lunes, noviembre 16
Hay lecturas pendientes que apetecen mucho. En otro orden de idolatría, hay citas con la biblioteca ineludibles. El lanzamiento en castellano de Cuando éramos los mejores suponía una de las mejores noticias para las personas amantes del basket en España. La crónica en primera persona, a través del hilo narrador de Jackie MacMullan, de Earvin "Magic" Johnson y Larry Bird se adscribe a la segunda categoría. Una mirada en la distancia sobre su apasionante rivalidad en la cancha. Aquel recelo y admiración que comenzó en las canastas universitarias y terminó revitalizando (bien que lo celebró David Stern) una NBA inundada de problemas de audiencia y con estrellas plagadas de polémica (no olvidemos el impacto terrible que tuvo la droga en la liga en aquellos instantes). 



Reconozco que lo único que me mantenía un poco escéptico con el libro era su posible carácter hagiográfico. Supone un ejercicio de honestidad que los dos astros (las décadas curan las heridas y tienen la suficiente inteligencia para hurgar en su pasado sin morbo pero con honestidad) dedicar espacio a algunos de los aspectos menos luminosos de su trayectoria. Así, el mítico 33 de los Celtics no pasa de puntillas por instantes tan dolorosos como el suicidio de su padre, su primera y frustrada experiencia universitaria o el fracaso de su primer matrimonio, incluyendo una prolongada desocupación de la hija que tuvo. Magic tampoco oculta su ritmo desenfrenado en California, las infidelidades o el doloroso rechazo que sufrió por parte de compañeros y rivales que lo veneraban al saberse que era seropositivo. 



Que no se lleve a engaño ningún lector. No hay nada sensacionalista o de crónica rosa en todo ello, simplemente, se aporta el contexto biográfico que permite ver a estos dos personajes tan míticos (el base de más de 2 metros que recorría la cancha con una gran sonrisa y dejaba solos a sus compañeros; el espigado alero rubio que anotaba triples y pases picados de espaldas a sus socios de un frontcourt devastador) en su humanidad. Verdaderamente, el libro se consume con fruición y sin descanso. 



Especialmente, los capítulos dedicados a la rivalidad que protagonizaron en la NBA. El sueño hecho realidad para los fans de todo el globo. Uno estaba en Boston y el otro en Los Ángeles. No podían conceder una entrevista sin que saliese el nombre de la Némesis por alguna parte. Johnson y Bird dirigieron a dos equipazos eternos a tres finales apocalípticas. Los ganchos de Kareem, el juego de pies de McHale, las corajudas luchas de Rambis bajo tableros, etc. Y en las bandas dos estrategas obsesivos y talentosos, Pat Riley y KCJones. El mejor guión del mundo no podría haberlo hecho algo más apasionante que aquella realidad, y la pareja de héroes que abanderó aquellos partidos de leyenda.



Lo que les distinguía de otros míticos duelos de killers era su generosidad en cancha. El Pájaro de los orgullosos verdes podía dar un brillante pase en la última posesión en el Forum de Inglewood para que anotase Dennis Johnson. Magic, por su lado, no tenía ninguna dificultad en controlar un encuentro de Playoffs sin lanzar un solo tiro en todo el partido. Hombres-orquesta, su generosa concepción del reparto del balón exigió a sus compañeros asimismo una concentración máxima. Danny Ainge bromeaba en los concursos de triples con sus adversarios del All Star, "¿Veis a Larry? Pues yo tengo que aguantar esto todos los días del año"



Junto otros protagonistas, destaca la labor de P. Riley y Red Aerbach para potenciar a sus muchachos. El primero logró reconvertir al equipo del inimitable Abdul Jabbar en la maquinaria del Showtime de Magic, mientras que el patriarca del trébol resultó el seguro de vida para la confianza de Bird,, a quien siempre protegió y llegó a colocar por encima del mítico Bill Russell en su lista de jugadores preferidos. Unos duelos por la hegemonía baloncestística mundial donde el tesón, la inventiva y el sacrificio se pusieron a prueba.  


Más allá de revivir esas batallas inolvidables, esta nueva obra arroja luz sobre aspectos menos conocidos hasta la fecha. Por ejemplo que, antes incluso del mítico duelo entre los Spartans de Michigan y los Hoosiers en la final NCAA de Salt Lake Ciry, Magic y Larry ya habían compartido escuadra durante un breve verano, donde ambas promesas arrancaron aplausos de una grada los escasos minutos que les confiaba su entrenador. 



También se dan más detalles de la entrañable amistad que Johnson compartió con Isiah Thomas y Mark Aguirre, quienes acompañaron al dorsal 32 angelino durante una noche de derrota en Boston (junio de 1984). Camaradería y vacaciones compartidas de Magic con Isiah que se perdería para siempre, una historia fascinante de amistad y de triste final que algún día convendría contarse con detalle. A la par, se muestra como su antiguo enemigo fue clave para que Bird accediese a viajar a los Juegos Olímpicos celebrados en Barcelona 92. 



Muchos menos detalles teníamos de la agridulce experiencia del legendario base cuando decidió convertirse en entrenador de sus queridos Lakers, o los exitosos y efímeros tres años de Bird dirigiendo a los Indiana Pacers. Historias, desencuentros y alianzas, amigos que se tornaron en fieles camaradas, dos personalidades únicas y BALONCESTO, mucho baloncesto de quilates para hacer las delicias de legiones de fans. 



When the Game was Ours (título original del trabajo espléndido de MacMullan) es traducido al castellano con resonancias a una de las más míticas canciones de Loquillo, incondicional de los aros, por cierto. Por ello, emulando al "Pájaro Loco" que decía Epi, nos citaremos con estas apasionantes páginas "a la hora señalada".   



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