lunes, febrero 19

Aquí un amigo




El teléfono volvía a sonarle. No resultaba extraño. Durante los últimos años, cada vez que las cosas se han hecho mal en el Barça Lassa, por desgracia con frecuencia, el nombre de Svetislav Pesic sonaba con fuerza. El míster de aquel triplete (2003) que incluyó la ansiada Euroliga, esa asignatura pendiente con la que tantos excelentes técnicos culés se dieron de bruces. Sin embargo, quizás hace poco más de una semana, el balcánico notó que aquel era el socorro más urgente. Fantasmagórico en Europa, irregular en liga y cordero de sacrificio cara a una Copa donde estaba muy lejos de Baskonia o Real Madrid en los pronósticos, la sección necesitaba algo distinto.



Como le ha ocurrido a ilustres predecesores en temporadas duras, sería realmente injusto cargar las tintas sobre Sito Alonso. Es mucho más fácil despedir a una sola personal que responsabilizar a una plantilla o una junta directiva. Más en un Palau que se acostumbró a ganar y se olvidó de cuánto esfuerzo había detrás. Por ello, la llegada del veterano estratega se acogió sin excesivas euforias. Magnífico rendimiento pasado, Pesic también cometió su cuota de errores como cualquier mortal (por ejemplo, no renovar a Sarunas Jasikevicius para mantener su sociedad con Dejan Bodiroga) en su primera andadura. Calmado, los pocos días de margen para el torneo del KO volvió a insistir en uno de sus sellos de identidad: atacar es muy bonito, aunque primero debe haber rebotes.  



Y allí miró a Pierre Oriola y se produjo el primer flechazo. El interior abandonó un barco ganador (Valencia Basket) para tomar el riesgo de cumplir un sueño blaugrana. Habrán sido meses duros para un tipo competitivo como él. Por ello, la nueva consigna le hizo desatarse. Los desvíos con la yema de los dedos de Oriola para dejar solos a Navarro y cía han sido una tarea tan oscura como imprescindible. En ataque se ha destapado con furiosos mates, una canalización de la emotividad en la cancha de este guerrero bajo tableros. Con ese espejo, el resto de la tropa fue poniéndose en marcha. Ante los vitorianos, el Barça asumió con sensatez su condición de no favorito. 


Chicos bien, moral alta, respeto al adversario...



"Laszy" Kubala solía tener esa coletilla antes de iniciar un partido desde la banca. El mítico futbolista húngaro es uno de esos iconos que dejaron un recuerdo tan imborrable por sus goles como por su campechana forma de ser. Pesic inició el preludio ante Baskonia con respeto, consciente de que eran el equipo que mejor juego estaba haciendo en la ACB durante las últimas semanas. También mandó un recado a los millonarios prematuros, a jugadores acostumbrados a tener coches de lujo en su garaje. Afirmaba que así costaba más tener voluntad de ir a por un balón devuelto por el metal de los aros. Dennis Rodman afirmaba que todo lo que ocurre en esos dominios tiene que ver con el deseo.



Con muchas segundas oportunidades, el Barça mutó de piel frente a los pupilos e Pedro Martínez. Por el lado malo, el nuevo proyecto había tenido escasas jornadas para prepararse con su nuevo guía. En el bueno, se estrenó con triunfo en casa y ninguno de los staff rivales sabía a qué atenerse con ellos. Empezó a surgir algo parecido a un bloque donde antes había individualidades. El partido fue duro, pero lo que extrañaba es que Ante Tomic aceptase bajar a la mina, porque calidad siempre le sobró. Rodrigue Beaubois no permitió aquella sorpresa y lideró a sus compañeros a una remontada que se antojaba épica cuando los de Pesic más cerca tenían el triunfo.



Fue el momento crucial de aquellos cuartos de final. Thomas Heurtel afirmó después de este fin de semana que recuperó la sonrisa. Esa felicidad que llevó al Barça a ganar en las barricadas lo que trabajó en ataque. Shengelia (combo brutal con Timma) expresó la intensidad física de la partida con un tapón marca NBA. Pero fue un conjunto azulgrana, al fin, poco propenso a mirar las piedras en el camino por estar empeñado en apartarlas de su senda. No lo ganó sin bajarse del autobús, lo hizo patrullando la zona para impedir un triple aniquilador tras un desafortunado resbalón. Pesic respiraba tranquilo. Quedaba muchísimo trabajo, si bien apeando a un candidato a todo la moral subía. 


"Basta ya por hoy, mis leones"-Néstor de Pilos durante el combate entre Héctor y Áyax, La canción de Troya de Colleen McCullough.



El Gran Canaria jugaba en casa. Su afición llenaba el pabellón. Pesic sabía que no era fácil por más que algunos mentideros quisieran vender lo contrario. Después de eliminar a un conjunto tan vistoso como el Baskonia, una tentación era pensar en favoritismos, más teniendo al temible enemigo blanco en el otro lado del cuadro. La realidad palpable era que los canarios habían crecido mucho mejor en los últimos años que los culés. Un equipo trabajado, honesto y acostumbrado a hacer milagros con presupuestos inferiores a los oponentes más acaudalados.



Fue un partido para dos por encima de todos: Pierre Oriola y Albert Oliver. El segundo fue el base para todo de los locales. Un tipo que siente la camiseta como pocos. Más allá de la edad, su buena cabeza le ha hecho prevalecer donde otros ya han perdido el fuego. Sergio Scariolo lo destacó durante las famosas ventanas por su compromiso. Para la próxima no podrá estar por lesión, fruto de dejarse el alma en el fin de semana copero Luis Casimiro quiso luchar durante cuarenta minutos por una final por la que suspiraba su gente. Ante el Barça de la abulia al que desarbolaron en la Supercopa de 2016, habría sido suficiente. En aquellas semifinales, Báez y cía se vieron reflejados ante el espejo. Nadie quería desperdiciar esa oportunidad.



Nuevamente, Pesic apostó por la simplicidad. Se le ha reprochado, en ocasiones, que con mucho talento (Fucka, Dueñas, Bodiroga, Navarro, Saras...) haya apostado por la defensa por encima de todas las cosas. Como fuera, ante menos talento, supo sacar de la libreta los trucos más viejos y efectivos. Los blaugranas buscaban los huecos, Sanders emergía, Heurtel no perdía esa alegría en su juego, etc. Tira el que está solo y los demás van a por el rehace. Tan simple como eso. El Barça ganó al Granca con las armas de los amarillos, quienes tuvieron un porcentaje de acierto impresionante en cuartos (Rabaseda estelar). Terminó el partido con una hermosa lección. Oliver observó un golpe fortuito a Oriola en la zona y acudió presto a interesarse por él. Los dos guerreros se miraron con aprecio y admiración. A fin de cuentas, pertenecen al mismo linaje.


"Puedes ganar cuando nadie puede entender en ningún momento cuáles son tus intenciones"- Sun Tzu, El arte de la guerra.



Svetislav Pesic y Pablo Laso son buenos amigos. Les une una mutua afición por el deporte al que han consagrado sus carreras. No obstante, ni siquiera el hacedor de este Madrid de récord que coquetea cada edición de Copa con guarismos que antes solamente lograron el Barça de Epi o el Madrid de Pedro Ferrándiz, sabía muy bien a qué atenerse. Su rival deportivo estaba en pleno cambio, uno donde la única tónica eran los festivales de asistencias de un Heurtel que parecía en un estado de mimo por parte de las musas de la cancha. El resto era inesperado. Por primera vez en muchas finales de Copa, el conjunto blanco pensaba más en qué iba a hacer el oponente antes que en sus muchos recursos, esos que le llevaron a su enésima remontada épica ante Unicaja y a apear al entusiasta Iberostar de Fran Vázquez y Katsikaris.



Con todo, el Madrid lo tuvo. Sin la mejor versión de esa joya llamada Luka Doncic, la escuadra blanca comenzó imponiendo su ritmo. El Barça volvió a apretar los dientes para sobreponerse e irse con escasa ventaja al descanso. Nadie esperaba (ni los parroquianos más optimistas en la Ciudad Condal) el vendaval del impredecible fin de semana de los pupilos de Pesic. Un parcial de 8-0 marcó la pauta. Fueron los momentos más extraños de los blancos, quienes se vieron desarbolados. Oriola notó el Thompkins y empujó para sacar el 2+1 con el gancho. Tavares supo proteger sus dominios en la primera parte, pero el Barcelona, inspirado en Heurtel y motos como Pau Ribas, fue un martillo pilón durante esos diez minutos. Para el recuerdo asimismo como Hanga evitó el mate de un Rudy rejuvenecido en la Copa. 



La solución de Laso ante tanta metamorfosis fue ingeniosa. Una revolución de bajitos donde el Barcelona naufragó. Campazzo y Jaycee Carroll mostraron el espíritu de un enemigo irreductible. Era un film mil veces visto. Pesic intentó cortar el fuego con agudos tiempos muertos y ofertando soluciones ante el atasco. Le honra como entrenador que, incluso en la euforia final, afirmó que le preocupaban esos últimos minutos. Sobresalió, como en toda la Copa, Víctor Claver, el suplente con alma de titular, un multi-usos impagable. Entonces saltó la polémica.


"Hemos jugando contra el equipo que mejor estaba, el Baskonia. Luego contra el Gran Canaria en su cancha, nunca es fácil. Finalmente contra el Real Madrid. Solamente nos ha faltado jugar contra Golden State..."-Svetislav Pesic. 



Taylor recibió una falta no señalada de Víctor Claver tras un intento de triple bien defendido (otra vez en ese fin de semana de esfuerzos) por parte de Oriola. Fue un error grave de los colegiados que privó a los blancos de dos tiros libres que hubieran podido llevar el partido a un prórroga beneficiosa cara a los merengues, habida cuenta de lo cargado de faltas que estaba el conjunto de Pesic. Resulta digna de mención la actitud de un Laso sosegado y elegante, porque saber perder cuando se gana tanto es complicado. El año pasado un campo atrás no señalado al incombustible Sergio Lull y algún triple mal anulado impidieron a un sorprendente Andorra no impedir el camino del Real a su cuarto entorchado copero consecutivo (obtenido con mucha brillantez ante Baskonia y Valencia Basket en un par de choques para la videoteca). 



La final fue agotadora. El Madrid recrudeció las clavijas de todo lo que no hizo en el tercer cuarto para imponer una defensa a todo campo asfixiante y al límite de los nervios. En el éxtasis de la bocina, Oriola corrió a celebrarlo, chocando con Luka Doncic, quien cayó al suelo y pidió explicaciones visiblemente molesto. Vista mil veces la jugada, parece claro que el pívot estaba presa de la euforia y cometió la torpeza de forma involuntaria, como bien explicó en su cuenta de Twitter. La airada reacción de Doncic, un día después, resulta totalmente justificable. Con las pulsaciones a mil recibió un choque que podía interpretarse de una forma negativa. Habida cuenta de su edad y presión impuesta sobre sus hombros en uno de los mejores clubes de Europa, es irreprochable el comportamiento del esloveno, quien además recibe mucho de las defensas adversarias. 



Paralelamente, el viejo maestro sonreía. De los muchos méritos del balcánico en los banquillos, haber recuperado la rotación y la pertenencia de este bloque hundido estará entre los primeros. Queda mucho por recorrer y el peligro de caer en el efecto oasis no es escasos. De cualquier modo, fue prudente y certero al afirmar que le preocupó la manera del Madrid de apabullarles en el último cuarto y que el techo todavía queda lejos. Apenas ha dado sus primeras lecciones. Pero la tiza ya ha marcado las actividades básicas y el plan de estudios. Por ganas e ilusión del viejo maestro no va a quedar. Pobres de sus estudiantes si desoyen esa suerte de enseñanza diaria. 



FOTOGRAFÍAS EXTRAÍDAS DE LOS SIGUIENTES ENLACES:



-https://as.com/baloncesto/2018/02/19/copa_del_rey/1519039781_188905.html



-http://www.mundodeportivo.com/baloncesto/20180217/44827104908/94-90-el-barca-resurge-a-lo-grande-ganando-al-baskonia.html



-https://www.youtube.com/watch?v=amLoDzr1XcA



-https://www.sport.es/es/galerias/baloncesto-barca/real-madrid-90---fc-barcelona-lassa-92-final-copa-del-rey-2018/110312.shtml



-https://www.sport.es/es/noticias/baloncesto-copa-del-rey-2018/efecto-pesic-lleva-barca-lassa-titulo-copa-6633214