Ha sido el sendero correcto. Da la sensación de que estas chicas han aprendido a competir. Siempre dan la cara. El bronce que la selección femenina de baloncesto se fabricó en una épica lucha contra Bielorrusia empezó a fraguarse en su derrota ante los Estados Unidos en el Mundial. Están empezando a dejar de ser noticia. Que se metan en el podio es normal, también que lleguen lejos. Garantizan la competitividad, triunfen o no lo logren, el espectador sabe que está ante 40 minutos de honestidad en la cancha. Eso no tiene precio.
Las pupilas de Mondelo demostraron estar sedientas, solamente así se explica su exhibición en la segunda mitad que marcaba el epílogo de un torneo largo y exigente, como suelen ser los Eurobaskets. Se otean Olimpiadas en el horizonte y, sin querer poner ninguna presión añadida a un equipo al que no se puede pedir más, parece que se puede seguir subiendo el listón. La generación de Alba Torrens ha dado una alegría más, lo cual no debe hacernos caer en el error de pensar que esto ha dejado de ser excepcional o motivo de alegría.
Lo que no debemos olvidar en este nuevo hito es la ausencia de Sancho Lyttle, la jugadora clave en pasados campeonatos, una mujer que marca distancias en los tableros con su mera presencia, una inyección de moral para sus compañeras. Repetir medalla sin alguien así en nómina habla de carácter de bloque y orgullo infinito de una plantilla que no busca excusas, porque encuentran soluciones.
"Ahora podemos seguir soñando". Palabra de Torrens, tras unos fatídicos cuartos de final, resultó el momento de alegría que permitió aspirar a la fase final de la competición. Marta Xargay se consagró ese día como una de las anotadoras clave en los momentos donde las manos tiemblan, permitiendo un 75-74 que supo a gloria. Torrens, 28 tantos, fue reconocida en el Quinto Ideal, acompañada por la francesa Gruda, Dumerc (Francia también), Petrovic (Servia) y, MVP de este Eurobasket celebrado en tierras húngaras y rumanas, Ana Dabovic.
Solamente las francesas pudieron cortar un ritmo de victorias que empezó muy bien en la preparación y se confirmó en la Europa oriental. En un partido cerrado y a pocos puntos (63-58), la escuadra blue logró el billete a la disputa del oro, aunque la Serbia comandada en el banquillo por la hija del mismísimo Boza Maljkovic, uno de los grandes zorros de las canastas. En definitiva, un Eurobasket que ha reforzado su importancia y ha dejado partidos para el recuerdo.
A fin de cuentas, fue un duelo intenso con cuentas pendientes, ni unas ni otras olvidaron la eliminatoria de 2013, aunque, en esta ocasión, fueron las galas quienes se llevaron el gato al agua. Luchas como la mantenida por Silvia Domínguez con Cata-Chitiga escenificaron una guerra de guerrillas con la gloria en juego. Ambas selecciones pusieron argumentos de su acreditada capacidad de sufrir y explotar las rentas.
Aunque para explosión, las exhibiciones de una Anna Cruz que ha sido un referente increíble para su staff técnico. Ha dado ese salto de calidad que solamente tienen algunas personas con daimon para el basket, de hacerse más grandes cuando la situación se hace más brava. "Espero que nadie nos baje del podio", afirmó la escolta barcelonesa, mostrando ese carácter inconformista que caracterizan a los de su clase.
Tal vez, el mejor momento de Cruz vino en cuartos de final. Su 2+1 a segundos del final fue una bocanada de oxígeno cuando más asfixiaban las rivales. Bien estaba lo que bien comenzaba, no en vano, la defensa del título de 2013 comenzó con una contundente victoria ante un país de la tradición y riqueza baloncestística de Lituania (72-58). Astou Ndour presentó en aquel brillante inicio su tarjeta de presentación como digna heredera de Lyttle. Y así podíamos hablar 40 párrafos de un roster solidario y sin egos.
Como dijimos ayer, estas mujeres sabias saben muy bien a dónde van... y nosotros encantados de disfrutarla en una cancha.
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