lunes, noviembre 23

No era necesario ver la prórroga. En ocasiones, ocurre. Durante todo el encuentro en la cancha de los Golden State Warriors, el conjunto de los Brooklyn Nets se había mostrado superior, más fresco, decidido y sabiendo qué debían hacer. En un desenlace apretado, Andrei Iguodala lanzó un triple imposible y con oposición. La daga surtió su efecto. En la respuesta antes de expirar el último cuarto, tuvieron la chance en un palmeo que salió mal. Brook López, Jarrett Jack y Bojan Bogdanovic no daban crédito a tan mala suerte.  



El Oracle Arena enloqueció. Sus muchachos seguían invictos incluso con un Stephen Curry en niveles humanos. Ahora, todos los staff técnicos de la NBA rebuscan en sus libros, tratando de mimizar a un talento explosivo que no habíamos visto antes, un jugador irrepetible, ni mejor ni peor que sus ilustres predecesores, es algo aparte. No hubo un Iverson antes de Iverson. Ocurre lo mismo con este pequeño mago que cada día lanza desde más lejos. Pero el MVP (aunque en las Finales se lo llevó el propio Iguodala) es únicamente la flecha dorada del amplio carcaj del que dispone Steve Kerr. 



Con un impresionante arranque, los vigentes campeones están en el ojo del huracán mediático para los aficionados. Todo el mundo quiere análisis de la influencia que tiene Draymond Green para la eficacia de un conjunto que golpea con la belleza estilística que no recordábamos desde que los Sacramento Kings y los Phoenix Suns nos deleitaban. Por supuesto, la condición inmaculada trajo algunos comentarios y recuerdos de viejas escuadra míticas. Y, entre tales leyendas, escasas se pueden comprar a lo que supusieron los Chicago Bulls de Michael Jordan, los cuales, contando con estiletes del calibre de Scottie Pippen o Ron Harper, lograron un imponente balance de 72-10 en triunfos-derrotas. Precisamente Harper salió a la palestra sobre el tema.


"Ganaríamos con un 4-0". Era el resumen de quien fuera extraordinario escolta en los Cavaliers y luego, tras lesiones, supo convertirse en un jugador vital de equipo para los Bulls y, posteriormente, Lakers (no es casualidad que con su mentor Phil Jackson en ambos casos en el banquillo), acerca de un hipotético (y temporalmente imposible) duelo entre el Chicago de la década de los noventa y los vigentes campeones. Sorprendió el tono, no tanto porque sea legítimo que piense que su escuadra fuera mejor, sino por lo innecesariamente tajante de la misma.



Lo que ha hecho Golden State en el principio de la campaña ha sido impresionante. Justo después de haber logrado sobrevivir a Lebron James y Cleveland, los Curry y cía han carburado para dar recitales como el mantenido ante los Memphis Grizzlies. Uno de los gallitos del Oeste fue apabullado 119-69 en un día donde los Warriors vieron el aro como una piscina gigantesca. Nada nuevo para un Curry que venía de hacer lo propio con los Pelicans (ante quienes firmó 53 puntos). Un descarado que ha hecho que algunos coqueteen con la idea de que van a superar las 72 victorias. No recomendaría alzar las campanas al vuelo tan pronto.



82 partidos son muchos e imprevistos como lesiones o traspasos de última hora pueden alterar la hoja de ruta de los embalados campeones. Harper no optó por esa paciencia y sacó los laureles de su extraordinario pasado en la Ciudad del Viento para provocar debate entre los aficionados de la NBA actual y los defensores de los viejos tiempos. Lo importante para la ciudad de Oakland es que Bogut ha alcanzando la madurez física y mental para ser una referencia constante por dentro, que Harrison Barnes vuela y que las defensas contrarias no pueden, de momento, evitar que estos chicos corran y nos diviertan todos.



Un ritmo acelerado y... tranquilo. Vayamos, por un instante, a cierto encuentro disputado en el Staples este mismo noviembre. Podríamos haber jurado ver a los pupilos de Doc Rivers levitar. Chris Paul lo anotaba todo, AndreDe Jordan hacía feroces mates, Griffin superaba a quien fuera en el uno contra uno. ¿Cuál fue la respuesta del entrenador interino Luke Walton? "Lo único bueno de este primer cuarto es que nos deja mucho tiempo para reaccionar". Sonaba a chiste pero era real. Quedaban 36 minutos para hacer la machada, amparándose en que Klay Thompson (una máquina de anotar, jugadorazo) nunca descansa y que Curry tiene fe en sus compañeros para que le tapen una noche donde no da bien los pases, sabían que tendrían su oportunidad, gracias al curro impagable de los Ezeli y cía.



Curry, que es una maravilla andante en pista, comete errores durante los encuentros. Pero no se desespera. Con dos faltas personales en el comienzo del choque, veía con una sonrisa discreta y admirativa el festival de su Némesis, un Paul que es de los pocos que pueden disputarle el puesto. Paulatinamente, los Warriors fueron haciéndose más y más grandes, mientras todos aplaudían, incluso un elegantísimo Blake Griffin, caballero en la derrota. ¿Todos? No, Sir Charles Barkley también aprovechó para subirse al carro de los hipotéticos enfrentamientos en los dominios de Cronos: "Hubiéramos destrozado a los Warriors".



Hacía referencia el bueno de Barkley al estilo físico imperante en los 90, mucho músculo y con barricadas tan inaccesibles como la de los Detroit Pistons o los New York Knicks de Pat Riley. Haciendo oídos sordos, los Warriors ganaron en casa un partido trampa ante Toronto. Mucho ojo, así van a hacer todos sus encuentros en lo que les queda. Automáticamente, salvo cuando jueguen con trasatlánticos como los Spurs o los Cavaliers, Golden State es favorito ante quien juegue. Eso se traduce en rivales motivados hasta el extremo y dispuestos a aparecer en los libros de Historia de la NBA por cortar el ritmo de esta máquina de ganar.


La obra maestra terminó en Colorado. Los Denver Nuggets lo intentaron pero no tuvieron suerte en aplicar el antídoto. Los Warriors volvieron a hacer un homenaje a este deporte que tanto nos gusta. Washington y Houston abrían sus puertas con los brazos abiertos para recibir a la tercera franquicia con mejor arranque en los inicios del curso. ¿Unánime tributo? Tampoco. Dennis Rodman, uno de los mejores defensores que nunca han existido, se subió al carro de la nostalgia agresiva: "Me da igual si acaban con 81-1. Nosotros éramos mejores". Se refería el irrefrenable Gusano a que, a su juicio, en el tiempo presente hay menos rivales de nivel. 



No es mentira que Rodman ayudó sobremanera a unos Bulls en unos años donde había oponentes de la talla de los Utah Jazz de Stockton-Malone, los Sonics de Gary Payton y Kemp, los Rockets de Olajuwon, etc. Sin embargo, ¿alguien se olvida que Golden State está compitiendo en una época donde hay nombres como Kevin Durant, Lebron James, Tim Duncan, etc.? Parece como si hubiera necesidad de andar siempre con estos juegos mentales, cuando es mucho más importante ver el perfecto acoplamiento de Shaun Livingston a este engranaje ganador. 



Y es que, a pesar de tener dos pistoleros incomparables, Luke Walton mantiene con sabiduría la senda de Kerr, compartir el balón, dar muchos pases, que tire el hombre libre, correr en cuanto sea posible y tenga sentido para hacer daño al adversario. No sé cuándo terminarán esta racha. Lo único claro es que las comparaciones son odiosas... y estos Warriors un pedazo de equipo con mayúsculas. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



http://www.mercurynews.com/warriors/ci_29119965/warriors-survive-nets-upset-bid-win-107-99



http://www.elmundo.es/deportes/2015/11/03/56386cc222601da8658b457c.html



http://www.bigplay.com/klay-thompson-trashes-clippers/



http://martinezgazette.com/archives/3411