Es un acto tan inevitable como erróneo. Siempre que se intenta dilucidar cuál ha sido la mejor final de la Copa del Rey del basket español, automáticamente, muchos aficionados piensan en algún épico enfrentamiento entre Barcelona y Real Madrid, dominadores del campeonato doméstico. No obstante, un buceo más amplio revela la verdad. Si ha existido algún desenlace en el torneo del KO que ha cumplido todos los requisitos para ser considerado el clímax de la competición, aconteció en la capital hispana en 2009. Pero ni blaugranas ni merengues estuvieron en aquella ocasión. Dicho honor petenece por derecho propio a Tau Cerámica y Unicaja de Málaga.
Si nos remontamos a aquellos días, los vitorianos habían llegado en un momento de forma temible, habiendo cedido solamente dos derrotas en todo lo que iba de aquella temporada. Dusko Ivanovic era el sabio y temible sargento de hierro de una escuadra que jugaba de memoria. El Tau sobrevivió a un formidable Pamesa Valencia en cuartos y sorprendió a todos al deshacerse con facilidad de un candidato tan serio como el Regal Barcelona. De hecho, muchas casas de apuestas daban como claros favoritos a los norteños, un bloque sin fisuras y donde Tiago Splitter empezaba a desprender aroma de interior calibre NBA.
El Unicaja de Málaga había llegado haciendo menor ruido, aunque con idéntica firmeza. Aíto García Reneses y su staff técnico eran excelentes minimizando las virtudes de sus oponentes, como bien podían atestiguar Gran Canaria y Estudiantes. El viejo zorro de los banquillos sorprendió a la tropa pretoriana de Ivanovic con una imaginativa zona 3-2, llegando incluso a jugar sin base, habida la versatilidad de muchos de sus pupilos para poder subir la bola. Por dentro, Boniface Ndong, Marcus Haislip y Robert Archibald eran tres amenazas muy respetables por separado, pero, combinadas entre sí, podían volver loco al mismísimo Splitter, el cual no pudo exhibir su nivel de dominio habitual en el torneo. Los dados estaban en el aire y los afortunados asistentes al pabellón jamás se arrepentirían de haber comprado aquellas entradas.
Como se había planteado de manera magistral en la pizarra, el conjunto andaluz salió con una velocidad y capacidad de intimidación a la altura de muy pocos equipos en aquel momento en Europa. Era el resultado de años de mimo a la cantera y a la afición, así como una acertada política de fichajes. Igualmente, el Tau había florecido bajo la sabia dirección de Josean Querejeta y demás responsables de la entidad. Aquellos dos equipos no eran ningunos aspirantes a nada, se trataba de proyectos sumamente sólidos que habían estado con anterioridad en aquellas instancias finales. Por ello, no tenía nada de extraño que los baskonistas se repusieran a la sorpresa planteada por su rival y se aupasen en el marcador merced a un Mirza Teletovic que estuvo en pleno romance con el triple aquella jornada.
El 17-18 del primer cuarto pudo hacer temer a los amantes del ataque que aquella final se sometiese al tacticismo, donde los entrenadores maniatarían la creatividad de sus mejores talentos. Como fuera, aquella cita copera tenía algunos nombres que no entendían de inhibiciones. Sergi Vidal fue la gran variación que ofreció el Tau, erigiéndose como veloz puñal y líder espiritual del grupo. Pronto, el Unicaja respondería con una insultante superioridad bajo tableros. En este sentido, debe recordarse que Aíto disfrutaba en aquellos días de un paradigma de la generosidad y el trabajo oscuro, Carlos Jiménez, quien no dudaba en sacrificarse para que Archibald y cía se paseasen en ataque ante la incrédula mirada de Ivanovic.
Con 44-43 al enfilar el túnel de vestuarios, todo aquel que no fuera hincha de algunos de los dos finalistas estaba rezando porque el marcador se mantuviera igualado. La pelea era de una intensidad preciosa y nuevos actores se sumaron al espectáculo. Algún temprano tapón había frenado la intensidad de un Igor Rakocevic que recuperó su olfato anotador para golpear sin piedad al Unicaja cuando se reanudó la que estaba siendo la mejor de las finales que se recordaban en los últimos años. Los de Aíto habían perdido el momentum y el tercer cuarto marcó una tónica de la que el Tau parecía no querer bajarse. A falta de seis minutos, los ocho puntos de ventaja parecían un mundo.
En esos momentos, un equipo puede dejarse arrastrar por la marea o rebelarse ante la adversidad. Los siguientes minutos fueron la mejor versión del Unicaja, justo cuando Joseph Gomis tomó el mando de las operaciones malagueñas y anotó un tiro decisivo que colocaba el 85-85 con menos de un minuto por disputarse. Los andaluces habían sido una bola de nieve en el último cuarto, una que cada vez se hacía más grande. Entonces llegó el delirio cuando Gomis hizo una valiente entrada que volvió a igualar el marcador y eliminaba a Splitter con cinco personales. Éxtasis en la grada verde. El pívot brasileño, ejemplo de profesionalidad por su competitividad en un día tan aciago para él en lo personal (su hermana acaba de fallecer por leucemia), se retiraba al banquillo. Un tiro libre separaba a los de Aíto de toda una hazaña. Quisieron los dioses de los aros ser duros con quien menos lo merecía. En respuesta, otro iluminado, Teletovic mandó a la paleta el que hubiera sido su séptimo triple. No había tiempo reglamentario para más.
Prórroga. Con Rakocevic y Splitter eliminados, todas las miradas del tercio de Baskonia fueron a Pete Mickeal, quizás el animal competitivo más ganador que ha conocido nunca la ACB. El estadounidense, capaz de encararse con Kobe Bryant y Ron Artest en la misma tarde (y no solamente con trash talking, sino en un uno contra uno y salir airoso), tomó las riendas de los suyos para guiar el camino. Aquel Unicaja, con más vidas que un gato, se abonó a otro milagro con un triple de Haislip que colocaba un 98-98 que el mejor guionista no podría haber orquestado. Cuando todo se venía abajo, el guerrero incombustible apareció.
Si vuelve a ponerse el vídeo, no hay ninguna mácula en la defensa que Berni Rodríguez hizo a su par. Excelsa en su ejecución, buena en su limpieza, el especialista de los malagueños para frenar al mejor rival, dejó sin ángulo posible la suspensión de Pete Mickeal. Sin importar aquel marcaje impecable, el norteamericano lanzó una parábola que llevó al éxtasis a los soldados de Dusko. Quedaba el último acto de su obra de arte. Por primera y única vez, los andaluces se precipitaron, el balón circuló sin orden y quiso el destino que fuera el propio Berni el obligado a hacer un tiro forzado. Allí, Mickeal volvió a ser inflexible con su gen ganador, desviando el lanzamiento. Teletovic fue nombrado MVP de la Copa, aunque la final tuvo al estadounidense con el honor de haber sido en el MVP del mejor duelo que había vivido el campeonato.
Durante 45 minutos para el recuerdo, Unicaja y Tau Cerámica honraron al deporte de la canasta. Todavía a día de hoy sigue siendo el mejor regalo de Reyes para los amantes del basket. Felices fiestas a todos los lectores/as de blog.
ENLACES DE INTERÉS:
-ANÁLISIS FINAL COPA 2009 ACB.COM
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
-http://www.baskonistas.com/wp-content/uploads/2009/02/Mickeal.jpg
-http://malaga.eldesmarque.com/unicaja/39079-desde-2009-ya-tocaba
-http://hemeroteca.mundodeportivo.com/preview/2009/02/23/pagina-51/4515422/pdf.html [Fotografía realizada por Eduardo Omedes, para el diario Mundo Deportivo, edición del lunes 23 de febrero de 2009]
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