea, la competitividad que lo caracteriza y el amor que desprende por este deporte lo dicen todo. Sin embargo, ayer pudo sentirse orgulloso de que uno de sus pupilos le igualó y ganó con nobleza la partida planteada. Itoudis no pudo dedicar el título a su mentor en el Panathinaikos, pero si agradecerles las enseñanzas. Ambos estrategas se movieron con nobleza, protestaron, animaron, jalearon y mantuvieron a tono a sus excepcionales profesionales. Titulares valientes, reservas de garantías. Bobby Dixon tuvo momentos donde anotaba todo, en otros, la maquinaria moscovita bajo tableros iba triturando rivales en el segundo cuarto.
Todo perfecto, el broche de oro a un fin de semana irrepetible. Antes, un triple de Adams hizo soñar a Vitoria (y a nosotros con ellos) en que el Laboral Kutxa hacía su enésima proeza de un año donde ha tumbado a muchos grandes de Europa, siempre bajo la excepcional batuta de Perasovic. Unas semifinales de antología. La experiencia es un grado y el combinado baskonista se encomendó a Bourousis, quien salió desde el banquillo para espolear a los suyos cuando los turcos amenazaban con irse. Otra semifinal maravillosa, los representantes de la Liga Endesa no dejaron nada en el depósito de gasolina. El triple de Luigi Datome era un merecido tributo al esfuerzo de los de Obradovic, quienes nunca cometieron el error de subestimar a un oponente con menos presupuesto pero un corazón que no dejó de latir en ningún momento.
Ya en la prórroga, Bogdanovic demostró al mundo que algún día cruzará el Atlántico para jugar en la auto-proclamada mejor liga del mundo. Talento descaro y una capacidad de entrar a canasta irrepetible. Demasiado para un Tercio de Baskonia que ya había hecho todo lo posible en 40 minutos. Entregaron el encuentro pero no los estandartes, volverían al Buesa Arena con el honor intacto, dando otra lección de deportividad. No pudieron llevarse el tercer puesto porque el Lokomotiv de Bartzokas tampoco quiso bajar los brazos. No estaba Thompson, pero Delaney y Draper (¡tremenda F4 la que ha firmado!) espolearon a sus compañeros. Aquí querría elogiar asimismo a Víctor Claver, a quien se suele criticar mucho pero que ha hecho muchos méritos para tener un rol importante a las órdenes de un técnico exigente y competitivo.
Incombustibles al desaliento
Una de las cosas más bonitas de la final de ayer fue el desaliento al fallo. El Fenerbahce hace tiempo que abandonó las galas de la banda talentosa y malcriada de antaño, aquella camada a la que el Real Madrid de Pablo Laso dio una lección de basket ofensivo el año pasado. Cuando estuvieron 21 abajo, no tiraron por la borda el encuentro, respetaron a su entregada afición y a la competición. Siguieron intentándolo hasta que Dixon les abrió las puertas del Olimpo con su racha. Un momento que el antiguo CSKA hubiera visto como un sinónimo de destino fatal. Pero allí estaba Khryapa para hacer el palmeo del 83-83, una acción que habría firmado el mismísimo Robert Horry.
Tampoco afectó mucho a los de Obradovic. El gesto ganador de Sloukas lo decía todo, el recién llegado a la finalísima no tuvo ningún miedo del evento. Pero allí estaba, nuevamente él, De Colo metió algunos de los tiros libres más importantes de esta temporada, contagiando su confianza a sus compañeros. Este CSKA ha sido una vez más poderoso bajo tableros, pero ha aderezado y refinado su circulación de balón, firmando algunas jugadas de antología, sobre todo en los tres primeros cuartos ante el Fenerbahce.
Cuando pasen los años y recordemos la final de Berlín, no tendremos nada que reprocharnos. 4 grandes equipos y la misión de honrar al baloncesto. Y lo lograron. Enhorabuena al CSKA por su fantástico triunfo.
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
0 comentarios: