jueves, junio 4

Franquicias hambrientas




Desde la década de los 70 de la centuria pasada, los Golden State Warriors no se veían bailando a estas alturas de la noche de la gran fiesta baloncestística del año. 365 días de dibujos animados, la odisea Disney que están protagonizando los discípulos de Steve Kerr (qué debut el suyo en los banquillos) se enfrenta a su último capítulo. Líderes con el mejor récord de la NBA, título de división, MVP para Curry, campeones del Oeste... ¿qué más pueden pedir? Pues lo que resta al pastel, una guinda llamada anillo. Pero, hay un monarca que tiene algo que decir a este respecto... 




Para Atlanta ha supuesto un amargo despertar. Durante muchos meses, han sido uno de los bloques más formidables del torneo, pero, a medida que han pasado las rondas, han pagado cierta bisoñez en postemporada. Los Nets dieron un aviso y, solamente el preciso revisionado de los árbitros les salvó de una daga (y van...) de Paul Pierce que los hubiera colocado al borde del abismo. Demasiadas dudas en dos rondas que se les antojaban más sencillas. Pocos argumentos para frenar a un Lebron James hambriento, quien se aprovechó de los problemas de lesiones de los Hawks para imponer un dominio físico en las finales del Este que casi ha sido tiránico. 




Cleveland ha vivido el retorno del hijo pródigo. Ahora es en Miami donde quieren olvidarle. Mientras, la estrella que más te garantiza estar jugando en junio en la actualidad (¡5 finales consecutivas!) quiere el primer entorchado para su tierra. La ansiada joya que inmortalizó Tolkien para la literatura fantástica podría permitir limar muchas asperezas y las pocas dudas que queden en la casa Cavalier con respecto a él. Ahora, contará con la perspicacia en el banquillo de un viejo zorro como D. Blatt, quien, de igual manera que Kerr, poco más puede pedir a su estreno en las pizarras estadounidenses. 



Heridas de guerra


Fue más duro de lo que insinúan los cinco encuentros. Stephen Curry confirmó su estado de forma ante un pistolero del calibre de James Harden. Los Warriors ganaron los dos primeros duelos, pero habrían podido perder ambos de haber tenido menos puntería en los momentos decisivos. Cuestión de detalles. Como ese quinto día, donde se ahorraron tentaciones y acabaron el trabajo, teniendo en el recuerdo como los Rockets se recompusieron para remontar un 3-1 a unos Clippers que tardarán su tiempo en olvidar las semifinales que vieron pasar de largo. Por el camino, Klay Thompson se llevó una de las faltas fortuitas más peligrosas de este año, al recibir el impacto de la rodilla de Trevor Ariza, su entrada en el primer partido de las Finales es un interrogante. Hándicap para Golden State, sin duda. Pero en el vestuario de The Q, bastante tienen con su parte médico.



Sin Kevin Love, dudas con Irving y esa imagen de Lebron pidiendo tiempo muerto para recuperar, literalmente, aire, parece ser que muchos otorgan un claro favoritismo a los Warriors. Indiscutiblemente, un equipo con 67 triunfos merece cualquier favoritismo que se le quiera dar. Pero en las Finales, la experiencia es un grado, y ahí James va a tener mucho, muchísimo que decir. Nombres como J. R. Smith y las trampas que Blatt sepa colocar a Curry para frenar su anotación, serán herramientas básicas para tomarse cumplida revancha de lo que le ocurrió a la franquicia en 2007 ante los Spurs.



Ni los jóvenes e incipientes nuevos Celtics, ni unos Bulls muy penalizados por las molestias de Pau Gasol, lograron apear a The King de un nuevo despliegue en el Este. James no es Jordan, pero está escribiendo su leyenda a su manera, por más que el marketing quiera dictaminar odiosas comparaciones. No obstante, todo parece indicar que el primer anillo como muchacho de Akron, podría ser el más especial de este fenómeno. Eso, claro, si el cuento de hadas no se hace realidad.




Dos maneras de jugar, sendos caminos a la genialidad



Los dos provienen de Akron, son tesoros nacionales del basket de Ohio. No obstante, sus carreras se mueven de diferente manera. Lebron es una condición natural creada para el basket, una fuerza imparable. Es como si se pudiera coger el cuerpo de Karl Malone y, sin perder un ápice de su fortaleza y rocosidad interior, tuviera asimismo un punto más de velocidad para jugar en el exterior. En definitiva, el deportista casi perfecto. A veces, Lebron parece un hombre luchando contra niños.




Stephen Curry, por su lado, sería lo que, en una memorable ocasión, se utilizó para describir a Pablo Aimar en Fiebre Maldini: "Físicamente, no tiene ventaja. Juega al fútbol porque es bueno". El crack de Golden State tiene la magia de los Maravich y los Petrovic, se lanza al ataque con valentía, creatividad y un punto de auto-confianza del muchacho de barrio que tiene viciadas las canastas de su instituto. Sería muy interesante poder hacer un estudio de cuánta gente ha empezado a quedarse a ver a los Warriors por ese a ese chaval del que todo mundo habla, cuyas crianzas pueden vacilarle en medio de una rueda de prensa y cuya madre acude a verle siempre que puede en la cancha.



El propio presidente Barack Obama parece querer alimentar el debate que se va a generar en todo el país, dos nombres que están en boca de todos. Pero, ojo, que las Finales se nutren de los héroes inesperados, de los actores secundarios que roban en tres minutos los focos de la pareja protagonista. Nos vamos a divertir. Final inédita. Final espectacular.  

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