lunes, marzo 28

Hubo una época en la que caían simpáticos al 90% del mundo NBA. Habían vuelto aquellos excitantes Golden State Warriors de la época de Don Nelson. Un basket con más bajitos y algo menos de músculo, un gusto por el tiro de tres y las altas anotaciones. Y, por supuesto, Stephen Curry, un jugón con cara de niño bueno que, salvo manía de morder el protector bucal, no tenía ningún mal hábito en su CV. Varios años después, la franquicia de Oakland empieza a ser un tanto molesta en algunos mentideros. Entre tanta alabanza y admiración, es normal que surjan críticas, en ocasiones, más que justas; en otras, generando cierta sensación de que las venerables generaciones del pasado pueden verse un tanto incómodas ante la camada de los Klay Thompson, Draymond Green, etc. 



Por fortuna, también hay gestos como el de Allen Iverson. Declarado fan incondicional de Michael Jordan, The Answer no dudó en calificar como "increíble" el manejo de balón y tiro de Curry, un jugador que, Jorge Valdano dixit, parece salido de dibujos animados; es más, casi diríamos de franquicia Disney por su expresión jovial. El mito de Philly tiene sobrados argumentos para que muchos lo consideremos, libra por libra, uno de los mejores de todos los tiempos. Su guiño a uno de sus sucesores sirvió para calmar un poco unas aguas revueltas. Por supuesto, siempre que se trata de levantar ampollas con sus comentarios, Sir Charles Barkley, Hall of Fame, en la actualidad presentador en TNT, parece dispuesto a granjearse pocas simpatías en San Francisco. 



"Habríamos destrozado a los Warriors en nuestra época" o la frase "Os digo desde ya que Golden State no ganará el anillo este año" parecen encaminadas a alimentar las sospechas de que el lenguaraz ala-pívot quiere aguijonear un poco la Casa de la Pradera de Steve Kerr, un entrenador que, por cierto, parece poco dado a la autocomplaciencia, corriendo al mercado de fichajes a adquirir al brasileño Anderson Varejao cuando sus centers empezaban a tener problemas físicos. Durante las últimas temporadas, Golden State ha perdido el cartel de aspirante a ser referencia y eterno candidato. Eso trae beneficios (más aficionados en todo el globo, respeto arbitral, agentes libres que acepten rebajar su salario por la promesa de anillo allí...) y oposición. El inconveniente es cuando todo el artificio oculta la realidad, ni más ni menos que un maravilloso equipo de hacer basket.



Algo se desencadenó cuando, involuntariamente, Ron Harper colocó la manzana de la discordia. Estrella en sus días de los Cleveland Cavaliers, las lesiones forzaron a Harper a convertirse en un excelente jugador de equipo en las dinastías de Bulls y Lakers. Competitivo y ganador, su exigencia le llevó a decir que las 72 victorias cosechadas en el curso 1995/96 por Chicago no servirían de nada si no ganaban el anillo. Una exageración que parece querer contagiar a los campeones vigentes, quienes han recibido poco halagüeñas comparativas de su escuadra con la plantilla a la que Michael Jordan, Pippen y otros distinguidos nombres llevaron a la excelencia. 



Recordados por muchas cosas, a veces, la gente olvida que los pupilos de Phil Jackson cimentaron buena parte de sus triunfos (Jordan y Pippen aparte) en una soberbia defensa. Una capacidad de anular contrarios que se tradujo en anillos. No es descabellado, como afirmaba Harper, que muchos piensen que en una NBA más física y menos proclive a defender el espectáculo, Golden State lo hubiera pasado mucho peor. Lo inusual es lo pasional del análisis. "Les habríamos ganado 4-0". Nadie habría levantado el grito en el cielo por pensar que una serie entre ambos equipos (basket ficción) se decantase del bando del 23. Pero, ¿tan abismal es la diferencia? ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? 



Todo ello ha terminado por provocar una respuesta de un conjunto joven que al principio fue cauteloso. Andrew Bogut y cía estallaron en las redes sociales, hablando de cómo sus equipos de instituto habrían ganado a los actuales Warriors, secando a Curry con facilidad pasmosa. Draymond Green, jugador excelso, lengua imprudente a veces, se molestó hace unas temporadas en un pique con Barkley donde ambos salieron perjudicados. Al pegamento de la defensa de los de Oakland no le sentaron bien las apreciaciones de Sir Charles sobre su falta de altura para jugar en su puesto, recordando a la leyenda que él nunca ganó un anillo. Una crítica áspera que recibió un dardo sin anestesia, obviando la excelente carrera de "El Gordo" como uno de los mejores jugadores de la Historia. Hace poco, Barkley pidió la titularidad del All Star para Green, pero parece complicado que ambos cazadores de rebotes vayan a a quedar para almorzar juntos un día de estos. 



Una atmósfera que se destapó con el triunfo de los San Antonio Spurs en El Álamo ante el equipo de moda. Con una defensa de postemporada y la serena presencia de Kawhi Leonard dirigiendo las operaciones, los texanos siguieron con su inviolable balance en partidos de casa. Muchos lo festejaron como una demostración que Golden State va a flaquear ante los buenos equipos a la hora de la verdad. En realidad, hace unos meses, los Warriors apabullaron a los Spurs. Astutamente, Popovich vio que no era el día de sus pupilos y, con varias estrellas de baja, se dejó llevar por la corriente, reservando fuerzas para otro día. Nadie pensó que el baño reflejase la distancia entre dos escuadras muy potentes. No obstante, el espectáculo de San Antonio en casa llevó a la hipérbole a algunos analistas. Sí, secaron Curry, dominaron el ritmo de partido y... pudieron perfectamente perder en el último cuarto. En su peor noche en mucho tiempo, los defensores del anillo se quedaron a un par de canastas de ganar a la mejor dinastía que ha visto la NBA en mucho tiempo. 



De ese varapalo, Golden State salió con bríos. Ganaron por oficio en Minnesota, en un partido complejo, ante un rival joven con nada que perder. El siguiente escollo eran los siempre impredecibles Clippers de Doc Rivers. Victoria clara y sin dejar dudas. No sorprende. Se yerguen muy bien tras una mala noche. Una de las peores fue en el Staple Center, cuando Kobe Bryant decidió que no iba a despedirse de Curry con una derrota. Otro día donde no entró nada y Marcelinho Huertas tuvo su día más dulce del curso en el Staples. Visiblemente abatidos, la escuadra de compulsivos anotadores aguantó el chaparrón, no puso excusas y se desquitó ante los Dallas Mavericks, con una exhibición de Curry y Thompson que generó la admiración del mismísimo Nowitzki.



Esta madrugada han hecho lo propio ante los Sixers. El récord de los 72 triunfos no es fácil, aunque nunca se ha estado tan cerca de lograrlo. A base de triples y talento. También a la sangre fría de un Luke Walton que fue el entrenador interino ideal durante la baja de Kerr. O a la capacidad de Iguodala de partirse la cara en defensa con quien sea. Y a que Curry y Thompson parecen ajenos a una lucha de egos de pistoleros. Podríamos eternizarnos con estas pequeñas historias hasta el infinito (Green, Bogut, Barnes, la re-invención de Livingston...). Un equipo único e irrepetible, gane o pierda. Como aquellos Bulls de la década de los 90. Sería un tremendo error no disfrutarlos mientras dure la magia. ¿No creen?



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://baloncesto.as.com/baloncesto/2016/03/20/nba/1458451793_674769.html



http://www.yardbarker.com/nba/articles/draymond_green_zings_spurs_after_loss/s1_127_20515183



http://www.expressnews.com/sports/spurs/article/Leonard-s-larceny-sparks-Spurs-romp-6180569.php