lunes, mayo 29

"Y un niño pequeño los guiará a todos"- (Isaías, 11:6)



Fue su madre quien le dio una connotación bíblica a su nombre. Durante varios meses, la pareja formada por Tina Baldrip y James Thomas tuvieron a su círculo familiar y de amigos en vilo. ¿Cómo iban a llamar al recién nacido? El pequeño había participado, involuntariamente, en una amistosa apuesta entre su progenitor y un amigo sobre quién ganaría la NBA de aquel año de 1989. Amante de los Lakers, Thomas vio cómo el Showtime no pudo en aquella ocasión con los Bad Boys de Detroit, por lo que su camarada le sugirió que llamase a su vástago como el mejor jugador de aquellos formidables chicos de la Motown: Isiah Thomas. 



Aunque en un principio no le hizo gracia el asunto, la idea iba cuajando en su mente. Fue Tina quien intuyó la idea de añadir una vocal extra, la cual vincularía al mozalbete al profeta Isaías. Los antiguos latinos solían decir que el nombre amenazaba, en el sentido de que parecía anunciar cualidades y defectos de su portador. Bien, sin misticismos excesivos, las divinidades o el vacío cósmico jugaron para que el actual base de los Boston Celtics, Isaiah Thomas, tuviera el mejor título posible. El resto lo hace él en el TD Garden de los orgullosos verdes, uno de esos pabellones que, vibrando en la alegría de un séptimo partido de Playoffs, alcanzan una atmósfera maravillosa. 



Todo sorprende en un muchacho de 1´75 metros que desmiente la maledicencia de todas aquellas personas que en algún momento quieren menospreciar este deporte: "El baloncesto solamente es para gente alta". Deberían explicar esa iluminación a la que se opone un dorsal 4 bajito y diabólico cuando maneja el balón, quien ha alcanzado la categoría All Star y ha hecho que una franquicia histórica volviera a verse en los primeros puestos de la conferencia Este. Su capacidad para penetrar a canasta y tirar en suspensión lo han llevado a promediar cerca de treinta puntos por choque, una barbaridad teniendo en frente a algunos de los mejores atletas del mundo. Sin embargo, eso sería lo menos increíble de este gran héroe, el nombre propio, independientemente de cuál sea la escuadra que porte el anillo al final del presente curso, de estas eliminatorias.


"Nunca pensé que llegaría el día en que mi hermana pequeña, Chyna, no estaría aquí"-Isaiah Thomas. 



Eran las vísperas de un día importante del mes de abril para los Boston Celtics. Inauguraban serie con un viejo conocido, los Chicago Bulls, con quienes habían brindado ya gloriosos duelos en el pasado. Apenas unos días antes, Isaiah Thomas no podía imaginar que hubiera algo más importante para él que aquel debut ante su grada. Él, oscurecido en la elección del draft, había conseguido ser All Star y ahora lideraría a una escuadra joven y ambiciosa a por el sueño del título. Después de aquella jornada, aquello se disiparía de su mente, como suelen hacerlo las cosas superfluas cuando se topan con lo realmente importante. 



Algo tan mundano y, tristemente, frecuente como un accidente de tráfico. Chyna Thomas no iba a estar más con su hermano, al menos, en el sentido literal del término. Porque, desde ese instante de pérdida, el base tuvo que afrontar, junto con el resto de familia y seres queridos, el dolor necesario del luto y el recuerdo. Jugó aquel primer partido con un corazón que no veíamos en alguien de su tamaño desde que un tal Allen Iverson regalaba pasión en las pistas. Thomas deslumbró, Chicago ganó y ambas cosas eran notas a pie de página en uno de los capítulos más tristes de la biografía de nuestro protagonista de hoy. 



En cierto sentido, a pesar de los nervios, cámaras y los abucheos de los aficionados rivales para hacerle fallar, la competición le habrá servido de terapia. Lo contaba Ron Artest cuando siendo ya un joven demonio se fue a jugar horas a la calle al afrontar un trance similar. Por ese rato, el mundo desaparecía. Lanzar triples imposibles y esquivar torres ansiosas de taponar el bajito parecía fácil antes que canalizar el sufrimiento. Dentro y fuera de la cancha, Isaiah demostró estar hecho de una pasta especial, convirtiendo a su hermana y amiga en una compañera de viaje de la que no se desprenderá.


"Es absolutamente cierto que los Celtics han encontrado una estrella de verdad"-Lebron James.



Es el rey del Este. Nadie osa cuestionarlo. De hecho, solamente los Golden State Warriors pueden, estando al máximo nivel, cuestionar su aristocracia irresistible en las pistas. Lebron James consigue todo lo que se propone en el baloncesto. Incluso una maravilla de jugador como Kyrie Irving es feliz siendo su lugarteniente, porque el 23 de los Cleveland Cavaliers es quién manda por derecho propio. Eso da más importancia todavía a sus gestos con los Orgullosos Verdes, donde no ha dudado en alabar a un contrincante que nos hizo disfrutar a todos en unas semifinales locas ante los Washington Wizards. 



El triple imposible de John Wall y los milagros cotidianos de Thomas. Otra terapia para colocar el poder del trébol a un paso de las Finales. Pero fue todo lo que permitió Lebron. Eso sí, no dudó, al igual que Irving y el resto de compañeros, en rendir tributo a alguien que había hecho algo mucho más importante que ganar o perder un partido de baloncesto. Isaiah unió a dos aficiones y espectadores de todo el globo para recibir el más cariñoso de los abrazos. 



El futuro de Boston está en buenas manos. El recuerdo de Chyna, también.



BIBLIOGRAFÍA:



-MONJE, A., "No olvides su nombre", Gigantes del Basket, nº 1458 (marzo 2017), pp. 76-81. 



-VÁZQUEZ, G., "La familia Thomas", en 101 historias NBA: Relatos de gloria y tragedia, Ediciones JC, Madrid, 2013, pp. 241-242. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES: