lunes, julio 11

El templo del Oracle fue profanado



Se acabó. El fuego de los dioses había sido robado, los señores del Olimpo no volverían a ser los mismos. Lebron James había actuado como un heroico y moderno Prometeo para robar el secreto que durante dos años ha hecho a muchos obligarse a callar ante el milagro que han sido estos Golden State Warriors. Como en toda gran empresa, no lo hizo solo, Irving y JRSmith son solamente dos de los otros titanes que acompañaron al soberano de la NBA a cumplir el sueño de Cleveland. Paralelamente, brindaban un efecto colateral. Daban satisfacción a un ansía que este verano sí puede estar de moda. Adiós a los Splash Brothers, todo es un fraude y una mentira. Los resultados mandan. Nada más importa. 



Existen pocos formatos más crueles que el de la liga estadounidense. Solamente un equipo acaba feliz de verdad. No hay competiciones internacionales, torneos del KO u otras variables que repartan el pastel. Win or lose. Los pupilos de Steve Kerr aceptaron el reto. El año pasado sus haters sacaron a coalición las bajas de los Cavaliers (innegables y determinantes) para quitar brillo a un anillo conquistado con un estilo que recordaba a los Sacramento Kings de Rick Adelman y los Phoenix Suns de Steve Nash. Ahora, les dirán que es de perdedores insinuar que fue una pena la baja de Draymond Green el quinto día o las lesiones de Bogut y la espalda de Iguodala. Golden State no tiene derecho a réplica. Si ganan, cumplen con lo esperado, ya habrá maneras de fiscalizarlo. En caso de perder, es la hecatombe del siglo. 



Ahora que la adoración es absoluta, cabe preguntarse la cuestión que Scoop Jackson lanzaba en 2004, ¿puede un campeonato cambiar tanto la percepción de la gente? Hace apenas unos meses, Lebron era un falso crack, un pierde-finales (si alguien hubiera acuñado el término se habría hecho de oro estos días, sobre todo para acusar a los genios), indigno siquiera de aparecer en la misma frase que Michael Jordan y otros mitos. La culpa del astro Akron era haber competido al máximo con sus equipos, llevándolos a sobrepasar todos sus límites. Ahora, el triplazo de Irving en el séptimo día consagra a un LJ del que ya no se quemarán camisetas y que es mil veces mejor que Curry, Westbrook o cualquier otro de los portentos que pueblan la NBA. ¿Acaso no lo era ya? ¿Si el triple de Kyrie hubiera salido escupido alguien tendría la osadía de llamar fracaso al portento físico más imparable que ha visto el basket de este siglo?   


No dejes que te vean llorar...



Escuetas pero elocuentes palabras que Stephen Curry dijo cuando se rompió en la primera ronda de Playoffs a Green, uno de sus edecanes más talentosos (basten ver sus dos primeros cuartos en el séptimo de estas presentes Finales). Apenas un año antes, precisamente era Lebron quien se quejaba de que Golden State era la escuadra más sana que había visto nunca. Nadie ha parecido querer incidir en los varios reveses que los ex campeones tuvieron durante todo el trayecto por el Far West, donde se dejaron el alma para sobrevivir a la trampa perfecta de Donovan y los Oklahoma City Thunder. 



La Fortuna suele distinguir a sus grandes favoritos con tremendas alegrías y terribles penas. Cuando habían sobrevivido a todo, con Curry y Thompson conquistando Cleveland el cuarto día, nadie pensaba que el sueño de los Splash Brothers sería una pesadilla. Pero no era una maldición. Cleveland, simplemente, puso fe, corazón y habilidad, hasta el punto de revertir la situación. Kerr, Curry y Green dieron todo el crédito en la rueda de prensa a sus oponentes. No deberían preocuparse por lo que les vendrá estas vacaciones en exceso. Hubo unos días en que a Magic le decían Tragic por haber cometido la osadía de no poder con los Boston Celtics de Larry Bird en 7 juegos, uno de los mejores equipos de todos los tiempos. También se decía que Air Jordan era espectacular, pero jamás podrían con los Bad Boys que siempre hundían a sus Bulls en Playoffs. 



Y encima deberán dar las gracias. Antes de que la edad o la injerencia del mercado de fichajes acabe con esta fantasía de basket ofensivo y amante de los marcadores elevados, Golden ya ganó su campeonato. Un pareja prodigiosa, la formada por Stockton y Malone, todavía debe aguantar algunas luminarias que, desde el sofá de su casa, les quiten mérito por no haber ganado las Finales a Michael Jordan, hazaña que, como todo el mundo sabe, era muy fácil de conseguir. De repente, el largo y tórrido verano se presenta eterno para quienes hasta ese momento solamente sabían lo que era ganar por aplastamiento. Por el bien de todos, estos guerreros intentarán que no les vean llorar, aunque seguro que ya lo han hecho. 


La recompensa y el botín



Lebron se ha ganado todo el derecho del mundo a viajar a Ibiza y descansar. Su intimidatoria presencia a ambos lados de la cancha fue esencial para un merecido triunfo. Irving, por su lado, tiene crédito inagotable por su talento como tirador y pointguard. MVP de un campeonato Mundial y decisivo en la mejor liga del planeta, todo un futuro por delante se le presenta. Otros como Love, deberán desconectar de las tonterías que hubieron de aguantar en algunos compases de una serie que ha terminado extenuando a todos sus participantes, incluyendo a algunos espectadores. Es el botín merecido. Para los haters de los Warriors, opción respetable, se nos libre de juzgar, que es pecado ya señalado en los evangelios, también habrá recompensas interesantes. 



Tal vez la temporada que viene no haya ningún récord que batir. Quizás Kerr racione a sus titulares y dé muchos minutos de la basura. ¿Qué más da a fin de cuentas si solamente se te recuerdan según lo que pase en un partido de infarto ante otro equipazo en junio? Madrugar merecerá menos la pena y puede que Curry o Thompson decidan que qué más da meter una noche 30 que 40. No se podrán sacar tomos especiales de la andadura de este run and gun, se descargarán menos partidos y las tertulias serán un pelín más sosas. Pero estará bien empleado, total, solamente cuenta lo que pase a partir de mayo, si alguien es tan osado de pagar una entrada en regular season que se disponga a aburrirse, ¿quién se lo ha pedido? Además, probablemente cada seguidor solamente atenderá los partidos de su escuadra favorita. Si no hay registro que amenacen, puede que a Golden State la dejen incluso en paz y se acaben ejercicios de basket ficción donde acabarían triturados por cualquier rival a condición de que fueran de la década de los noventa para atrás. 



Desde el pitido final en la bahía, soplaban vientos de cambio. Robert Baratheon habría dicho que se avecinaba una guerra, aunque era pronto para saber quiénes serían los contendientes. San Antonio se hacía con los servicios de Pau Gasol, un fichaje muy inteligente de la franquicia texana, un modelo de bucear en el mercado con sapiencia pese a no tener el marketing de otros competidores. Habrá más movimientos interesantes, pero, la caída del Olimpo de este par de años se confirmó un poquito antes... 


Perfectamente honorable, quizás no admirable, haters gonna hate....




"Si no puedes con ellos, únete". Paul Pierce, uno de los jugadores con más talento de los últimos veinte años, se burlaba en su cuenta de Twitter de la decisión de Kevin Durant. Olvidaba el que fuera MVP de las Finales de la NBA de 2008 que él no se había quejado aquella temporada no tan lejana cuando Danny Ainge le trajo el fichaje de dos mega-estrellas: Ray Allen y Kevin Garnett. Muchas redes sociales estallaban contra Durántula y su nuevo equipo, "Esta temporada sí que voy a odiar a los Warriors...". A todo esto, unos pocos podrían pensar, ¿y cuál es la diferencia con los dos últimos años? Si los aborrecían cuando su gran pecado era tirar triples, ser vistosos y correr, este remake de la decisión de Lebron y Bosh de viajar a Miami será barra libre. El siempre querido Sir Charles Barkley puede preparar el festín que se podrán dar muchos medios con cada tropiezo de Golden State. 



En realidad, esto siempre se hace. Isiah Thomas rebajaba tensiones con un ejemplo claro, "Si Larry Bird hubiera decidido venirse a Detroit en su época a jugar con nosotros, ninguno le hubiéramos dicho que no". Funciona así el negocio, si bien este tipo de sorpresas suelen darla Lakers, Heat, Knicks o Celtics. Eso sí, para Oklahoma es una injusticia flagrante y la indignación de su afición resulta totalmente lógica. Durant estuvo elegante en su despedida, pero es una pena que su excelente servicio con los Thunder termine así, tras esas Finales del Oeste y reforzando a un rival directo por el trono de conferencia. Son los indignados lógicos, quienes sí tienen motivos. Lo otro parece una oportunidad más de afirmar que el equipo universitario de cada tertuliano habría hecho también 73 victorias en esta NBA tan floja donde solamente hay medianías como Duncan, Harden, Irving, Nowitzki...



Además, ya no hace falta. Golden State no volverá a ser lo mismo, resultará otra cosa, ni mejor ni peor. Ellos también han aprendido las lecciones de estas Finales y abrazan el lado pragmático del asunto. Coger la mejor pieza del mercado. Caben dudas de con cuántos balones van a poder jugar para tener contentos a tres francotiradores natos. También de si Curry no va a protagonizar un Kobe-Shaq II por tema de sueldos o quién es el jugador franquicia de la escuadra. Estos Warriors se aproximan al duelo de súper-equipo que fueron los Celtics del Big Three, los Beach Boys o los Lakers de los Cuatro Magníficos. 



Si esta temporada alguien añora la novedad que supusieron aquellos Warriors que alcanzaron el éxito, por favor, que piense si todo lo que merece la pena es el botín... tomen el dinero y corran. Cuando no importa la forma de ganar, pasan cosas como esta. Nos lo hemos ganado. Larga vida al star-system.



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



Captura de pantalla correspondiente al artículo de David Sardinero, "El uno a uno de los GSW en las finales de la NBA", Gigantes del Basket, nº 1450 (julio 2016), pp. 62-63.