2015 ha dejado varias estampas imborrables en el mundo deportivo. Será fácil asociar esa campaña con la explosión definitiva de Stephen Curry, la temporada perfecta del Real Madrid de Pablo Laso, la consolidación de la delantera formada por Messi-Suárez-Neymar, el anillo de Anna Cruz, la tensión del gran premio de moto GP, etc. Sin embargo, pocos de esos acontecimientos gozaron de las expectativas previas de la noche de boxeo celebrada en Las Vegas un 2 de mayo: Floyd Mayweather versus Manny Pacquiao. El combate de la centuria, un enfrentamiento que los promotores involucrados quisieron vender como un remake de la pelea de Muhammad Alí y George Foreman (Zaire, 1974).
Como suele suceder, los previos al estreno captaron más focos que la propia película en sí. La ciudad del juego legalizado pareció revestirse con los ribetes cortesanos que, a veces, podemos detectar en las gradas del Staples Center, convertido el entramado en una hoguera de las vanidades (sálvese de dicha apreciación a Jack Nicholson, quien ha estado en el feudo de los Lakers cuando peor pintaban las cosas, o a Mark Wahlberg, uno de los intérpretes en Hollywood con mayor predilección por el siempre controvertido arte del cuadrilátero), donde lo que importa es ser visto. Auspiciados hasta la hipérbole por el pay per view, muchos espectadores se sintieron estafados por aquella velada, como si todo hubiera sido un gigantesco traje del emperador. ¿Estaban justificadas tales esperanzas? Probablemente no. Pero también parece poco defendible el otro extremo, como si ambos contendientes se hubieran burlado de los aficionados.
Parece indudable que durante los últimos años, el boxeador norteamericano y el púgil filipino han sido las dos grandes referencias para este evento repleto de polémica. Ya lo afirmaba José Luis Garci, uno de los grandes aficionados desde época clásica, "no se puede defender el boxeo porque entiendo que es una salvajada. Pero ya estaba Píndaro hace siglos hablando de combates maravillosos". Todo en ese universo brutal en el ring parece desmedido. Nadie lo captó mejor que Martin Scorsese en una obra maestra llamada Toro Salvaje, un film que es muchas cosas, pero, además, el relato de terror de una persona que después de tantos golpes recibidos no puede volver a ser la misma. De eso sabrían decir mucho, cada uno a su estilo, Mayweather y Pacquiao en sus vidas paralelas, plagadas de todo.
Ambos demostraron muchas de las habilidades que los han convertido en referentes. Mayweather tiene un juego de piernas increíble, una gran capacidad de análisis de las virtudes del rival para minimizarlas, a la par que ha demostrado mil veces que arrinconarlo entre las cuerdas no es sinónimo de éxito, puesto que tiene una caja de trucos para sortear cualquier situación comprometida. Pacquiao, menos calculador, es la lucha callejera y de intuición natural, esa que le ha hecho ganarse a los fans de todo el globo; a pesar de sus molestias físicas, el Logan filipino, ese prodigio surgido de la nada que ya enamoró a su futuro entrenador, Freddie Roach, apenas llevaba calentando cinco minutos con él, se sostuvo en cada asalto y no dejó de buscar el triunfo.
La crítica que sí es real, sobre todo vista con la perspectiva del tiempo, es que debió celebrarse muchos años atrás. Pac-Man no era ya el mismo demonio que sorprendió a todo un campeón como Óscar de la Hoya (el cual es uno de los pocos que ha logrado poner en serios aprietos a Mayweather), en varios momentos se notó que hacía los gestos oportunos y lograba las posiciones que buscaba, pero la velocidad, esa que había sorprendido a tantos, no tenía esa punta que marca la diferencia. Money, por su lado, también fue cauteloso. Quiso borrar con el filipino uno de los pocos borrones de su inmaculado CV, pero quedará, junto con la victoria unánime que le dieron los jueces, el no haber ido a por el KO, la confirmación de que no solamente había calculado con frialdad cada uno de sus pasos aquel día.
Los vítores de parte de la grada a Pacquiao en los últimos segundos de la pelea reflejan el reconocimiento de los intangibles. Nadie puede estar tan distraído por otros aspectos de Mayweather (realmente algunas de sus declaraciones y ostentación de su riqueza generan tanto rubor como indignación) para discutir que será una referencia, pero ni todo el pragmatismo del mundo convencerá a algunos aficionados de que su inmaculado récord lo haga mejor o, si lo prefieren, más querido que Manny. Realmente, ambos han forjado personalidades de película, lo cual hace suspirar en algunos mentideros porque uno y otro se hubieran medido mucho antes.
Los vítores de parte de la grada a Pacquiao en los últimos segundos de la pelea reflejan el reconocimiento de los intangibles. Nadie puede estar tan distraído por otros aspectos de Mayweather (realmente algunas de sus declaraciones y ostentación de su riqueza generan tanto rubor como indignación) para discutir que será una referencia, pero ni todo el pragmatismo del mundo convencerá a algunos aficionados de que su inmaculado récord lo haga mejor o, si lo prefieren, más querido que Manny. Realmente, ambos han forjado personalidades de película, lo cual hace suspirar en algunos mentideros porque uno y otro se hubieran medido mucho antes.
Sobre el recuento final cada uno de los protagonistas se dispuso a iniciar su diplomacia bizantina. Resultó una pena porque, si algo bonito había tenido el asunto fueron las felicitaciones de Mayweather a Manny por su dureza, mientras que al staff del filipino se le vio aceptar el veredicto con elegancia. Poco tardó el Circo mediático del mundillo en envenenar las aguas. Todo ello acabó con Money presumiendo de su inmaculado registro (pongan en México un justo asterisco a lo Phil Jackson por José Luis Castillo), Pacquiao proclamando que su rival solamente había corrido en el cuadrilátero y las desafortunadas declaraciones sobre el progenitor de Mayweather acerca de Roach, indignas de cualquier ulterior mención.
Los incondicionales de Pac-Man contarán el número de golpes lanzados, sumando incluso los más ineficaces a los brazos de Mayweather. Los seducidos por la táctica de Money establecerán sus porcentajes de efectividad frente a los de su oponente, obviando cualquier otro criterio de medida que pudiera poner en duda siquiera que el fallo de los jueces fue demasiado unánime. No tiene este blog suficiente sabiduría en tal materia para hacer tales juicios taxativos. Por interesante que pudiera resultar un rematch para el entrante 2016, todo el mundo parece haber echado tierra sobre el asunto, como si fuera exprimir dos veces a una gallina de los huevos de oro a la que otros intereses habían evitado salir del corral cuando mejor cosecha había.
El que debió ser el Aquiles contra Héctor más deseado de los últimos tiempos se convirtió en el epílogo crepuscular de dos combatientes de leyenda, todavía capaces de dejar destello de gran clase y coraje, pero lejos de sus primeros compases. Jack Slack lo desgranaba con buena letra en un pormenorizado análisis: "Algunos dicen que Pacquiao fue robado por la decisión de los jueces. Otros dicen que Mayweather le dio una lección de boxeo. Como casi siempre, la verdad se encuentra entre ambas posiciones extremas. Si bien el combate no fue el combate del año, ni mucho menos del siglo, tuvo sus buenos momentos, siempre hay detalles de arte escondidos en esta clase de peleas".
ANÁLISIS DE JACK SLACK
5 MOMENTOS EN QUE MAYWEATHER FUE VULNERABLE
RECUENTO FAVORABLE A PACQUIAO
TANTEO A FAVOR DE MAYWEATHER
FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:
http://elcomercio.pe/deporte-total/polideportivo/manny-pacquiao-dice-estar-listo-revancha-contra-mayweather-noticia-1824362
http://www.forbes.com/sites/kurtbadenhausen/2015/05/03/whats-next-for-floyd-mayweather-and-manny-pacquiao/
http://www.businessinsider.com/mayweather-pacquiao-rematch-2015-5
0 comentarios: