lunes, enero 15

Baby-Faced Assassin



Marc Gasol no es un jugador al que se pueda tomar a la ligera. Llegó a la exigente NBA con la losa de ser hermano de un genio llamado Pau Gasol. Hoy en día tiene rango propio como uno de los mejores interiores de la competición. Aquella noche en el Oracle batalló para que sus Grizzlies en crisis no perdieran comba ante la maquinaria anotadora de Golden State. De hecho, incluso se animó a exhibirse en la faceta de triplista para mantener a Memphis en la liza. No obstante, el destino le deparaba una jugarreta cuando un asesino con cara niño le esperó mientras se pasaba el balón entre las piernas. La siguiente maniobra fue una de esas indescifrables fintas y maniobras de un genio retornado, Stephen Curry se fabricó el espacio para quedarse solo y anotó un triple que certificaba su retorno a la cancha tras lesión. 



La grada se volvió loca. No es que peligrase el encuentro en aquellos momentos. Tampoco la temporada. Uno de los abusos del conjunto de Steve Kerr es que puede tener de baja al dorsal 30 y no echar de menos sus puntos. Es lo que tiene contar con un talento como Kevin Durant. Y para el pegamento defensivo hay un fenómeno de la talla de Iguodala. Por no hablar de los Thompson y Green. Sin embargo, la vuelta de una presencia como Curry es la mejor noticia para el planeta basket en general. Lo que le ocurrió al bueno de Marc Gasol, que es un excelente defensor, es tan simple como que ni los mejores del gremio tienen los códigos para descifrar a una esfinge de poco más de 1´91 metros. 



Tal vez todo comenzó en las pachangas en casa de su abuelo Jack. Cuando llovía el día de ante, la única manera de evitar que el balón se mojase del todo era encestar limpio para que cayese justo debajo del aro donde estaba seco. Un hábito que a día de hoy conserva. Mitos como Pippen o Duncan convirtieron a la tabla en la mejor amiga posible. Steph es la expresión de, Guillermo Jiménez dixit, "ha sonado chof". No es solamente un excelente tirador. En apenas unas temporadas, este killer de gesto angelical ha puesto de acuerdo a los más puristas en que merece estar en las quinielas de mejor triplista de todos los tiempos. ¿Cuál es la realidad detrás del truco de magia? 


El ángulo perfecto



Cualquier persona amante del baloncesto de Curry debe leerlo. El libro de Rafael Cerrato es uno de los mejores testimonios en castellano de un jugador que no solamente es talento natural. De hecho, como bien incide dicho autor, la figura clave fue el padre, Dell Curry, quien había llegado a ser un exitoso triplista en la NBA. Voz autorizada, insistió mucho a sus hijos en la necesidad de re-adaptar el tiro conforme se iban haciendo mayores. Hay chicos y chicas que son espléndidos lanzadores desde cualquier distancia en su juventud. Después, sus porcentajes decrecen. ¿Han perdido olfato? En lo absoluto. Simplemente, se enfrentan a oponentes que ya tienen más altura y envergadura. Su mecánica sigue siendo buena (la suya, con la que no fallarían estando en solitario). El viejo NBA tenía razón, si bien fue un verano muy duro para Stephen, acostumbrado a ver una bañera donde había un aro y ahora obligado a volver al ensayo/error. 



Hoy por hoy, como pudieron sufrir unos Nuggets que rendían visita a los campeones tras aplastarlos en Colorado, Curry arma un ángulo cercanos a los cuarenta y cinco grados. Casi perfecto. El que mejor le viene a él. Ray Allen, tirador excelso, sería el prototipo de lanzador exquisito. A veces, fallaba un disparo, parabas el vídeo y repasabas la situación en juego. Ningún staff técnico podía reprocharle nada. Hizo lo que debía hacer, era la mejor opción y la ejecución era impecable. Curry, a veces, incluso cuando anota puede desesperar a los puristas. Su amigo Klay Thompson y él desafían las distancias habituales, lo cual es un suplicio para los defensores que les persiguen por toda la pista. Nunca sabes cuando estos francotiradores van a armar el brazo. Y Curry lo hace de una manera rápida e implacable, como un moderno Billy El Niño. 



La siguiente influencia, no tantas veces advertida, es Sonya Adams. La madre de Curry no solamente ha apoyado la carrera de su hijo de una manera incondicional, también fue, al igual que su marido, una notable atleta en época universitaria, incluyendo el deporte de la canasta. De ella y de su abuela aprendió unos valores que se antojan imprescindibles en su educación deportiva. Una de las mejores cosas del crack de Golden State, es su capacidad de ser uno más con el resto del equipo. Implica una sabia conjugación de simpatía y humildad. Eso resultó vital en las pasadas Finales. Steph comprendió que Durant estaba tocado por los dioses en aquella serie, ayudó con su trabajo a que su magnífico compañero fue la gran estrella y futuro MVP en la revancha ante los Cleveland Cavaliers. 



La opción Jason Richards



Lebron James acudía a ver al paisano como un fan más. En muchas ocasiones, dedicó hermosos piropos al joven Stephen Curry, de quien seguían dudando prestigiosos ojeadores NBA por su físico. Por aquel entonces, el genio de Akron estaba viviendo feroces batallas contra los Detroit Pistons de principios del milenio (RIP Hamilton, Chauncey Billups, Sheed Wallace, etc.). En los Playoffs de 2007 hizo un gran esfuerzo para robar la ventaja de campo en el Palace durante las Finales del Este. Con toda la maquinaria de la segunda generación de los Bad Boys poniéndole cordón sanitario, el monarca de Cleveland dobló un balón perfecto a Donyell Marshall, cuyo buen lanzamiento en la esquina encontró el hierro. Un sector importante de la prensa deportiva crucificó a James por no haber asumido una entrada a canasta como mega-estrella. Jason Kidd, por el contrario, afirmó que: "Por eso me encanta Lebron James. Era la decisión correcta". 



Un mismo sendero que recorrió Curry en 2008, cuando la modesta Davidson College se atrevía con cualquiera en la NCAA, de la mano de un incipiente tirador que firmó exhibiciones como sus 44 tantos al college de Oklahoma. Verlo con la camiseta de los Wildcats fue un largo cortejo de Bob McKillop, quien conocía a Curry porque su hijo y él eran amigos. Desde entonces quedó prendado de su juego. Eso sí, el primer día llegó tarde al entrenamiento sin excusa apropiada. El coach lo mandó aparte del grupo y lanzó un mensaje claro al aspirante a estrella: nadie estaba por encima del equipo. No hizo falta más y desde entonces forjaron una alianza que llevó a esta moderna Cenicienta a codearse con la élite (North Carolina, Duke, etc.). 



A diferencia de otros cracks, Curry prolongó su estancia en las aulas tres años antes de dar el salto a la NBA. En 2008 había alcanzado plena madurez. Si las defensas locales se centraban en él, nunca tenía problemas en pasar el balón. Siempre que le preguntaban por sus exhibiciones anotadora, él elogiaba las pantallas que sus esforzados compañeros le hacían. Seguía el ejemplo de Sonya de manera admirable. A un triple de tumbar a la todopoderosa Kansas, Curry hizo lo más natural en el último cuarto: vio solo a Jason Richards mientras a él le lanzaban a los mejores perros de presa. El tiro de Richards nunca entró y jamás fueron a la F4 de la NCAA. Richards y Curry siguen siendo excelentes amigos. El primero afirmaba recientemente: "Stephen es la causa de que pagué el abono del NBA League pass y me quedé hasta altas horas de la noche viendo basket...". Cuando Golden State sobrevivió a la revancha en Houston con una exhibición de pases, Curry se sintió tan cómodo como siempre. Si lo dejas libre, te mata. Si lo cubres, tiene plena fe en sus compañeros de equipo. 


El error de Larry Riley



Hoy puede sorprendernos, pero Curry empezó a ganarse la confianza de su entrenador Don Nelson por su esfuerzo en defensa. La vida no es fácil para un novato, incluidos los más talentosos. Por aquellos días, los jóvenes Golden State Warriors dividían a sus fans por el recién llegado y un jugador explosivo, Monta Ellis. Los dos eran tremendos, pero se estorbaban en la cancha. El chico, que al principio sintió como una mala noticia ser escogido por una franquicia que estaba lejos de los primeros puestos, terminó convirtiéndose en uno de los emblemas de la Bahía de San Francisco. Llegarían nuevos técnicos como Mark Jackson y, sobre todo, una sociedad fecunda con Klay Thompson. 



Uno de los rivales de los que más les habló Don Nelson a Curry fue de Steve Nash. La primera vez que se midió al canadiense, en un choque ante los Phoenix Suns, Nash barrió al novato por toda la cancha. Hoy han trabajado juntos y, en muchos sentidos, existe un hermanamiento de espíritu entre aquellos vibrantes Suns que devolvieron el basket de ataque a la mejor liga del mundo y el ambicioso proyecto que dirige Steve Kerr. Un Kerr que fue un francotirador de élite para Michael Jordan y Scottie Pippen. No pocas veces ha estado en el pabellón horas extra con su aventajado pupilo para concursos de tiro. El mismo Kerr que no quiso arriesgar al "renacido" Curry cuando sufrió molestias en el tobillo. Aquel día perdieron ante los Clippers de un Lou Williams celestial. 



Y es que no deja de ser un juego a fin de cuentas. Llegaría luego visita a tierras canadienses. Curry volvió a coincidir con Durant. Sin él, Green y ese descarado llamado Nick Young ayudaron a Durántula a ganar en cancha de los Bucks. Ante unos irreductibles Raptors, Curry volvió a firmar 24 puntos y 9 asistencias. Metió alguno de esos triples de dibujos animados y algún pase de fantasía. Irónicamente, falló dos tiros libres que pudieron ser decisivos. Protector bucal incluido, Steve Kerr sonreía en silencio. Se puede ganar o perder, pero Golden State ha vuelto a conseguir a una de las armas más difíciles de descifrar de la liga: Stephen Curry. 



BIBLIOGRAFÍA: 



-CERRATO, R., Stephen Curry: La fuerza del talento, Ediciones JC, Madrid, 2016. 



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