lunes, abril 17

El milagro es que escuchasen la bocina




Hay algo en el basket universitario estadounidense que es mágico. Particularmente, en los locos encuentros que se disputan en marzo donde, por pocas opciones que se tengan sobre el papel relleno de estadísticas, pueden suceder milagros. Graham Hays firmó una crónica maravillosa. Afirmó que la canasta de Morgan William engulló a la bocina, era un milagro que el auditorio la hubiese escuchado señalando la resolución del partido. Mississippi State convirtió Dallas en un rugido, todo se detuvo por un instante. Había terminado una racha maravillosa de 865 días, nada menos que una apabullante marca de 111 triunfos por parte de las jugadoras de Connecticut. 



No existía mejor final posible que aquella prórroga. Tras haber ganado cuatro títulos consecutivos de la NCAA, era imposible no dar como favorita a la escuadra a las vigentes campeonas. Más cuando tenemos en cuenta que en el anterior cruce de los dos equipos acabó todo con un contundente correctivo de 60 puntos. Solamente quienes han sufrido un castigo así de severo en una cancha son conscientes de lo duro que resulta volver. Lo definió con maestría Victoria Vivians, cuyos ojos parecían inyectados en fuego competitivo: "Era una cuestión personal". 



Las Huskies notaron que aquellas semifinales fueron muy distintas. No podían imponer su usual ritmo de anotación, Mississipi ralentizaba el juego y, lo que era peor, tras largas posesiones siempre encontraba el camino al aro. Las defensoras del trofeo fueron a los vestuarios 8 puntos abajo en todo el curso, su mayor déficit en contra. Vigésimo-octavo demostración de lo bien que se han hecho las cosas en Connecticut durante esta etapa.


Second chance



Lo volvían a hacer. Hay una cosa muy incómoda de las dinastías, suelen tener que matarlas siete veces para que entiendan que han perdido. Las defensoras del título hicieron sus ajustes en defensa y supieron sufrir para poner el partido donde a ellas más les interesaba. Napheesa Collier, que llevaba ya diez puntos cuando encaminó la solitaria senda al tiro libre, tuvo la oportunidad de acabar con aquellas espartanas incómodas. Su 50% abrió el camino a una prórroga de infarto.



¿Quién sobrevivía a quién llegadas a esa instancia? Las Huskies venían con la inercia del que remonta, pero las aspirantes tenían la moral que da un indulto cuando lo veías todo perdido. El tiempo extra estuvo a la altura, espadas en todo lo alto, los bloqueos advertían que nadie estaba para bromas, cada posesión se cuidaba desde las pizarras como el más preciado tesoro.



Dominique Dillingham lanzó un codazo que se sancionó con justicia como falta sangrante. No tiene historial de jugadora violenta, aquello era fruto de la impresionante seriedad que revistió aquella semifinal que muchos pensamos sería un paseo militar. Nos equivocamos de medio a medio. Katie Lou Samuelson no perdonó y Connecticut empató a 64. Vic Shaefer miró entonces a su escolta, la persona más baja en aquella pista: "Mo, vas a ganar este partido". No era bravata de entrenador, Saniya Chong había intentado sacar otra falta sin éxito y el underdog de las universidades aquel día iba a remover los cimientos de los pronósticos.


Una torre para capear los milagros



Eran dos novatas con las que nadie contaba en el gran baile. Mississippi ya habia pasado a la Historia, pero South Carolina no se iba a dejar deslumbrar por su milagroso triunfo. Dawn Staley planteó con mismo el choque, la entrenadora no quería que nada las sorprendiera. Fió buena parte de su táctica a una jugadora formidable, A´ja Wilson con sus descarados 22 años fue una torre de firmeza que hizo muchísimo daño en los dos primeros cuartos a las verdugas de la todopoderosa Connecticut.



William marcó una canasta de las bien llamadas psicológicas. Escalar un Everest tan formidable les impedía resignarse a morir en la orilla. Con todo, se notó que Staley llegó en tres ocasiones a la Final Four como actriz principal en sus equipos. La técnica dio constantes demostraciones de manejo de sus pupilas, serias y concentrada en cada instante, sobre todo en un exquisito último cuarto donde ya despegaron del todo.



No hubo duda posible sobre la MVP de la fiesta, A´ja Wilson. Mississippi se llevó la gloria para el recuerdo por finiquitar la racha de una escuadra legendaria, pero South Carolina también entró con letras de oro como campeonas.



ENLACES DE INTERÉS:



-Crónica de Graham Hays



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://www.bostonglobe.com/sports/colleges/2017/03/31/mississippi-state-stuns-connecticut/uwXGI2mqvXBx4PZ65DVisL/story.html



-https://www.nytimes.com/2017/04/01/sports/ncaabasketball/uconn-huskies-mississippi-state-bulldogs-final-four.html?_r=0



-https://www.nytimes.com/2017/04/02/sports/ncaabasketball/south-carolina-mississippi-state-ncaa-womens.html