lunes, febrero 26

Reggie Miller puede jactarse de muchas cosas dentro de una cancha de baloncesto. Sin embargo, uno de los mejores jugadores bajo presión en una cancha, nunca pudo decir en justicia que era el mejor en el deporte que tanto amaba dentro de su domicilio. Tanto él como sus hermanos Saul, Darrell y Tammy vivieron bajo la dictadura de Cheryl, uno de esos fenómenos que desde su época en la USC revelaba que nadie podía pararla si se exhibía a su nivel. Siendo una joven promesa ya copó todos los titulares deportivos por lograr una hazaña que parecía más propia de Wilt Chamberlain que de una atleta joven que estaba comenzando: 105 puntos. 



Los jóvenes Miller vivían en una estructura bastante lacedemonia debido al vínculo del clan a lo militar. Con bastante disciplina severa, la prole buscaba liberarse y encontrar autonomía en la cancha, donde, más allá del reglamento, todo dependía de ellos. Nadie lo entendió mejor que Cheryl, una taponadora sin piedad de todo aquel que osase una aproximación al aro que conocía mejor que nadie. El abuso de Cheryl fue obligando al pequeño Reggie a buscar poco ortodoxas maneras de tirar para desconcertar a la implacable vigilante. Asimismo, con ella perfeccionó el arte de trash talking que tan bien le resultó en la NBA. 



Delgado y escurridizo, Reggie podía tener una lengua viperina si el partido se le torcía. Pero nada de eso alteraba a Cheryl. Existían ya por aquel entonces bastantes profesionales a quienes el pícaro triplista les podía sacar de un encuentro. A ella no. Nacida en 1964, pronto recibió la llamada del conjunto nacional. En el Mundial de 1983 comprobó la sensación que tantas veces había infligido a sus hermanos y rivales universitarias en el pasado. Aunque fue la mejor anotadora de Estados Unidos, Elena Chausova anotó una canasta agónica que permitió a la URSS golpear a su rival en la Guerra Fría para obtener el oro.



Con compañeras de la talla de Anne Donovan, Cheryl Miller tardó poco en desquitarse. Ni siquiera el boicot de la URSS que tantos disgustos dio a Krusty El Payaso, pudo amargar un campeonato donde volvió a brillar por su energía en pista. No pudieron tomar cumplida revancha contra las campeonas del Telón de Acero, pero la marcha de las norteamericanas en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles fue triunfal. No tiene nada de extraño que apenas dos años después su universidad le retirase el dorsal. Ningún hombre ni ninguna mujer habían obtenido esa distinción previamente en la USC, pero el nivel de Cheryl en la NCAA había sido tan excelso que era una discusión absurda negar cualquiera de sus méritos. 



La voracidad de aquella campeona no conocía límites. Desafortunadamente, sus tobillos no parecían estar de acuerdo con lo que todos los analistas coincidían. El cielo era el límite. Miller estaba llamada a ser una fuerza de cualquier campeonato donde participase. En la actual WNBA como la conocemos hoy en día, tener a una Cheryl joven sería el equivalente a que en el draft NBA alguien pudiese pillar a un joven doctor J o a un nuevo Kareem Abdul Jabbar. Traducido, una jugadora que garantizaría más de una década de hegemonía su franquicia. 



Es aquí donde quedó constancia de su tremendo amor por el juego. Una lesión siempre es lamentable. En una persona con tanto potencial es todavía más dolorosa. Pero Cheryl se negó a ser un fantasma del recuerdo. Quizás aquel prodigio universitario no iba a poder seguir demostrando su talento en la cancha por el infortunio. Pero en todo momento la posibilidad de bajar los brazos quedó descartada. No solamente era una atleta excepcional, también comprendía el juego al nivel de los elegidos. Era prácticamente una entrenadora en pista, ahora lo sería desde la banca.



Las puertas se iban cerrando lentamente. El teléfono deja de sonar con tanta frecuencia. La memoria de quienes antes suspiraban por un autógrafo va desvaneciéndose. Cheryl vivió algunos de sus momentos más dolorosos en ese período. Siempre destacó en ese lance de horas bajas a su segundo padre, Mike Garrett, quien ni siquiera en los instantes más oscuros osó dudar que Miller iba a seguir siendo importante en del deporte del baloncesto. 



También encontró un nuevo acomodo en los medios de comunicación. Con la ventaja de tener el respeto de los profesionales por lo que había significado para este juego, Cheryl y su micrófono van asociados a algunas de las entrevistas más directas de la NBA, además de haber sido la consejera perfecta para su pequeño hermano Reggie. Aquel chico deslenguado a quien le encantaba machacar con un balón en las manos en el patio de casa, se convirtió en uno de los mejores escoltas de todos los tiempos, además del capitán eterno de los Indiana Pacers. En todo momento tuvo, Quentin Tarantino dixit, el cruel y sabio tutelaje de su verdugo en tantas pachangas familiares. 



Lo único que "The Killer" nunca consiguió fue poder presumir de que era el mejor baloncestista del clan. Bien sabía el legendario francotirador que ese puesto estaba ocupado desde antes de nacer él por una joven llamada Cheryl. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.nytimes.com/2016/04/14/sports/basketball/imani-boyette-may-soon-follow-mother-into-wnba.html



-http://www.seattlepi.com/news/article/Donovan-aims-high-1115161.php



-https://www.sbnation.com/longform/2014/12/3/7319209/cheryl-miller-profile-langston-university