Professori del gioco
Fue el armisticio tras 90 minutos (con casi 7 de añadido al final) de intensa y noble lucha. Bianconeri y azulgranas habían honrado el esférico en el Estado Olímpico de Berlín, engalanado para la ocasión: final de la Champions 2015. Entonces, ambos capitanes y estrategas se buscaron. Xavi Hernández y Andrea Pirlo cerraron dos bellas historias de entrega, pasión y talento al juego con un abrazo de dos motores que en Turín y la Ciudad Condal se echarán mucho de menos.
Clase y cabeza. Magia y orden. Los dos medios han vivido de una calidad técnica poco común, además de una visión adelantada a su tiempo para situar a sus compañeros y rivales donde querían. El dorsal 6 del Barça tuvo la despedida que merecía, saliendo desde el banquillo para poder coger la ansiada Orejona, la cuarta que esté icono (descubierto en la Masiá y re-inventado por el maestro Luis Aragonés) ya ha tenido entre sus manos. Pirlo, campeón de prácticamente todo lo que se puede ganar, hizo cuanto estuvo en su mano para que su vecchia signora se llevase el ansiado triunfo, el anhelado triplete. Andando, Andrea hace que la bola corra donde le conviene, como bien decía Riquelme, es la que no se cansa nunca. Y Pirlo dio otro clinic de colocación y paciencia.
Pero para llegar a ese instante, hubo que pasar por una final, nervios, ilusión y cosas inusuales en otros partidos. Como que un seguro de vida de la talla de Mascherano errase en la primera defensa culé, mientras Allegri confirmaba que el catenaccio no está en el vocabulario del nuevo fútbol transalpino. La Juventus adelantó sus líneas y presionó al gran favorito. Todo el año de tapados en la Copa de Europa, los turineses se vieron tranquilos en la fase previa del día D y la hora H, preparando minuciosamente sus trampas para frenar a un equipo temible. Eso sí, en un lugar de la Mancha....
Andrés Iniesta... nos sobran los motivos
Saludó a la colosal y regia figura de Buffon con una discreta sonrisa. La misma que utiliza cuando controla los balones como lo hacía Zidane, dando a entender que tiene un chicle que se pega a la pelota. Lució el brazalete hasta que se lo entregó feliz a su maestro, Xavi Hernández. Significa mucho para España, Cataluña y el universo del balompié en general. Andrés Iniesta encontró a los dos minutos un hueco donde no había para aprovechar una diablura de Messi y permitir a Rakitic lanzar un fuerte disparo a las redes. El manchego creaba una nueva final y rompía todas las previsiones de las pizarras.
Allí, el Barcelona se lo creyó y sometió a un cerco a la Juve. Buffon, siempre él, sacó manos providenciales y permitió a sus compañeros seguir creyendo. Dio la sensación de que en esos 45 minutos pudo haber un marcador más desfavorable para quienes ejercían de locales, incluso se reclamó un posible penalti de Lichtsteiner por mano. El chileno Vidal fue una paradoja en el césped, maravilloso por su energía, a la par que se jugaba una segunda amarilla a cada instante, acompañando cada acción de sus airadas protestas. La segunda parte fue completamente distinta.
Como en tantas eliminatorias ha hecho, de donde parece tocada, la squadra sacó su orgullo y fondo de armario. Empezaron a pillar desprevenido a la zaga blaugrana, hasta que un bellísimo taconazo de Claudio Marchisio fue el germen de una jugada portentosa, donde Álvaro Morata, con ese olfato de pícaro súper-ratón que ya tenía Raúl González, estuvo en el único sitio donde no había nadie... y caía el rebote. De pronto, la noche berlinesa se cayó sobre los de Luis Enrique, a quienes se le harían muy largos aquellos minutos.
Un kismet generoso, un karma cruel
A partir de entonces, Pogba y compañía se hicieron omnipresentes. El Apache Tévez lanzó un latigazo que hizo temblar a los dominios de Ter Stegen. La seguridad y formas elegantes de sacar la pelota (enésimo clinic de Sergio Busquets) se iban olvidando, el campeón de la Liga BBVA tenía asedios en todos los frentes. Entonces, surgió el momento del forcejeo de Pogba y Dani Alves en el área, jugada que terminó con la caída del juventino. Si el colegiado hubiera pitado penalti, poco se hubiera podido protestar. No se sancionó y la contra fue un premio al Tridente sudamericano más imponente desde los días de Maradona, Careca y Alemâo.
Hay quien dirá que Lionel Messi no estuvo a su nivel extraterreste en la capital bávara. Sin embargo, fue una constante en los tres tantos finales del Barça. Su envenenado lanzamiento fue detenido por Buffon, una vez más, pero provocó un rechace que Luis Suárez remachó con toda la fe y rabia de la que es capaz. El uruguayo cerraba un curso que empezó con dudas y acabó reforzándolo hasta límites increíbles. Quedaba mucho aún y sus oponentes no buscaron ninguna excusa, continuaron probando, buscando esa falta o jugada a balón parado que los llevase a una prórroga. La figura de pívot de Fernando Llorente salía con ese fin de conectar un demoledor cabezazo.
Instantes interminables que solamente concluyeron cuando moría el partido. Leo encontró el hueco cuando más le presionaban para invitar a Neymar y Pedrito a dar la última carrera de una temporada de récord. El tinerfeño fue generoso y hábil, el brasileño al fin lograba batir al portero que había venerado y al que escogía en su Play Station. Luis Enrique llevaba de nuevo a la entidad al ansiado triplete. La Juve habrá de esperar otra ocasión, pero deja la sensación de tener todos los cimientos para ello.
El respeto presidió los saludos de dos combinados que se mostraron intratables hasta toparse el uno con el otro. Pirlo y Xavi no merecían menos. Tras la exhibición de civismo de merengues y colchoneros en Lisboa, las dos aficiones del Estado Olímpico recogieron el testigo para dar una lección de fiesta en un marco incomparable. Messi, Xavi, Iniesta y los nuevos mitos (Suárez, Neymar, Rakitic...) continuaban escribiendo en el libro que ya tiene capítulos imborrables con Víctor Valdés, Ronaldinho, Eto´o, Rijkaard, Guardiola, Koeman y otros grandes nombres.
Gràcies Barça, forza Juve, qué grande eres, Andrés.
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