Ioannis Bourousis no presenta precisamente una estampa de bailarín cuando se coloca bajo tableros. Por el contrario, el excelente pívot heleno es un producto made in Olympiacos, un tipo de barba lacedemonia, semblante de pocos amigos en pista y una agresividad bien entendida. Este curso baloncestístico, su mejor año en cuanto a números, le ha convertido en MVP de la Liga Endesa hace apenas dos domingos; recibió el galardón antes de medirse al poderoso Valencia Basket, la escuadra taronja de los récords y las victorias consecutivas. Aliándose con sus compañeros Adams (21 tantos) y Causeur (17 de valoración), el dorsal 9 del Laboral Kutxa rompió la magnífica racha de los valencianos. No fue demérito de los de Pedro Martínez, sino que el Buesa Arena vibró de alegría. Uno de sus rivales aquel día, San Emeterio, conocía la melodía.
El internacional pasó 7 felices años siendo referente con los baskonistas, por ello, no le resultó una sorpresa que la feroz defensa de su ex equipo lograse limitar su producción a apenas dos puntos. En Vitoria, ese trabajo se valora, en cierto sentido, por carácter y personalidad. Fue un aviso de un Labroal Kutxa que venía de ganar al Real Madrid a domicilio en Euroliga, en un día donde todos perdieron los nervios, incluyendo Sergio Llull, el hacedor de triples imposibles que desmoronaron al mismísimo Spanoluis. Pero no pudo con una avanzadilla norteña que supo cimentar un colchón y luego sufrir para defenderlo ante el vigente campeón de Europa.
Desde la banda, Perasovic resoplaba. Tiene mucho bagaje a sus espaldas y sabe que las cosas comenzaban a a ponerse donde debían. Empiezan a sonar notas en pista que no escuchaban por allí desde los gloriosos días del Tau Cerámica. Un espectacular equipo cimentado por la sagaz política de fichajes de Querejeta, la mano firme de Ivanovic y el producto nacional. Ahora, está por ver si esta versión 2016 mantiene el ritmo cuando llegue el mes de mayo. De momento, hay que sumar otro triunfo de prestigio, en este caso, en el Palau blaugrana.
En la Ciudad Condal se vieron detalles. Hubo algún instante donde Tomic y Bourousis fueron una metáfora del encuentro. El talentoso croata tuvo una jugada con posición ganada para anotar una, relativamente, fácil canasta, mientras el griego se lanzaba a frenarlo. Jugando bien sus cartas, el blaugrana habría podido sacar un 2+1. Terminó errando el disparo y su defensor le intimidó sin precisar de contacto. De 3 a 0 puntos en la pintura. Mismo guión que en Madrid, coger ventaja, saber pelearla y no ponerse nerviosos en la prórroga.
Todavía habrá quien piense que fue casualidad. Sin embargo, es el segundo tiempo-extra que los de Perasovic le ganan a la escuadra comandada por Xavi Pascual. Algún descuido de Satoransky en la dirección contrastó con un Darius Adams empeñado en erigirse en una especie de Piojo López del baloncesto para el basket azulgrana. "Aguantar hasta el final" ha dicho en varias ocasiones el míster de una nave que parece saber muy bien a dónde va.
Es una filosofía que les va a resultar de inestimable valor cuando toque dar el do de pecho en la segunda vuelta cara a tener acceso para los cuartos final de la F4. "Hay que jugar los partidos con intensidad y cabeza", así lo resume Diop en estas noches europeas que hacen a una afición fiel ir contenta desde las lanzaderas de autobuses de Mendizorroza hasta el Buesa Arena. Todavía recuerdo el ambiente de esa pista cuando los Scola y Macigauskas lograron superar a la todopoderosa Benetton de E. Messina. Vibrando en alegría, pocos pabellones en España son equiparables a esa atmósfera.
Lograr la clasificación sin apuros para Copa del Rey ha sido otro buen síntoma, un reflejo de esa necesidad que todas las personas aficionadas a la Liga Endesa, independientemente de nuestros colores, percibimos de que haya más aspirantes que el eterno bipolio. Que exista un gran Unicaja, un potente Laboral o un Valencia candidato a todo es fundamental para que los propios Madrid y Barcelona crezcan. Apena en ese sentido la situación económica de un histórico como el Joventut de Badalona o ver al Estudiantes de colista en la actualidad. Por eso, que el Laboral Kutxa vuelva a rugir es una melodía que nos encanta a los forofos ACB.
Una de las cosas más bonitas es que siempre encuentran una excusa para motivarse. Bourousis ante Pablo Laso, el quitarle el invicto al Valencia en Liga, demostrar a un ex histórico como Andrés Nocioni que no han perdido la garra, quitarle a Xavi Pascual su "maravillosa" teoría de que bastaría con que los culés ganásemos todos los partidos de casa y uno fuera para pasar el TOP 16, etc. ¿Reveses? También los han tenido, un serio toque de atención se lo dieron las bestias del Pireo. Perasovic tomó buena nota del correctivo del Oly y el equipo respondió como un cohete, algo que certificó con un claro éxito ante el sorprendente Bamberg.
Algo está moviéndose en los infatigables Tercios de Baskonia. A nadie deberá sorprenderle encontrarles en finales o haciendo algo grande. Estaban acostumbrados a ello... quieren volver a estarlo. Ayer lograron salir indemnes de una batalla deportiva en un feudo tan complicada como la del Obradoiro. Despacito, sin hacer ruido y con buena letra.
Una de las cosas más bonitas es que siempre encuentran una excusa para motivarse. Bourousis ante Pablo Laso, el quitarle el invicto al Valencia en Liga, demostrar a un ex histórico como Andrés Nocioni que no han perdido la garra, quitarle a Xavi Pascual su "maravillosa" teoría de que bastaría con que los culés ganásemos todos los partidos de casa y uno fuera para pasar el TOP 16, etc. ¿Reveses? También los han tenido, un serio toque de atención se lo dieron las bestias del Pireo. Perasovic tomó buena nota del correctivo del Oly y el equipo respondió como un cohete, algo que certificó con un claro éxito ante el sorprendente Bamberg.
Algo está moviéndose en los infatigables Tercios de Baskonia. A nadie deberá sorprenderle encontrarles en finales o haciendo algo grande. Estaban acostumbrados a ello... quieren volver a estarlo. Ayer lograron salir indemnes de una batalla deportiva en un feudo tan complicada como la del Obradoiro. Despacito, sin hacer ruido y con buena letra.
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